Papa: Que Roma no tema la bondad y la caridad

De visita en el Capitolio, Francisco recuerda la tradición de hospitalidad que caracteriza a la ciudad. “En cierto sentido, Roma obliga al poder temporal y al espiritual a dialogar continuamente, a colaborar establemente, en un marco de respeto mutuo”.

Roma (AsiaNews) – “¡Que no se tema la bondad y la caridad!” vinculada a la acogida de los migrantes. Es la invitación que el Papa Francisco hizo hoy, en la ciudad de Roma, durante una visita, realizada esta mañana al Capitolio, sede de la Comuna de la capital italiana.

Se trata de una visita que han realizado todo los Papas, desde Pablo VI en adelante, y que para la Iglesia católica son tales por ser obispos de Roma. Recibido y acompañado por Virginia Raggi, intendente de Roma, Francisco prolongó su visita por más de dos horas y media, durante las cuales se reunió con los administradores y concejeros comunales, a quienes dirigió un discurso, para luego asomarse a la plaza del Capitolio, obra de Miguel Ángel, saludando a los romanos presentes. Por último, saludó a los empleados de la Comuna.

En su discurso pronunciado en la sede del Concejo comunal, el Papa recordó el rol que la ciudad ha tenido en la difusión de la cultura y del arte en el mundo, en sus 2.800 años de historia.

Además, Roma “se ha vuelto, con el paso de los siglos, en el centro del Catolicismo”. “Esta ciudad ha acogido a estudiantes y peregrinos, turistas, refugiados y migrantes provenientes de todas las regiones de Italia y de numerosos países del mundo. Se ha convertido en un polo de atracción y en una bisagra. Bisagra entre el norte del continente y el mundo mediterráneo, entre la civilización latina y la germánica, entre las prerrogativas y las potestades reservadas a los poderes civiles y aquellas propias del poder espiritual. Se puede incluso afirmar que, gracias a la fuerza de las palabras evangélicas, aquí se ha inaugurado aquella próvida distinción, en el marco de un respeto mutuo y de colaboración por el bien de todos, entre la autoridad civil y la religiosa, que es lo que mejor se conforma a la dignidad de la persona humana y le ofrece espacios de libertad y de participación”.

“Roma, por tanto, en cierto sentido obliga al poder temporal y al espiritual a dialogar constantemente, a colaborar establemente en el marco de un respeto mutuo; y también requiere ser creativos, tanto en lo que hace al tejido cotidiano de buenas relaciones como a la hora de afrontar numerosos problemas, que la gestión de una herencia tan inmensa lleva necesariamente consigo”.

“Roma, ciudad hospitalaria, es llamada a afrontar este desafío propio de esta época, siguiendo el surco de su noble historia; a emplear sus energías para acoger e integrar, para transformar tensiones y problemas en oportunidades de encuentro y crecimiento. Que Roma, fecundada por la sangre de los Mártires, sepa extraer de su cultura, plasmada por la fe en Cristo, los recursos de creatividad y de caridad necesarios para superar los miedos, que arriesgan bloquear iniciativas y caminos posibles. Éstos podrían hacer florecer la ciudad, tender lazos de hermandad y crear ocasiones de desarrollo, tanto cívico como cultural, como económico y social. ¡Que no se tema a la bondad y la caridad! Ellas son creativas y generan una sociedad pacífica, capaz de multiplicar las fuerzas, de afrontar problemas con seriedad y con menos ansiedad, con mayor dignidad y respeto por cada uno, y a abrirse a nuevas ocasiones de desarrollo”.