30/08/2017, 11.35
VATICANO
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Papa: Sin alegría no hay evangelización. El llamado a cuidar de lo creado

En la audiencia general, el Papa Francisco se refiere al encuentro con Jesús como fuente de alegría, de vocación y de misión. Jesús “se muestra como un ‘incendiario’ de corazones”. “¿Qué clase de juventud es una juventud satisfecha, sin una pregunta por el sentido? Los jóvenes que no buscan nada no son jóvenes, han envejecido antes de tiempo”. “No nos concentremos en las personas desilusionadas e infelices”. Un Mensaje dado junto al patriarca Bartolomé I para pedir a todos “asumir una actitud respetuosa y responsable hacia lo creado”, y a los poderosos, “escuchar el clamor de la tierra y el grito de los pobres, que son quienes más sufren por los desequilibrios ecológicos”. 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - “Un discípulo del Reino de Dios que no sea alegre no evangeliza este mundo”: es uno de los puntos principales del discurso que el Papa Francisco pronunció esta mañana en la audiencia general, con más de 30.000 peregrinos reunidos en Plaza San Pedro, en torno al tema “La memoria de la vocación reaviva la esperanza”. Al final de la audiencia, el pontífice ha recordado que en ocasión de la Jornada del Cuidado de la Creación, que se celebra el 1ero de septiembre, junto al patriarca ecuménico Bartolomé I ha firmado un mensaje en el cual se invita a “todos a asumir una actitud respetuosa y responsable hacia lo creado” y se pide “a cuantos ocupan roles influyentes”, “escuchar el clamor de la tierra y el grito de los pobres, que son quienes más sufren por los desequilibrios ecológicos”.

El discurso de la catequesis del Papa toma como punto de partida el relato del primer encuentro de los discípulos con Jesús (Juan 1, 35-51), en el cuál Él pregunta a Juan y a Andrés “¿Qué buscan?”

“En los Evangelios, Jesús se muestra como un experto en el corazón humano -explicó. En ese momento él se había encontrado con dos jóvenes que estaban en una búsqueda, eran sanamente inquietos. En efecto, ¿qué clase de juventud es una juventud satisfecha, sin una pregunta por el sentido? Los jóvenes que no buscan nada no son jóvenes, han envejecido antes de tiempo. Y Jesús, a lo largo de todo el Evangelio, en todos los encuentros que tiene por el camino, se muestra como un “incendiario” de corazones. De aquí su pregunta, con la que procura hacer surgir el deseo de vida y de felicidad que todo joven lleva dentro de sí: “¿qué buscas?”

La vocación de Juan y Andrés comienza así: es el inicio de una amistad con Jesús de tal fuerza, que llega a imponer una vida en común y una pasión en común con Él. Los dos discípulos comienzan a estar con Jesús y enseguida se transforman en misioneros: tan cierto es esto, que sus respectivos hermanos –Simón y Santiago- muy pronto quedan implicados y lo siguen. Fue un encuentro tan conmovedor, tan feliz, que los discípulos siempre recordarán aquel día que iluminó y marcó un rumbo a su juventud”.  

 

“¿Cómo se descubre la vocación de uno en este mundo? Se la puede descubrir de tantas maneras, pero esta página del Evangelio nos dice que el primer indicador es la alegría del encuentro con Jesús. Matrimonio, vida consagrada, sacerdocio: cada vocación marca el inicio de un encuentro con Jesús que nos brinda una alegría y una esperanza nuevas; y nos conduce, incluso a través de pruebas y dificultades, a un encuentro cada vez más pleno con Él, y a la plenitud de la alegría.

El Señor no quiere hombres y mujeres que caminan tras Él de mala gana, sin llevar en el corazón el viento de la alegría. Jesús quiere personas que han experimentado que estar con Él brinda una felicidad inmensa, que se puede renovar cada día de la vida. Un discípulo del Reino de Dios que no sea alegre no evangeliza este mundo. Uno se vuelve predicador de Jesús, no afinando las armas de la retórica, sino custodiando en la mirada el brillo de la verdadera felicidad.

Por este motivo, el cristiano –como la Virgen María- custodia la llama de su enamoramiento. Es cierto, hay pruebas en la vida, hay momentos en que es necesario seguir adelante a pesar del frío y del viento en contra. Sin embargo, los cristianos conocen el camino que conduce a aquel fuego sagrado que los encendió de una vez y para siempre”.

“No nos concentremos en las personas desilusionadas e infelices –concluyó-; no escuchemos a quien recomienda cínicamente que no han de cultivarse esperanzas en la vida; no nos fiemos de quien apaga cualquier entusiasmo apenas nace, diciendo que no hay empresa que valga el sacrificio de toda una vida; no escuchemos a los ‘viejos’ de corazón que sofocan la euforia juvenil. Por el contrario, cultivemos las sanas utopías: Dios quiere que seamos capaces de soñar como Él y con Él, mientras caminamos bien atentos a la realidad. Soñar un mundo distinto. Y si un sueño se apaga, volver a soñarlo de nuevo, extrayendo la esperanza de la memoria de los orígenes.

He aquí, entonces, la dinámica fundamental de la vida cristiana: acordarse de Jesús, del fuego de amor con el cual un día concebimos nuestra vida como un proyecto bueno, y reavivar con esta llama nuestra esperanza”. 

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