Papa: con el Bautismo, recibimos el ‘sello espiritual indeleble’ de hijos de Dios

“Como nuestros padres nos han generado a la vida terrenal, así la Iglesia nos ha regenerado a la vida eterna en el Bautismo. Nos hemos vuelto hijos en su Hijo Jesús”. La vocación cristiana está toda aquí: vivir unidos a Cristo en la Santa Iglesia, siendo partícipes de la misma consagración para desarrollar la misma misión, en este mundo, dando frutos que duren para siempre”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Con el bautismo “se sepulta al hombre viejo, con sus pasiones engañosas, para que renazca una nueva creatura” y se impone “un sello espiritual indeleble”, que no se pierde jamás, aún cuando uno “se convierta en un bandido que asesina”, porque “Dios jamás reniega de sus hijos”.

Prosiguiendo con sus meditaciones sobre el bautismo, el Papa Francisco centró la catequesis de hoy en la “regeneración”. “La catequesis sobre el sacramento del Bautismo –dijo a las 20.000 personas presentes en plaza San Pedro para la audiencia general- hoy nos lleva a hablar del santo baño que va acompañado de la invocación a la Santísima Trinidad, es decir, el rito central que propiamente ‘bautiza’ –sumerge- en el Misterio Pascual de Cristo (cfr. Catecismo de la Iglesia Católica, 1239). El sentido de este gesto es reclamado por Pablo a los cristianos de Roma, en primer lugar, cuando pregunta: «¿No sabéis que todos los que hemos sido bautizados en Cristo Jesús, hemos sido bautizados en su muerte?», y luego, cuando responde: «Por medio del bautismo, hemos sido sepultados con él en la muerte, para que, así como Cristo fue resucitado de los muertos, también nosotros podamos caminar en una vida nueva» (Rm 6,3-4)”.

“¡La fuente bautismal es el lugar en donde se da la Pascua con Cristo! Es sepultado el hombre viejo, con sus pasiones engañosas (cfr Ef 4,22), para que renazca una nueva creatura; de verdad pasó lo viejo y todo es nuevo (cfr. 2Cor 5,17). En las ‘Catequesis’ atribuidas a Sn Cirilo de Jerusalén, a los flamantes bautizados se les explica de esta manera lo que ha sucedido en el agua del Bautismo: «En ese mismo instante habéis muerto y nacido, y la misma ola saludable se vuelve para vosotros sepulcro y madre» (n. 20, Mistagógica 2, 4-6: PG 33, 1079-1082). El renacimiento del hombre nuevo exige que sea reducido a polvo el hombre corrompido por el pecado. Las imágenes de la tumba y del vientre materno referidas a la fuente son bastante eficaces para expresar la grandeza del acontecimiento que se produce a través de los simples gestos del Bautismo. Me agrada citar la inscripción que se encuentra en el antiguo Baptisterio de Letrán, en la cual se lee, en latín, esta expresión atribuida al Papa Sixto III: “La Madre Iglesia da a luz virginalmente, mediante el agua, a los hijos que concibe por el soplo de Dios. Todos los que habéis renacido de esta fuente, esperad el reino de los cielos». Es hermoso, la Iglesia que nos hace nacer, que es vientre y madre”.

“Como nuestros padres nos han generado a la vida terrena, así la Iglesia nos ha regenerado a la vida eterna en el Bautismo. Nos hemos vuelto hijos en su Hijo Jesús (cfr. Rm 8,15; Gal 4,5-7). También sobre cada uno de nosotros, renacidos por el agua y por el Espíritu Santo, el Padre celestial hace resonar con infinito amor su voz que dice: «Tú eres mi hijo amado» (cfr Mt 3,17). Esta voz paterna, impercebtible para el oído, pero bien audible para el corazón de quien cree, nos acompaña para toda la vida, sin abandonarnos jamás”. “¡Renacidos como hijos de Dios, lo somos para siempre! En efecto, el Bautismo no se repite, porque imprime un sello espiritual indeleble: «Este sello no puede ser eliminado por ningún pecado, aún cuando el pecado impida que el Bautismo de frutos de salvación» (CIC, 1272). El sello del bautismo no se pierde jamás ”. Aunque uno se “vuelva un bandido, que asesina”, tampoco se pierde. “Dios jamás reniega de sus hijos”.

“Incorporados a Cristo por medio del Bautismo, los bautizados entonces son conformados a Él, «primogénito de muchos hermanos» (Rm 8,29). Mediante la acción del Espíritu Santo, el Bautismo purifica, santifica, justifica para formar en Cristo, siendo muchos, un solo cuerpo (cfr. 1Cor 6,11; 12,13). Lo expresa la unción del crisma, «que es signo del sacerdocio real del bautizado y de su incorporación a la comunidad del pueblo de Dios» (Rito del Bautismo de los Niños, Introducción, n. 18, 3). Por tanto, el sacerdote unge la cabeza de cada bautizado con el sagrado crisma, tras haber pronunciado estas palabras que explican su significado: «Dios mismo te consagra con el crisma de la salvación, para que, incorporado a Cristo, sacerdote, rey y profeta, seas siempre miembro de su cuerpo, para la vida eterna» (ibid., n. 71)”.

“La vocación cristiana está toda aquí: vivir unidos a Cristo en la Santa Iglesia, siendo partícipes de la misma consagración para desarrollar la misma misión, en este mundo, dando frutos que duran para siempre. Animado por el único Espíritu, de hecho, el pueblo de Dios participa de las celebraciones de Jesucristo, ‘Sacerdote, Rey y Profeta’, y lleva sobre sí las responsabilidades de la misión y del servicio que derivan de ello (cfr CIC, 783-786). ¿Qué significa participar del sacerdocio real y profético de Cristo? Significa hacer de sí una ofrenda agradable a Dios (cfr. Rm 12,1), dando testimonio de Él por medio de una videa de fe y de caridad (cfr. Lumen gentium, 12), poniéndose al servicio de los demás, siguiendo el ejemplo de Jesús, el Señor (cfr. Mt 20,25-28; Jn 13,13-17)”.

Por último, en el día de hoy el Papa elevó un nuevo pensamiento por Siria. En el saludo a los fieles árabes, Francisco invitó “a cultivar la devoción a la Madre de Dios, rezando todos los días el Rosario, rezando en particular por la paz en Siria y en el mundo entero”.