14/02/2017, 13.30
VATICANO
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Papa: coraje, oración y humildad son las características de los “verdaderos misioneros”, como Cirilo y Metodio

“La Palabra de Dios debe ser anunciada con esta franqueza, con esta fuerza…con coraje. La persona que no tiene coraje-coraje espiritual, coraje en el corazón, que no está enamorada de Jesús, y ¡desde allí viene el coraje!- no, dirá, sí, algo de interesante, algo de moral, algo que hará bien, un bien filantrópico, pero no está la Palabra de Dios”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Coraje, oración y humildad: estas son las características que caracterizan a los grandes “heraldos” que han ayudado a crecer a la Iglesia en el mundo. “Sembradores de Palabra”, “misioneros”, “verdaderos heraldos” para formar al pueblo de Dios, como lo fueron Cirilo y Metodio, que han  “hecho una Europa más fuerte”, de la cual son co-patrones, y que son festejados hoy por la Iglesia. Lo dijo el Papa Francisco en la misa cotidiana en la casa de santa Marta, comentando las figuras de Pablo y Bernabé, de los cuales habla la Primera Lectura de hoy y del Evangelio de Lucas, con los “setenta y dos discípulos enviados por el Señor de dos en dos”.

El primer aspecto del “enviado” que Francisco puso en luz es la “franqueza”, que incluye “fuerza y coraje”. “La Palabra de Dios no se puede llevar como una propuesta- ‘pero, si te gusta…’-o como una idea filosófica o moral, buena- ‘pero, tú puedes vivir así…’…No. Es otra cosa. Necesita ser propuesta con esta franqueza, con aquella fuerza, para que la Palabra penetre, como dice el mismo Pablo, hasta los huesos. La Palabra de Dios debe ser anunciada con esta franqueza, con esta fuerza…con coraje. La persona que no tiene coraje-coraje espiritual, coraje en el corazón, que no está enamorada de Jesús y ¡de ahí viene el coraje!- no, dirá, sí, algo interesante, algo moral, algo que hará bien, un bien filantrópico, pero allí no está la palabra de Dios. Y esta es incapaz, esta palabra, de formar el pueblo de dios. Sólo la Palabra de Dios proclamada con esta franqueza, con este coraje es capaz de formar el pueblo de Dios”.

Del Evangelio de Lucas, cap. 10, son tratados las otras dos características propias de los “heraldos” de la Palabra de Dios. Un Evangelio “un poco extraño” lo definió el Papa, porque está rico de elementos acerca del anuncio. “La mies es abundante, pero los trabajadores pocos”. “Recen por lo tanto al señor de la mies para que mande obreros a su mies”, repite Francisco y es así por lo tanto, después del coraje a los misioneros se necesita la “oración”. “La Palabra de Dios va proclamada acompañada por la oración, también. Siempre. Sin oración, tú podrás hacer una bella conferencia, una bella instrucción: ¡Buena, buena! Pero no es la Palabra de Dios. Solamente de un  corazón en oración puede surgir la Palabra de Dios. La oración, para que el Señor acompañe este sembrar la Palabra, para que el Señor riegue la semilla para que crezca la Palabra. Las Palabra de Dios va proclamada con oración: la oración de aquello que anuncia la Palabra de Dios”.

En el Evangelio está escrito también “un tercer aspecto interesante”. El Señor envía a los discípulos “como corderos entre los lobos”. “El verdadero predicador es aquel que se reconoce débil, que sabe que no puede defenderse por sí mismo. “Tú vas como cordero entre los lobos”. ‘Pero, Señor, ¿para qué me coman?- Tú, ¡ve! Este es el camino’. Y creo que sea Crisóstomo el que hace una reflexión muy profunda, cuando dice: defiéndete solo’ Cuando el predicador se cree demasiado inteligente y cuando aquel que tiene la responsabilidad de llevar adelante la Palabra de Dios quiere hacerse el astuto, ‘Ah, ¡yo me las arreglo con esta gente! Y así terminará mal. O negociará la palabra de Dios: a los potentes, a los soberbios”.

Y para subrayar la humildad de los grandes heraldos, Francisco citó un episodio que le contaron a él de parte de uno que “se vanagloriaba de predicar bien la Palabra de Dios y se sentía un lobo”. Y después de esta hermosa prédica, dice el Papa, “fue al confesionario y cayó un pescado grande, un gran pecador y lloraba…quería pedir perdón”. Y “este confesor comenzó a inflarse de vanidad” y la “curiosidad” le hizo preguntar cuál fue la Palabra que fue pronunciada lo hubiese conmovido “a tal punto que lo llevó a arrepentirse”. “Fue cuando él dijo pasemos a otro argumento”. “No sé si sea verdad”, comentó Francisco, pero ciertamente es verdad que “se termina mal” si se lleva la Palabra de Dios, “sintiéndose seguro de sí mismo y no como un cordero” que será el Señor quien lo defenderá. Por lo tanto, es esta la misión de la iglesia y de los grandes heraldos, “que han sembrado y han ayudado a crecer a la Iglesias en el mundo, fueron hombres valientes, de oración y humildes”. Que nos ayuden los santos Cirilo y Metodio, fue la oración final del Papa, “a proclamar la Palabra de Dios” según estos criterios como lo hicieron ellos.

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