11/03/2020, 17.38
VATICANO
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Papa: coronavirus, gracias al personal médico, a los voluntarios y a aquellos que rezan

Audiencia general en la era del coronavirus. “Afrontar cada situación, inclusive la más difícil, con fortaleza, responsabilidad y esperanza”. Que la epidemia no nos haga olvidar a los “pobres sirios” que están sufriendo en la frontera entre Grecia y Turquía. Hasta en la persona más corrupta hay un anhelo de bien. 

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Una vez más, los enfermos y el personal de la Salud ocuparon el pensamiento de Papa Francisco. Al término de la audiencia general, él agradeció a todos los cristianos que “rezan por este momento”. Y una vez más surgió un pensamiento por Siria y por todos los que se encuentran detenidos en la frontera entre Turquía y Grecia.  

Una audiencia general en la era del coronavirus: la Plaza San Pedro, vacía; y ni una sola persona en el Aula Pablo VI. También las pantallas gigantes montadas en la plaza hoy se vieron vacías, para evitar las aglomeraciones. Hubo apenas 10 personas  – sacerdotes - en la Biblioteca Privada del Papa (en la foto, de Vatican News). En  su reflexión, el pontífice retomó el ciclo de catequesis sobre las Bienaventuranzas, y el centro de su meditación fue la cuarta bienaventuranza: “Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados" (Mt 5, 6).

"El hambre y la sed - dice Francisco - son necesidades primarias, se trata de la supervivencia. Hay que subrayarlo: aquí, no se trata de un deseo genérico, sino de una exigencia, vital y cotidiana como es el alimento. Pero, ¿qué significa tener hambre y sed de justicia? Por cierto, no estamos hablando de los que quieren venganza; es más, es la bienaventuranza anterior nos habíamos referido a la mansedumbre. Sin duda, las injusticias hieren la humanidad; la sociedad humana tiene una urgencia de equidad, verdad y justicia social; también debemos recordar que el mal que padecen las mujeres y los hombres del mundo llegan hasta el corazón de Dios Padre. ¿Qué padre no sufriría al ver el dolor de sus hijos? Las Escrituras hablan del dolor de los pobres y de los oprimidos, que Dios conoce y comparte. Por haber escuchado el grito de opresión elevado por los hijos de Israel. – como recuerda el Libro del Éxodo, (cfr 3,7-10) – Dios ha bajado a liberar a su pueblo”. 

“Sin embargo, el hambre y la sed de justicia de la que habla el Señor es mucho más profunda que la legítima necesidad de justicia humana que cualquier hombre lleva en su corazón  En el mismo ‘sermón de la montaña”, poco más adelante, Jesús habla de una justicia más grande que el perfeccionamiento humano o que la perfección profesional. “Si vuestra justicia no supera la de los escribas y fariseos, no entraréis en el Reino de los cielos» (Mt 5,20). Es la justicia que viene de Dios (cfr 1 Cor 1,30)”.

“En las Escrituras se expresa una sed más profunda que física, un deseo que está en la raíz de nuestro ser. En cada corazón, e incluso en la persona más corrupta y alejada del bien -prosigue Francisco - se esconde un anhelo de ir hacia la luz, aún cuando uno se encuentre bajo los escombros de los engaños y errores; pero siempre está la sed de la verdad y del bien, que es sed de Dio. Es el Espíritu Santo que suscita esta sed: es ël el agua viva que ha dado forma a nuestro polvo, y es Él el soplo creador que le ha dado vida. Es por eso que la Iglesia es enviada, para anunciar a todos la Palabra de Dios, impregnada del Espíritu Santo. Porque el Evangelio de Jesucristo es la mayor justicia que se pueda brindar al corazón de la humanidad, que tiene una necesidad vital, aún cuando no se dé cuenta de ello. Por ejemplo, cuando un hombre y una mujer se casan, tienen la intención de hacer algo grande y bello. Y si conservan viva esta sed, siempre hallarán el camino para salir adelante, en medio de los problemas, con la ayuda de la Gracia”. 

"¡También los jóvenes tienen esta hambre, y no deben perderla! Es necesario proteger y alimentar en el corazón de los niños ese deseo de amor, de ternura, de aceptación que expresan en sus impulsos sinceros y luminosos. Cada persona está llamada a redescubrir lo que realmente importa, lo que realmente necesita, lo que hace que la vida sea buena y, al mismo tiempo, lo que es secundario y de lo que puede prescindir. Jesús proclama en esta bienaventuranza que hay una sed que no será defraudada; una sed que, si se satisface, será satisfecha y siempre tendrá éxito, porque corresponde al mismo corazón de Dios, a su Espíritu Santo que es el amor".

En el saludo a los italianos, por último, el estímulo "para afrontar cada situación, incluso la más difícil, con fortaleza, responsabilidad y esperanza". Y el pensamiento para los enfermos, para los que los curan, para los sirios. "En este momento - las palabras del Papa - me gustaría dirigirme a todos los enfermos que tienen el virus y que sufren la enfermedad, y a los muchos que sufren la incertidumbre sobre sus propias enfermedades. Mi más sincero agradecimiento al personal del hospital, a los médicos, enfermeras y enfermeros, a los voluntarios que están al lado de las personas que están sufriendo en este momento tan difícil. Agradezco a todos los cristianos, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad que rezan por este momento, todos unidos, cualquiera que sea la tradición religiosa a la que pertenezcan. Gracias desde el fondo de mi corazón por este esfuerzo".

Pero no quisiera que este dolor, esta epidemia tan fuerte, nos hiciera olvidar a los pobres sirios, que sufren en la frontera entre Grecia y Turquía: un pueblo que ha sufrido durante años. Deben huir de la guerra, del hambre, de la enfermedad. No olvidemos a los hermanos y hermanas, tantos niños, que están sufriendo allí".

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