31/12/2017, 19.12
VATICANO
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Papa: damos gracias a Dios por el 2017, y aún cuando el hombre lo haya ‘malgastado y herido’, hay quien obra por el bien común

“Las guerras son el signo evidente de este orgullo reincidente y absurdo. Pero lo son también todas las pequeñas y grandes ofensas a la vida, a la verdad, a la fraternidad, que causan múltiples formas de degradación humana, social y ambiental”. “Pero esta noche prevalece la gracia de Jesús y su reflejo en María”. Al dar gracias a Dios, también ha de expresarse un reconocimiento por todos los artesanos del bien común”. 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El 2017, “que Dios nos había donado íntegro y sano, los humanos lo hemos malgastado y herido con obras de muerte, con mentiras e injusticias”, pero al mirar el año transcurrido prevalece “un sentimiento de gratitud, como la única respuesta humana digna del don inmenso” que Dios nos ha entregado al encarnarse. Es la reflexión con la cual el Papa Francisco ha querido concluir el año, en el solemne “Te Deum” de acción de gracias, celebrado en la basílica de San Pedro. A la oración, que concluye las primeras Vísperas de la solemnidad de María, Santísima Madre de Dios, le siguió la exposición del Santísimo Sacramento y la visita del Papa al pesebre dispuesto en la plaza San Pedro.

“Las guerras –siguió diciendo Francisco –son el signo evidente de este orgullo reincidente y absurdo. Pero también lo son todas las pequeñas y grandes ofensas a la vida, a la verdad, a la fraternidad, que causan múltiples formas de degradación humana, social y ambiental. Por todo esto, queremos y debemos asumir nuestra responsabilidad, ante Dios, ante los hermanos y ante lo creado”. “Pero esta noche, prevalece la gracia de Jesús y su reflejo en María. Y prevalece, por lo tanto, la gratitud, que, como obispo de Roma, siento en el corazón, pensando en la gente que vive con el corazón abierto en esta ciudad”.

Gente que, “no de palabra, sino con hechos” se dedica al bien común con su comportamiento y también educando a los jóvenes en una “ética de la responsabilidad”.

María, subrayó el Papa, ha sido “la primera en experimentar esta sensación de plenitud donada por la presencia de Jesús. A través de ella, por así decir, ha surgido la plenitud del tiempo: a través de su corazón humilde y lleno de fe, a través de su carne totalmente impregnada del Espíritu Santo.  De ella, la Iglesia ha heredado, y continuamente hereda, esa percepción interior de la plenitud, que alimenta un sentimiento de gratitud, como única respuesta humana digna del don inmenso de Dios. Una gratitud que abrasa, y que, partiendo de la contemplación de aquél Niño envuelto en pañales y colocado en un pesebre, se extiende a todo y a todos, al mundo entero. Es un ‘gracias’ que refleja la Gracia; no viene de nosotros, sino de Él; no viene del yo, sino de Dios, e involucra al yo y al nosotros. En esta atmósfera creada por el Espíritu Santo, elevamos a Dios la acción de gracias por el año que llega a su término, reconociendo que todo el bien es don suyo”.

 

“Asimismo, este tiempo del año 2017, que Dios nos había donado íntegro y sano, los seres humanos lo hemos malgastado y herido de tantas maneras, con obras de muerte, con mentiras e injusticias. Las guerras son el signo flagrante de este orgullo reincidente y absurdo.  Pero lo son también todas las pequeñas y grandes ofensas a la vida, a la verdad, a la fraternidad, que causan múltiples formas de degradación humana, social y ambiental. Por todo esto, debemos asumir nuestra responsabilidad, ante Dios, ante los hermanos y ante la creación”.

“Pero esta noche prevalece la gracia de Jesús y su reflejo en María. Y prevalece, por lo tanto, la gratitud que, como Obispo de Roma, siento en el corazón, al pensar en la gente que vive con el corazón abierto en esta ciudad. Tengo un sentimiento de simpatía y de gratitud por todas aquellas personas que cada día contribuyen con pequeños, pero preciosos gestos concretos, al bien de Roma: tratan de cumplir su deber de la mejor manera posible, se mueven con criterio y prudencia en medio del tráfico, respetan los lugares públicos y señalan aquellas cosas que no funcionan bien, están atentos a las personas ancianas o a aquellas que atraviesan dificultades, y cosas por el estilo. Estos, como miles de otros comportamientos, expresan, concretamente, el amor por la ciudad. Sin discursos, sin publicidad, pero con un estilo de educación cívica practicada en lo cotidiano.  Y de esta manera, cooperan silenciosamente para el bien común. Asimismo, siento en mí un gran aprecio por los padres, los docentes y todos los educadores que, con este mismo estilo, tratan de formar a los niños y a los jóvenes en el sentido cívico, en una ética de la responsabilidad, educándolos para sentirse parte de, ocuparse de e interesarse por la realidad que los rodea”.  

“Estas personas, aunque no son noticia, son la mayor parte de la gente que vive en Roma. Y entre ellos no son pocos los que se hallan en condiciones de estrechez económica; y sin embargo, no se echan a llorar sobre sus penas, y tampoco albergan resentimientos ni rencores, sino que se esfuerzan por hacer cada día su parte para mejorar un poco las cosas. Hoy –concluyó Francisco- en la acción de gracias a Dios, los invito a expresar, también, un reconocimiento por todos estos artesanos del bien común, que aman su ciudad no de palabra, sino con hechos”. 

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