28/10/2017, 14.06
VATICANO
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Papa: derecho humanitario y conciencia para aliviar las atrocidades de las guerras

La protección de las víctimas de los conflictos frente a los "testimonios de crímenes atroces, de verdaderos y propios ultrajes a la persona y a su dignidad, cometidas en el desprecio de toda consideración elemental de humanidad." "Es necesaria una conversión de los corazones, una apertura a Dios y al prójimo, que impulse a las personas a superar la indiferencia y a vivir la solidaridad, como virtud moral y actitud social, de la cual puede brotar un compromiso en favor de la humanidad que sufre".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Ante la evidencia de terribles atrocidades y destrucción que afectan a las personas y cosas envueltas en los conflictos, es necesario hacer " ulteriores desarrollos" en el derecho internacional humanitario, y también orar y empujar por la reactivación de la conciencia moral. Es la advertencia hecha por el Papa a los participantes en la tercera Conferencia del derecho internacional humanitario que tiene lugar en Roma, dedicado al tema de la protección de los civiles en los conflictos – El Papel de las organizaciones humanitarias y de la sociedad civil, y se centra en el papel que la sociedad civil en general y las organizaciones humanitarias en particular estén cubiertos por el derecho internacional y el derecho internacional humanitario.

"Este tema - dijo Francesco - es particularmente significativo en ocasión del 40 aniversario de la adopción de los dos Protocolos adicionales a los Convenios de Ginebra relativos a la protección de las víctimas de los conflictos armados", firmado por la Santa Sede "para fomentar una" humanización de los efectos de los conflictos armados".

La Santa Sede, sin embargo, continuó, es "consciente de las omisiones y vacilaciones" que aún existen en la "protección de las víctimas de los conflictos armados internos" y "sigue considerando estas herramientas como una puerta abierta a un mayor desarrollo del derecho internacional humanitario". Demasiado a menudo, de hecho, ha subrayado, “provienen de diferentes escenarios de guerra, testimonios de crímenes atroces, de verdaderos y propios ultrajes a la persona y a su dignidad, cometidas en el desprecio de toda consideración elemental de humanidad. Las imágenes de personas sin vida, de cuerpos mutilados o decapitados, de nuestros hermanos y hermanas torturados, crucificados, quemados vivos, cuyos restos mortales son ultrajados, interpelan la conciencia de la humanidad. Por otra parte, se suceden noticias de antiguas ciudades, con sus milenarios tesoros culturales, reducidas a cúmulos de escombros, de hospitales y escuelas que son blanco de ataques deliberados y destructores, privando de este modo a generaciones enteras de su derecho a la vida, a la salud y a la educación. ¡Cuántas iglesias y otros lugares de culto son objeto de agresiones precisas, a menudo durante las celebraciones litúrgicas, con numerosas víctimas entre los fieles y los ministros reunidos en oración, en violación del derecho fundamental a la libertad de religión!".

Y a veces, continuó, "la difusión de esta información puede dar lugar a una cierta saturación que adormece y, en cierta medida, relativiza la gravedad de los problemas, por lo que es más difícil de mover a compasión y abrir su propia conciencia en el sentido de la solidaridad".

"Para que ello suceda, es necesaria una conversión de los corazones, una apertura a Dios y al prójimo, que impulse a las personas a superar la indiferencia y a vivir la solidaridad, como virtud moral y actitud social, de la cual puede brotar un compromiso en favor de la humanidad que sufre. Al mismo tiempo, sin embargo, es alentador ver las numerosas manifestaciones de solidaridad y caridad que no faltan en tiempos de guerra. Hay tantas personas, tantos grupos caritativos y organizaciones no gubernamentales, en la Iglesia y fuera de ella, cuyos miembros afrontan fatigas y peligros para socorrer a los heridos y a los enfermos, para enterrar a los difuntos, para dar de comer a los hambrientos y de beber a los sedientos, para visitar a los detenidos. Verdaderamente el socorro a las poblaciones víctimas de los conflictos suma las diversas obras de misericordia, sobre las cuales seremos juzgados al final de la vida. Puedan las organizaciones humanitarias actuar siempre en conformidad con los principios fundamentales de humanidad, imparcialidad, neutralidad e independencia. Anhelo, por lo tanto, que tales principios, que constituyen el corazón del derecho humanitario, puedan ser acogidos en las conciencias de los combatientes y de los operadores humanitarios para ser traducidos a la práctica. Y que allí donde el derecho humanitario conoce hesitaciones y omisiones, sepa la conciencia individual reconocer el deber moral de respetar y proteger la dignidad de la persona humana en toda circunstancia, en especial en las situaciones en las cuales está fuertemente amenazada. Para que ello sea posible, quisiera recordar la importancia de la oración y la de asegurar, junto con la formación técnica y jurídica, el acompañamiento espiritual de los combatientes y de los operadores humanitarios”.

 

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