Papa: el cristiano debe “acercarse” a quien sufre para restituirle su dignidad

Siguiendo el ejemplo de Jesús se necesita compadecerse, esto es sufrir junto a los necesitados, no ayudarlos “desde lejos”, porque quien está sucio, “no se ducha”, “huele”. Con la “oración de la intercesión”, con nuestro “trabajo” de cristianos, debemos ser capaces de ayudar a la gente que sufre, para que “sea restituida a la sociedad”, a la vida de familia”, de trabajo; en concreto. A la “vida cotidiana”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Compadecer, o sea sufrir juntos, acercarse, restituir a las personas su dignidad: es la actitud que el cristiano debería tener frente a quien sufre, o está en la necesidad. Lo dijo el Papa Francisco durante la misa celebrada esta mañana en la casa S. Marta comentando la narración del Evangelio de hoy (Lucas), dedicada a la narración de la resurrección del hijo de la viuda de Nain realizado por Jesús.

“La compasión es un sentimiento que involucra, es un sentimiento del corazón, de las vísceras, involucra todo. No es lo mismo que la “pena”, o de… “¡qué lástima, pobre gente!”. No, no es lo mismo. La compasión involucra. Es sufrir con”. Esto es la compasión. Recordado que en el Antiguo Testamento los “más pobres de los esclavos” fuesen justamente las viudas, los huérfanos, los extranjeros, los forasteros. Francisco agregó: “El Señor se involucra con una viuda y con un huérfano… Pero dime, tú tienes toda esta multitud aquí, ¿Por qué no le hablas a la multitud? Deja… la vida es así… son tragedias que suceden, acontecen…No. Para Él era más importante aquella viuda y aquel huérfano muerto, que la multitud a la cual Él estaba hablando y que los seguía, ¿Por qué? Porque su corazón, sus vísceras se involucraron. El Señor, con su compasión, se involucró en este caso. Tuvo compasión”.

La compasión por lo tanto alienta “a acercarse”, reafirmó el Papa: se pueden ver tantas cosas pero no acercarse a ellas. “Acercarse y tocar la realidad. Tocar. No mirar desde lejos. Tuvo compasión-primera palabra- se acercó- segunda palabra. Luego hace el milagro y Jesús no dice: “Hasta luego, yo continúo mi camino”: ¡No!. Toma al joven y ¿qué le dice? Nada, ‘lo restituye a su madre’: restituir, la tercera palabra. Jesús hace el milagro para restituir, para poner en su propio lugar a las personas. Es aquello que ha hecho con la redención. Tuvo compasión-Dios tuvo compasión- se acercó a nosotros en su Hijo y restituyó a todos nosotros la dignidad de hijos de Dios. Nos ha recreado a todos”.

La exhortación es “hacer lo mismo”, seguir el ejemplo de Cristo, acercarse a los necesitados, no ayudarlos “desde lejos”, porque quien está sucio, “no se ducha”, “huele”.

“Tantos veces miramos en los noticieros y las tapas de los periódicos, las tragedias…pero mira, en aquel país los niños no tiene qué comer, en aquel país las mujeres son esclavizadas; en aquel país…¡Oh! ¡Qué calamidad! Pobre gente…Doy vuelta la página y paso a la novela, a la telenovela que viene después. Y esto, no es cristiano. Y la pregunta que yo haría ahora es, mirando a todos, también a mí: ¿Yo soy capaz de compasión? ¿De rezar? Cuando veo estas cosas, que me las traen a casa, a través de los medios… ¿Se me mueven las vísceras? El corazón padece con esas ´personas o siento pena y digo: ‘pobre gente’, y así…’ Y si no puedes tener compasión, pedir la gracia. “Señor, ¡dame la gracia de la compasión”!

Con la “oración de intercesión”, con nuestro “trabajo” de cristianos, concluyó Francisco, debemos ser capaces de ayudar a la gente que sufre, para que “venga restituida a la sociedad”, a la “vida de familia”, de trabajo; en concreto: a la “vida cotidiana”.