02/01/2019, 12.24
VATICANO
Enviar a un amigo

Papa: el cristiano es el que está frente a un Dios que pide que lo llamen Padre

“Todas las personas capaces de amor, los trabajadores de la paz que hasta entonces quedaban al margen de la historia, ahora, en cambio, se vuelven constructores del Reino de Dios. Es como si Jesús dijera: ¡sigan adelante ustedes, que llevan en el corazón el misterio de un Dios que ha revelado su omnipotencia en el amor y en el perdón! La novedad del Evangelio florece a partir de este portal de ingreso, que da vuelta los valores de la historia”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El cristiano “no es alguien que se esfuerza por ser más bueno que los demás: sabe que él es un pecador como todos”, pero es el hombre que se detiene ante la revelación de un Dios que “pide que sus hijos lo invoquen con el nombre de ‘Padre’, que pide dejarse renovar por su poder y reflejar un rayo de su bondad sobre este mundo tan sediento de bien, que anhela tanto las noticias bellas”. Es la ‘presentación’ del Padre Nuestro tal como la describe Mateo, en el centro del sermón de la montaña (cfr. Mt 6, 9-13), sobre la cual Francisco habló esta mañana en la audiencia general.  

Prosiguiendo con la catequesis dedicada al Padre Nuestro, Francisco se dirigió a las ocho mil personas presentes en el aula Pablo VI y les dijo que “la ubicación es muy significativa; porque en esta larga enseñanza, que se conoce con el nombre del ‘Sermón de la montaña’ (cfr. Mt 5, 1-7, 27), Jesús condensa los aspectos fundamentales de su mensaje. El comienzo es como un arco decorado para una fiesta: las Bienaventuranzas. Jesús corona de felicidad a una serie de categorías de persona que en su época -¡pero también en la nuestra!- no eran muy bien consideradas. Felices los pobres, los mansos, los misericordiosos, las personas humildes de corazón… Esta es la revolución del Evangelio. Donde está el Evangelio, hay revolución”.

“Todas las personas capaces de amor, los que trabajan por la paz, que hasta entonces habían quedado al margen de la historia son, en cambio, constructores del Reino de Dios. Es como si Jesús dijese: ¡adelante ustedes, que llevan en el corazón el misterio de un Dios que ha revelado su omnipotencia en el amor y en el perdón! Desde este portal de ingreso, que da vuelta los valores de la historia, florece la novedad del Evangelio. Su ley no debe ser abolida, pero requiere de una nueva interpretación, que la reconduzca a su sentido originario. Si una persona tiene buen corazón y está predispuesta al amor, entonces comprende que cada palabra de Dios debe ser encarnada hasta las últimas consecuencias. El amor no tiene fronteras: se puede amar al cónyuge, al amigo y hasta al enemigo de uno con una perspectiva totalmente nueva. Jesús dice: «Amen a sus enemigos y recen por quienes los persiguen, para que sean hijos de Su padre que está en los cielos; él hace surgir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos» (Mt 5,44-45)”.

“He aquí el gran secreto que está en la base de todo el sermón de la montaña: sean hijos de Su Padre que están en el cielo. Aparentemente, estos capítulos del evangelio de Matero parecieran ser un discurso moral, parecen evocar una ética tan exigente al punto de resultar impracticable y, en realidad, descubrimos que son fundamentalmente un discurso teológico. El cristiano no es alguien que se esfuerza en ser mejor que los demás: sabe que es pecador como todos. El cristiano es simplemente aquél hombre que se detiene ante la zarza ardiente, ante la revelación de un Dios que no lleva el enigma de un nombre impronunciable, sino que pide a sus hijos que lo invoquen con el nombre de ‘Padre’, que se dejen renovar por su poder y que reflejen un rayo de su bondad sobre este mundo tan sediento de bien, que anhela tanto noticias bellas”.  

“Y así es como Jesús introduce la enseñanza de la oración del ‘Padre Nuestro’. Lo hace al poner distancia entre dos grupos de su época.

Ante todo, los hipócritas: «No sean como los hipócritas que en las sinagogas y en las plazas aman rezar de pie, para ser vistos por la gente» (Mt 6,5)”.

“Y cuántas veces vemos el escándalo de esas personas que van a la iglesia y se pasan todo el día allí o que van todos los días y luego viven odiando a los demás o hablando mal de la gente. ¡Esto es un escándalo! ¡Mejor no ir a la iglesia entonces! Si vives así, eres como un ateo. Pero si tú vas a la iglesia, entonces vive como un hijo, como un hermano y da un testimonio verdadero, y no un contra-testimonio”.

“Hay gente que es capaz de componer plegarias ateas, sin Dios: hacen esto para ser admirados por los hombres. La plegaria cristiana, por el contrario, no tiene como testigo creíble más que la propia conciencia, donde se entreteja un continuo diálogo con el Padre: «Cuando ores, ve a tu cuarto, cierra la puerta y reza a Tu Padre, que está en lo secreto» (Mt 6,6). Luego, Jesús toma distancia de la oración de los paganos: «No habléis mucho: ellos creen que a fuerza de muchas palabras serán escuchados» (Mt 6,7). Quizás, aquí Jesús alude a aquella ‘captatio benevolentiae’ que era la premisa necesaria de tantas oraciones antiguas; la divinidad debía ser de alguna manera aplacada con una extensa serie de alabanzas”.

“Y también yo pienso en muchos cristianos, que creen que rezar es – ¡discúlpenme por la expresión, eh! -  ‘hablarle a Dios como loros’. No. Rezar es algo que se hace de corazón, desde dentro. Tú, en cambio, cuando reces, dirígete a Dios como un hijo a su padre, que sabe qué necesita [el hijo] incluso antes de que éste se lo pida (cfr. Mt 6,8).

“¡Es bello pensar que nuestro Dios no necesita recibir sacrificios para conquistar su favor! Él no necesita nada, nuestro Dios: en la oración lo único que pide es que tengamos abierto un canal de comunicación con Él, para que podamos descubrirnos siempre como hijos suyos amadísimos. Y Él nos ama mucho”.  

Luego de un colorido paréntesis festivo ofrecido por los artistas del Circo de Cuba, “que –dijo el Papa- llevan belleza, que nos hace más buenos y nos lleva a Dios”, en los saludos en italiano, Francisco recordó la próxima celebración de la Epifanía, e invitó a imitar a los Magos, alzando la mirada al cielo, pues “sólo así lograremos ver la estrella que nos invita a recorrer los caminos del bien”. 

TAGs
Enviar a un amigo
Vista para imprimir
CLOSE X
Ver también
​Obispo de Bangalore: En Navidad compartamos la alegría de Dios con aquellos que nos hacen el mal
23/12/2015
Papa: El hombre nos es dueño del tiempo, que pertenece a Dios
26/11/2013
Papa a las víctimas del terremoto: “Apenas sea posible también yo espero ir a visitarlos”
28/08/2016 13:40
Cardenal Chow: algún día todos los católicos chinos podrán rezar en el mismo lugar
20/11/2023 15:12
Papa: el ‘pan’ que pedimos a Dios no es ‘mío’, sino ‘nuestro’
27/03/2019 13:03


Newsletter

Suscríbase a la newsletter de Asia News o cambie sus preferencias

Regístrese
“L’Asia: ecco il nostro comune compito per il terzo millennio!” - Giovanni Paolo II, da “Alzatevi, andiamo”