13/09/2017, 11.41
VATICANO
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Papa: el viaje a Colombia, para bendecir el esfuerzo de reconciliación

Un país que tiene fuertes raíces cristianas, pero donde “es evidente que el Maligno ha querido dividir al pueblo para destruir la obra de Dios”. “La paz se funda también, y sobre todo, en la sangre de tantos testigos del amor, de la verdad, de la justicia, y también de mártires verdaderos, asesinados por la fe”, como Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, obispo, y Pedro María Ramírez Ramos, sacerdote, beatificados en Villavicencio”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Con el viaje a Colombia “he querido bendecir el esfuerzo de este pueblo, confirmarlo en la fe y en la esperanza, y recibir su testimonio, que es una riqueza para mi ministerio y para toda la Iglesia”. El Papa Francisco ha dedicado el discurso de la audiencia general de hoy, al viaje apostólico que acaba de realizar a un país que tiene fuertes raíces cristianas, pero donde “es evidente que el Maligno ha querido dividir al pueblo para destruir la obra de Dios, pero es también evidente que el amor de Cristo, su infinita Misericordia es más fuerte que el pecado y que la muerte”.

Ante las 30.000 personas presentes en Plaza San Pedro, Francisco ha subrayado, en particular, el camino de reconciliación “que Colombia está viviendo para salir de medio siglo – de medio siglo – de conflictos internos, que ha sembrado sufrimiento y enemistad, causando tantas heridas, difíciles de cicatrizar. Pero con la ayuda de Dios el camino está ya iniciado. Con mi visita he querido bendecir el esfuerzo de este pueblo, confirmarlo en la fe y en la esperanza, y recibir su testimonio, que es una riqueza para mi ministerio y para toda la Iglesia”.

El Papa – que de la visita también lleva el “recuerdo” visible de un ojo negro, por un pequeño incidente que le sucedió el domingo, último día de su visita- dijo haber sentido, ante todo, “la continuidad con los dos Papas que antes de mí han visitado Colombia: el Beato Pablo VI, en 1968, y San Pablo II, en 1986. Una continuidad fuertemente animada por el Espíritu, que guía los pasos del pueblo de Dios por los caminos de la historia”.

Tras recordar que el lema del viaje ha sido ‘Demos el primer paso’, referido al proceso de reconciliación, Francisco agregó que el mismo fue realizado “para llevar la bendición de Cristo, la bendición de la Iglesia sobre el deseo de vida y de paz que rebosa del corazón de esta Nación: lo he podido ver en los ojos de los miles y miles de niños, jóvenes y muchachos que han llenado la Plaza de Bogotá y que he encontrado por todas partes; esa fuerza de vida que también la naturaleza misma proclama con su exuberancia y su biodiversidad. Colombia es el segundo país en el mundo por biodiversidad. En Bogotá he podido encontrar a todos los Obispos del país y también al Comité Directivo del Consejo Episcopal Latinoamericano. Agradezco a Dios por haberlos podido abrazar y por haberles dado mi aliento pastoral, por su misión al servicio de la Iglesia, sacramento de Cristo, nuestra paz y nuestra esperanza”.

“La jornada dedicada de modo particular al tema de la reconciliación, momento culminante de todo el Viaje, se ha desarrollado en Villavicencio. En la mañana se realizó la gran celebración eucarística, con la beatificación de los mártires Jesús Jaramillo Monsalve, Obispo, y Pedro María Ramírez Ramos, sacerdote; por la tarde, la especial Liturgia de Reconciliación, simbólicamente orientada hacia el Cristo de Bojayá, sin brazos y sin piernas, mutilado como su pueblo. La beatificación de los dos Mártires ha recordado plásticamente que la paz se funda también, y sobre todo, en la sangre de tantos testigos del amor, de la verdad, de la justicia, y también de mártires verdaderos, asesinados por la fe, como los dos que acaban de ser citados. Escuchar sus biografías ha sido conmovedor hasta las lágrimas: lágrimas de dolor y de alegría juntas. Ante sus Reliquias y sus rostros, el santo pueblo fiel de Dios ha sentido fuertemente su propia identidad, con dolor, pensando en las tantas, muchas víctimas, y con alegría, por la misericordia de Dios, que se extiende sobre quienes le temen (Cfr. Lc 1,50). «Misericordia y verdad se encontrarán, justicia y paz se besarán» (Sal 85,11), que hemos escuchado al inicio. Este versículo del salmo contiene la profecía de lo que ha sucedido el viernes pasado en Colombia; la profecía y la gracia de Dios para este pueblo herido, para que pueda resurgir y caminar en una vida nueva. Estas palabras proféticas llenas de gracia, las hemos visto encarnadas en las historias de los testimonios, que han hablado en nombre de tantos y tantos que, a partir de sus heridas, con la gracia de Cristo han salido de sí mismos y se han abierto al encuentro, al perdón, a la reconciliación".

"En Medellín la perspectiva ha sido la de la vida cristiana como discipulado: la vocación y la misión. Cuando los cristianos se comprometen totalmente en el camino del seguimiento de Jesucristo, se hacen verdaderamente sal, luz y levadura en el mundo, y los frutos son abundantes. Uno de estos frutos son los Hogares, es decir, las Casas donde los niños y los jóvenes heridos por la vida pueden encontrar una nueva familia, donde son amados, acogidos, protegidos y acompañados. Y otros frutos, abundantes como racimos, son las vocaciones para la vida sacerdotal y consagrada, que he podido bendecir y animar con alegría en un inolvidable encuentro con los consagrados y sus familiares".

"Y finalmente, en Cartagena, la ciudad de San Pedro Claver, apóstol de los esclavos, el “focus” ha sido la promoción de la persona humana y de sus derechos fundamentales. San Pedro Claver, como también recientemente Santa María Bernarda Bütler, han dado la vida por los más pobres y marginados, y así han mostrado la vía de la verdadera revolución, aquella evangélica, no ideológica, que libera verdaderamente a las personas y las sociedades de las esclavitudes de ayer y, lamentablemente, también de hoy. En este sentido, “dar el primer paso” – el lema del Viaje – significa acercarse, inclinarse, tocar la carne del hermano herido y abandonado. Y hacerlo con Cristo, el Señor, hecho esclavo por nosotros. Gracias a Él hay esperanza, porque Él es la misericordia y la paz. Encomiendo nuevamente a Colombia y a su amado pueblo a la Madre, Nuestra Señora de Chiquinquirá, que he podido venerar en la catedral de Bogotá. Con la ayuda de María, todo colombiano pueda dar cada día el primer paso hacia el hermano y la hermana, y así construir juntos, día a día, la paz en el amor, en la justicia y en la verdad".

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