30/09/2020, 16.53
VATICANO
Enviar a un amigo

Papa: en el analfabetismo cultural de hoy, redescubrir a Jesús leyendo los textos bíblicos

 En la Carta apostólica Scripturae Sacrae Affectus, publicada hoy, dieciséis siglos después de la muerte del autor de la Vulgata, Francisco subraya la gran actualidad que tiene para los cristianos del siglo XXI una obra que “conduce a quien la lee al misterio de Jesús". La celebración del centenario nos lleva a constatar "la extraordinaria vitalidad misionera que pone de manifiesto la traducción de la Palabra de Dios a más de tres mil idiomas".

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “Lee muy a menudo las Divinas Escrituras, o mejor, que el texto sagrado nunca caiga de tus manos”. La exhortación del Papa Francisco a llevar siempre un Evangelio en el bolsillo, para leerlo en el metro o cuando resulte posible, en cierto sentido tiene su origen en las palabras de San Jerónimo, que Francisco cita en la Carta Apostólica Scripturae Sacrae Affectus publicada hoy, 16 siglos después de la muerte del autor de la Vulgata.

San Jerónimo, a quien le debemos la traducción del Antiguo Testamento al latín, a partir del original hebreo, "sigue siendo - escribe Francisco - de gran actualidad para nosotros, cristianos del siglo XXI" porque "lleva a quien lee al misterio de Jesús", en una época en la que uno de los problemas, y no solo de religión, es el "analfabetismo", porque “escasean las competencias hermenéuticas que nos hagan intérpretes y traductores creíbles de nuestra propia tradición cultural”.

Jerónimo, "fino intérprete de los textos bíblicos", en un momento de su vida también eligió el desierto, "con la consiguiente vida ermitaña, en su sentido más profundo: como lugar de elecciones existenciales fundamentales, de intimidad y encuentro con Dios". "Para una plena comprensión de la personalidad de san Jerónimo es necesario conjugar dos dimensiones características de su existencia como creyente. Por un lado, su absoluta y rigurosa consagración a Dios, con la renuncia a cualquier satisfacción humana, por amor a Cristo crucificado (cf. 1 Co 2,2; Flp 3,8.10); por otro lado, el esfuerzo de estudio asiduo, dirigido exclusivamente a una comprensión del misterio del Señor cada vez más profunda”.

Ordenado sacerdote en Antioquía alrededor del 379, Jerónimo fue primero a Constantinopla y luego a Roma, donde en el 382 pasó a ser un estrecho colaborador del Papa Dámaso. Cuando murió el Papa Dámaso, Jerónimo abandonó la ciudad y se fue a vivir a Belén. En la ciudad donde nació Jesús, fundó dos monasterios, uno para hombres y otro para mujeres, con hospederías para recibir a los peregrinos, "manifestando así su generosidad para alojar a cuantos llegaban a aquella tierra para ver y tocar los lugares de la historia de la salvación, uniendo de este modo la búsqueda cultural a la espiritual”. Precisamente en Belén, donde murió en el 420, Jerónimo vivió "el periodo más fecundo e intenso de su vida, completamente dedicado al estudio de la Escritura, comprometido en la monumental obra de traducción de todo el Antiguo Testamento a partir del original hebreo. Al mismo tiempo comentaba los libros proféticos, los salmos y las obras paulinas, y escribía subsidios para el estudio de la Biblia”.

“El estudio de Jerónimo se reveló como un esfuerzo realizado en la comunidad y al servicio de la comunidad, modelo de sinodalidad también para nosotros, para nuestro tiempo y para las diversas instituciones culturales de la Iglesia, para que sean siempre ‘un lugar donde el saber se convierte en servicio, porque sin el saber nacido de la colaboración y que se traduce en la cooperación no hay desarrollo humano genuino e integral'”. “Jerónimo es la ‘biblioteca de Cristo’, una biblioteca perenne que dieciséis siglos después sigue enseñándonos lo que significa el amor de Cristo, un amor que no se puede separar del encuentro con su Palabra. Por esta razón, el centenario actual representa una llamada a amar lo que Jerónimo amó, redescubriendo sus escritos y dejándonos tocar por el impacto de una espiritualidad que puede describirse, en su núcleo más vital, como el deseo inquieto y apasionado de un conocimiento más profundo del Dios de la Revelación”.

Con la Vulgata, sigue diciendo el Papa, “Jerónimo logró ‘inculturar’ la Biblia en la lengua y la cultura latinas, y esta obra se convirtió en un paradigma permanente para la acción misionera de la Iglesia”. Y “con la celebración del centenario de la muerte de san Jerónimo, nuestra mirada se vuelve hacia la extraordinaria vitalidad misionera que pone de manifiesto la traducción de la Palabra de Dios a más de tres mil idiomas”, y a tantos “misioneros a quienes debemos la preciosa labor de publicar gramáticas, diccionarios y otras herramientas lingüísticas que ofrecen las bases para la comunicación humana y son un vehículo para el ‘sueño misionero de llegar a todos’”. Por eso, “es necesario valorar todo ese trabajo e invertir en él, contribuyendo a superar las fronteras de la incomunicabilidad y de la falta de encuentro”.

Por último, “Deseo lanzar un desafío, de modo particular, a los jóvenes: Vayan en busca de su herencia. El cristianismo los convierte en herederos de un patrimonio cultural insuperable del que deben tomar posesión. Apasiónense con esta historia, que es de ustedes. Atrévanse a fijar la mirada en Jerónimo, ese joven inquieto que, como el personaje de la parábola de Jesús, vendió todo lo que tenía para comprar ‘la perla de gran valor’”.

 

TAGs
Enviar a un amigo
Vista para imprimir
CLOSE X
Ver también
Papa: Que Europa sea tierra de hospitalidad, los migrantes no son números, sino rostros
16/04/2016 15:11
Papa a los refugiados de Lesbos: no estáis solos, imploro al mundo por una solución
16/04/2016 12:44
La crisis de los migrantes, “la peor emergencia humanitaria desde la segunda Guerra mundial”
16/04/2016 12:59
La Iglesia ortodoxa griega pone un freno sobre la autocefalia ucraniana. Filarete la combate
13/06/2019 12:30
Implorar a san José, patrono de la Iglesia Universal
08/12/2020 15:09


Newsletter

Suscríbase a la newsletter de Asia News o cambie sus preferencias

Regístrese
“L’Asia: ecco il nostro comune compito per il terzo millennio!” - Giovanni Paolo II, da “Alzatevi, andiamo”