16/09/2018, 13.47
VATICANO
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Papa: en la Cruz de Cristo está todo el amor de Dios, está su inmensa misericordia

El Papa Francisco en el Ángelus como regalo dio a los presentes un pequeño crucifijo plateado distribuido por los pobres, refugiados y voluntarios. Pero ustedes, ¿qué dicen quien yo sea? Jesús hoy, dirige esta pregunta… a cada uno de nosotros”. La misión de Jesús “se cumple no en el amplio camino del suceso, sino en el arduo sendero del Siervo sufriente”. “La felicidad la encontramos solamente cuando el amor, el verdadero, nos encuentra, nos sorprende, nos cambia”. El aplauso para el p. Pino Puglisi y para los sicilianos.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- “En la cruz de Cristo está todo el amor de Dios, está su inmensa misericordia”: es la frase del Papa Francisco reproducida en italiano, inglés y español, que acompaña a un pequeño crucifijo en metal plateado (Foto 2) que hoy el pontífice ha querido donar a todos los presentes en la plaza de S. Pedro para recitar el Ángelus. Los que los distribuyeron fueron los pobres, los sin techo y los refugiados, junto a muchos voluntarios y religiosos que obran con la Limosnería apostólica. Al finalizar la oración mariana, explicando el sentido de este regalo, Francisco dijo: “Hoy, 2 días después de la Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, pensé regalarles a vosotros que están aquí en la plaza un crucifijo. El crucifijo es el signo del amor de Dios, que en Jesús dio la vida por nosotros. Los invito a recibir este don y llevarlo a vuestras casas, a la habitación de vuestros niños o de los abuelos, en cualquier parte de la casa donde se vea… No es un adorno, sino un signo religiosos para contemplar y rezar. Mirando a Jesús crucificado, miramos a nuestra salvación… Agradezco a las hermanas, a los pobres, a los refugiados que ahora distribuirán este regalo, pequeño, ¡pero precioso! Al igual que la fe, viene de los pequeños, de los humildes”. Bromeando, Francisco dijo que el crucifijo “es gratis” y quien pide dinero es un “astuto”.

La limosnería anunció que al final de la distribución, a los voluntarios y a los necesitados- más de 300- se les ofrecerá un sandwich de miga y una bebida de parte del Papa Francisco
Precedentemente, el pontífice se detuvo para comentar el Evangelio de hoy (24° domingo del Año “B”, Mc. 8,27-35), cuando Jesús le pregunta a los discípulos ante todo: “La gente, ¿quién dice que yo soy?” y luego “Pero, ustedes, ¿Qué dicen quién soy yo?”.

“Jesús- explicó-  hoy, dirige esta pregunta tan directa y confidencial a cada uno de nosotros: ‘¿Quién soy yo para tí?’. Cada uno está llamado a responder, en el propio corazón, dejándose iluminar por la luz que el Padre nos da para conocer a su Hijo Jesús. Y puede suceder también a nosotros, como a Pedro, que afirmemos con entusiasmo: “Tú eres el Cristo”. Pero, cuando nos dice claramente lo que dijo a sus discípulos, esto es que su misión se cumple no en el amplio camino del suceso, sino en el sendero arduo de Siervo sufriente, humillado, rechazado y crucificado, entonces nos puede suceder también a nosotros, como a Pedro, que protestamos y nos rebelamos porque esto contrasta con nuestras esperas. En aquellos momentos, también nosotros merecemos el saludable reproche de Jesús: “¡Retírate de mí, Satanás! Porque tú no piensas como Dios, sino como los hombres (v. 33)”.

La profesión de fe en Jesucristo- continuó- no puede detenerse en las palabras, sino que debe ser autenticada por elecciones y gestos concretos, por una vida marcada por el amor de Dios, una vida grande, con tanto amor hacia el prójimo. Jesús nos dice que para seguirLo, para ser sus discípulos, es necesario renegar de sí mismo (Cfr v 34), o sea las pretensiones del propio egoísmo y tomar la propia cruz. Luego da a todos una regla fundamental: “Quien quiera salvar su propia vida, la perderá (v. 35). A menudo en la vida y por tantos motivos, nos equivocamos de camino, buscando la felicidad en las cosas o en las personas que tratamos como cosas. Pero la felicidad la encontramos sólo cuando el amor, el verdadero, nos encuentra, nos sorprende, nos cambia. El amor cambia todo. Y puede cambiar también a nosotros. Lo demuestran los testimonios de los santos”.

Inmediatamente después de la oración del Ángelus, el pontífice recordó su viaje realizado ayer a Sicilia y la misa que celebró en Palermo en recuerdo de los 25 años de la muerte del beato el p. Pino Puglisi, asesinado por la mafia. Francisco invitó a los peregrinos a “aplaudir al p. Pino” y otro aplauso a los sicilianos “por su calurosa acogida”. “El ejemplo y el testimonio del p. Puglisi continúen iluminando a todos nosotros, porque el bien vence al mal”.
 

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