25/03/2017, 17.59
ITALIA -VATICANO
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Papa: en un tiempo marcado por la especulación, nada ni nadie es “extraño” a Dios

Francisco celebra la misa en Monza, presentes según los organizadores un millón de personas. La visita a la cárcel de san Víctor y el almuerzo con los detenidos: “El Señor me ama como a vosotros, el mismo Jesús está en vosotros y en mí, nosotros somos hermanos pecadores”.

Milán (AsiaNews)- La anunciación de Jesús, que la Iglesia celebra hoy, sucedió en una periférica ciudad de Israel nos dice que “Nada ni nadie será indiferente, ninguna situación será privada de su presencia” y que esto será posible también hoy, en un tiempo marcado por la “especulación” sobre el trabajo, sobre la familia, sobre los pobres, sobre los migrantes, sobre los jóvenes. Hay centenares de miles de personas en Monza, cerca de Milán, donde celebra la misa de esta su visita pastoral.

El Papa llegó con atraso a este encuentro, porque se alargó su estadía en la cárcel milanesa de san Víctor donde se encontró con todos los 900 detenidos y almorzando con 100 de ellos, que también han cocinado. “Jesús-dijo a los detenidos-dijo ‘estaba encarcelado y viniste a visitarme’. Vosotros sois para mí Jesús, sois hermanos. Yo no tengo el coraje  de decir a ninguna persona que está en la cárcel “se lo merece”. ¿Por qué vosotros y yo no? El Señor me ama cuánto a vosotros, el mismo Jesús está en vosotros como en mí, nosotros somos hermanos pecadores”. Y luego descansó brevemente en la oficina del capellán, el p. Recalcati.

A la inmensa multitud- un millón, según la organización-Francisco, comentando el episodio de la anunciación, dice que “el nuevo encuentro de dios con su pueblo tendrá lugar en lugares que normalmente no nos esperamos, en las zonas marginales, en periferias. Allí se darán cita, allí se encontraron; allí Dios se hará carne para caminar junto a nosotros ya desde el seno de su madre. Ya no habrá más un lugar reservado para pocos mientras que la mayoría permanece afuera esperando”.

 “Al igual que María, “también nosotros podemos ser invadidos por el desconcierto”. ¿«Cómo sucederá esto» en tiempos llenos de especulación? Si se especula hoy sobre la vida, sobre el trabajo, sobre la familia. Se especula sobre los pobres y sobre los marginados; se especula sobre los jóvenes y sobre su futuro. Todo parece reducirse a cifras, dejando, de otro lado, que la vida cotidiana de tantas familias se manche de precariedad y de inseguridad. Mientras el dolor toca muchas puertas, mientras en tantos jóvenes crece la insatisfacción por falta de reales oportunidades, la especulación abunda por todas partes. Ciertamente, el ritmo vertiginoso al cual estamos sometidos pareciera robarnos la esperanza y la alegría. Las presiones y las impotencias ante tantas situaciones parecieran vaciar el alma y hacernos insensibles ante numerosos desafíos. Y paradójicamente cuando todo se acelera para construir – en teoría – una sociedad mejor, al final no se tiene tiempo para nada y para nadie. Perdemos el tiempo para la familia, el tiempo para la comunidad, perdemos el tiempo para la amistad, para la solidaridad y para la memoria”.

“Ante el desconcierto de María, ante nuestros desconciertos, tres son las claves que el Ángel nos ofrece para ayudarnos a aceptar la misión que nos es confiada. Evocar la memoria. La primera cosa que el Ángel hace es evocar la memoria, abriendo así el presente de María a toda la historia de la salvación. Evoca la promesa hecha a David como fruto de la alianza con Jacob. María es la hija de la Alianza. También nosotros somos invitados a hacer memoria, a mirar nuestro pasado para no olvidar de dónde venimos. Para no olvidarnos de nuestros antepasados, de nuestros abuelos y de todo aquello que han pasado para llegar a donde estamos hoy. Esta tierra y su gente han conocido el dolor de dos guerras mundiales; y a veces han visto su meritada fama de laboriosidad y civilización contaminada de descontroladas ambiciones. La memoria nos ayuda a no permanecer prisioneros de discursos que siembran fracturas y divisiones como único modo de resolver los conflictos. Evocar la memoria es el mejor antidotito a nuestra disposición ante soluciones mágicas de la división y de la extrañez”.

“La pertenencia al Pueblo de Dios. ¡Nos hará bien recordar que somos miembros del Pueblo de Dios! Milaneses, sí, Ambrosianos, cierto, pero parte del gran Pueblo de Dios. Un pueblo formado de mil rostros, historia y proveniencias, un pueblo multicultural y multiétnico. Esta es una de nuestras riquezas. Es un pueblo llamado a hospedar las diferencias, a integrarlas con respeto y creatividad y a celebrar la novedad que proviene de los demás; es un pueblo que no tiene miedo de abrazar los confines, las fronteras; es un pueblo que no tiene miedo de acoger a quien se encuentra en la necesidad porque sabe que ahí está presente su Señor”.

“La posibilidad de los imposible”. “Nada es imposible a Dios» (Lc 1,37): así termina la respuesta del Ángel a María. Cuando creemos que todo depende exclusivamente de nosotros permanecemos prisioneros de nuestras capacidades, de nuestras fuerzas, de nuestros miopes horizontes. Cuando en cambio, nos disponemos a dejarnos ayudar, a dejarnos aconsejar, cuando nos abrimos a la gracia, parece que lo imposible comienza a hacerse realidad. Lo saben bien estas tierras que, en el curso de su historia, han generado muchos carismas, muchos misioneros, mucha riqueza para la vida de la Iglesia. Tantos rostros que, superando el pesimismo estéril y divisor, se han abierto a la iniciativa de Dios y se han convertido en signo de cuanto fecunda puede ser una tierra que no se deja cerrar en sus propias ideas, en sus propios límites y en sus propias capacidades y se sabe abrir a los demás”.

“Como ayer, Dios continúa buscando aliados, continúa buscando hombres y mujeres capaces de creer, capaces de hacer memoria, de sentirse parte de su pueblo para cooperar con la creatividad del Espíritu. Dios continúa recorriendo nuestros barrios y nuestras calles, se lanza en todo lugar en búsqueda de corazones capaces de escuchar su invitación y de hacerlo carne aquí y ahora. Parafraseando a San Ambrosio en su comentario a este pasaje podemos decir: Dios continúa buscando corazones como aquel de María, dispuestos a creer a pesar de las condiciones del todo extraordinarias (Cfr. Exp. del Evan. seg. Lucas II, 17: PL 15, 1559). El Señor acreciente en nosotros esta fe y esta esperanza”.

De Monza, Francisco vuelve a Milán, para el último encuentro público de esta , su visita. Irá al Estadio Meazza-San Siro para el encuentro con los muchachos que se confirmarán.

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