09/01/2020, 17.42
VATICANO
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Papa: entre los fuegos de guerra de estos días, sabemos que la verdadera paz es la del Señor

La “paz de las gentes” o de un país “se siembra en el corazón”: “si nosotros no tenemos paz en el corazón, ¿cómo pensamos que habrá paz en el mundo?”. Sin embargo “habitualmente nuestro modo de obrar en familia, en el barrio, en nuestro lugar de trabajo es un modo de obrar de guerra”. “Es la tentación del diablo para hacer la guerra”.

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Entre los fuegos de guerra de estos días, sabemos que la verdadera paz es la del Señor, es aquella en el corazón y se la reconoce en las pequeñas cosas, también si de allí comienza la paz en el mundo. Lo dijo hoy el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta, partiendo de la Primera lectura, de san Juan Apóstol.

“Cuando hablamos de paz,-observó Francisco- inmediatamente pensamos en guerras, que no haya guerras en el mundo, que haya paz segura, es la imagen que nos viene siempre, paz y no guerras, pero siempre afuera: en ese país, en esa situación ... Incluso en estos días que ha habido tantos fuegos de guerra encendidos, la mente inmediatamente va allí cuando hablamos de paz, [cuando oramos para que] el Señor nos dé la paz. Y esto está bien; y debemos orar por la paz mundial, siempre debemos tener ante nosotros este don de Dios que es la paz y pedirlo para todos.

Francisco invitó a preguntarnos cómo va la paz “en casa”,  si nuestro corazón está "en paz" o "ansioso", siempre "en guerra, en tensión por tener algo más, dominar, hacerse sentir". La "paz del pueblo" o de un país - explica - "se siembra en el corazón": "si no tenemos paz en el corazón, ¿cómo pensamos que habrá paz en el mundo"? pregunta el Papa y explica que "habitualmente" no pensamos en ello. La primera lectura de hoy, de San Juan Apóstol "nos muestra el camino hacia la paz interior" y que no es otro que "permanecer en el Señor". Donde está el Señor hay paz. Es él quien hace la paz, es el Espíritu Santo que envía para hacer las paces dentro de nosotros. Si permanecemos en el Señor, nuestro corazón estará en paz; y si habitualmente permanecemos en el Señor cuando cometemos un pecado o un defecto, será el Espíritu quien nos hará saber este error, este desliz. Permanecer en el Señor ¿Y cómo permanecemos en el Señor? El apóstol dice: "Si nos amamos los unos a los otros". Esta es la pregunta, este es el secreto de la paz”.

Francisco subrayó de hablar de  "amor verdadero", asegurando que no es ese de las "telenovelas" ni del "espectáculo", sino ese que nos empuja a hablar "bien" de los demás: "de lo contrario, si no puedo hablar bien, cierro la boca" dice el Papa, porque hablar a las espaldas y criticar a otros es "guerra".  

Francisco además explica que el amor "se ve en las cosas pequeñas" y asegura que si hay guerra en nuestro corazón, entonces "habrá guerra en nuestra familia, habrá guerra en nuestro vecindario y habrá guerra en nuestro lugar de trabajo". También ha hablado de los "celos", de la "envidia" y de los "chismes" subrayando que estos malos hábitos nos llevan a hacer guerra entre nosotros, destruyen y son - ha dicho - "mugre". Ante esto, el Papa invita a reflexionar sobre cuántas veces hablamos "con espíritu de paz" y cuántas "con espíritu de guerra", también sobre cuántas veces somos capaces de decir: "todos tienen sus pecados, yo miro los míos y los otros tendrán los suyos, así que cierro la boca". En este sentido además, Francisco recuerda que “ensuciar” al otro “no es amor” y tampoco es “la paz segura que hemos pedido en la oración”.

“Cuando hacemos esto no está el Espíritu Santo. Y esto sucede a cada uno de nosotros, a cada uno. Inmediatamente viene la reacción de condenar al otro. Ya sea un laico, una laica, un sacerdote, una religiosa, un obispo, un Papa, a todos, todos. Es la tentación del diablo para hacer la guerra”.

“Y cuando el diablo logra hacernos hacer la guerra y enciende ese "fuego", "está feliz, porque ya no tiene que trabajar": "somos nosotros que trabajamos para destruirnos", "somos nosotros que llevamos a delante la guerra, la destrucción, destruyéndonos primero a nosotros mismos porque sacamos el amor y luego a los demás". Este hábito de ensuciar a otros": "es una semilla que el diablo ha puesto en nuestro interior". La oración final es para una paz segura, que es “don del Espíritu Santo”, tratando de permanecer en el Señor.

 

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