04/12/2017, 14.14
VATICANO
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Papa: escuchar la voz de Dios para elegir la propia vocación y vivirla

El mensaje de Francisco para la 55ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones que tendrá el tema: escuchar, discernir, vivir el llamado del Señor. "Dios viene de una manera silenciosa y discreta, sin imponerse a nuestra libertad". "Todo cristiano debe ser capaz de desarrollar la capacidad de 'leer desde dentro’ la vida e intuir hacia dónde y qué es lo que el Señor le pide para ser continuador de su misión". Que es "hoy".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - Escuchando la voz del Señor que llama, discerniendo para saber cómo tomar las decisiones esenciales y vivir, es decir, ser testigo de la fe en las diferentes áreas en las que se decidió vivir. Estos son los pasos en el camino de la vocación señalados por el Papa Francisco en el mensaje por la 55ª Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que se celebrará el 22 de abril de 2018 y que tendrá el tema: Escuchar, discernir, vivir el llamado del Señor.

En el documento, publicado hoy, Francisco escribe que "los tres aspectos - la escucha, el discernimiento y la vida - encuadran también el comienzo de la misión de Jesús, quien, después de los días de oración y de lucha en el desierto, va a su sinagoga de Nazaret, y allí se pone a la escucha de la Palabra, discierne el contenido de la misión que el Padre le ha confiado y anuncia que ha venido a realizarla ‘hoy’ (cf. Lc 4,16-21)".

"Escuchar. La llamada del Señor —cabe decir— no es tan evidente como todo aquello que podemos oír, ver o tocar en nuestra experiencia cotidiana. Dios viene de modo silencioso y discreto, sin imponerse a nuestra libertad. Así puede ocurrir que su voz quede silenciada por las numerosas preocupaciones y tensiones que llenan nuestra mente y nuestro corazón. Es necesario entonces prepararse para escuchar con profundidad su Palabra y la vida, prestar atención a los detalles de nuestra vida diaria, aprender a leer los acontecimientos con los ojos de la fe, y mantenerse abiertos a las sorpresas del Espíritu”.

“Si permanecemos encerrados en nosotros mismos, en nuestras costumbres y en la apatía de quien desperdicia su vida en el círculo restringido del propio yo, no podremos descubrir la llamada especial y personal que Dios ha pensado para nosotros, perderemos la oportunidad de soñar a lo grande y de convertirnos en protagonistas de la historia única y original que Dios quiere escribir con nosotros”.

Hoy poder reunirse "cada vez más difícil, inmersos como estamos en una sociedad ruidosa, en el delirio de la abundancia de estímulos y de información que llenan nuestras jornadas. Al ruido exterior, que a veces domina nuestras ciudades y nuestros barrios, corresponde a menudo una dispersión y confusión interior, que no nos permite detenernos, saborear el gusto de la contemplación, reflexionar con serenidad sobre los acontecimientos de nuestra vida y llevar a cabo un fecundo discernimiento".

"Discernir. Cada uno de nosotros puede descubrir su propia vocación sólo mediante el discernimiento espiritual, un «proceso por el cual la persona llega a realizar, en el diálogo con el Señor y escuchando la voz del Espíritu, las elecciones fundamentales, empezando por la del estado de vida» (Sínodo de los Obispos, XV Asamblea General Ordinaria, Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional, II, 2). Descubrimos, en particular, que la vocación cristiana siempre tiene una dimensión profética. Como nos enseña la Escritura, los profetas son enviados al pueblo en situaciones de gran precariedad material y de crisis espiritual y moral, para dirigir palabras de conversión, de esperanza y de consuelo en nombre de Dios. Como un viento que levanta el polvo, el profeta sacude la falsa tranquilidad de la conciencia que ha olvidado la Palabra del Señor, discierne los acontecimientos a la luz de la promesa de Dios y ayuda al pueblo a distinguir las señales de la aurora en las tinieblas de la historia".

"Incluso hoy necesitamos tanto discernimiento y profecía; superar las tentaciones de la ideología y el fatalismo y descubrir, en la relación con el Señor, los lugares, las herramientas y las situaciones a través de las cuales nos llama. Todo cristiano debería ser capaz de desarrollar la capacidad de ‘leer en la vida’ y comprender dónde y a qué lo llama el Señor para que sea un continuador de su misión".

"Vivir. La alegría del Evangelio, que nos abre al encuentro con Dios y con los hermanos, no puede esperar nuestras lentitudes y desidias; no llega a nosotros si permanecemos asomados a la ventana, con la excusa de esperar siempre un tiempo más adecuado; tampoco se realiza en nosotros si no asumimos hoy mismo el riesgo de hacer una elección. ¡La vocación es hoy! ¡La misión cristiana es para el presente! Y cada uno de nosotros está llamado —a la vida laical, en el matrimonio; a la sacerdotal, en el ministerio ordenado, o a la de especial consagración— a convertirse en testigo del Señor, aquí y ahora”. “El Señor nos sigue llamando a vivir con él y a seguirlo en una relación de especial cercanía, directamente a su servicio. Y si nos hace entender que nos llama a consagrarnos totalmente a su Reino, ¡no debemos tener miedo! Es hermoso —y es una gracia inmensa— estar consagrados a Dios y al servicio de los hermanos, totalmente y para siempre. El Señor sigue llamando hoy para que le sigan. No podemos esperar a ser perfectos para responder con nuestro generoso «aquí estoy», ni asustarnos de nuestros límites y de nuestros pecados, sino escuchar su voz con corazón abierto, discernir nuestra misión personal en la Iglesia y en el mundo, y vivirla en el hoy que Dios nos da.” 

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