13/10/2017, 12.56
VATICANO
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Papa: “estar vigilantes” para no caer en la mundanidad, que es “aquello que quiere el diablo”

Los demonios entran en la vida del hombre “también con sus ideas y sus inspiraciones ayudan a aquel hombre a vivir mejor…” y “desde adentro comienzan a cambiar a aquel hombre, pero tranquilamente, sin hacer ruido”. Es “una posesión diabólica un poco de salón”. Para “no caer” es necesario mirar a Cristo crucificado, hacer el examen de conciencia y hacer obras de caridad”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Los cristianos deben ser “vigilantes” para no caer en tentación de mundanidad, “que es lo que quiere el diablo”. Contra el cual es necesario mirar a Cristo crucificado, hacer el examen de conciencia y realizar obras de caridad, “aquellos que cuestan”. Lo dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa que celebró esta mañana en la casa S. Marta, comentando el pasaje del Evangelio de Lucas, en el cual Jesús dice. “Si yo expulso a los demonios con el dedo de Dios, entonces llegó a vosotros el reino de Dios”.

El Señor, explicó Francisco, “pide estar vigilantes”, para no entrar en tentación. Por esto el cristiano está siempre “en vigilia, vigila, está atento”, como un “centinela”. El Evangelio habla de la lucha entre Jesús y el demonio, de “algunos” que dijeron como Cristo había obtenido el “permiso de Belcebú” para hacerlo. Jesús no narra una parábola, sino más bien “dice una verdad”: cuando el espíritu impuro “sale del hombre”, da vueltas “por lugares desérticos”, buscando alivio y como no lo encuentra, decide volver de donde vino, donde vive el hombre “libre”. Entonces el demonio decide tomar “otros siete espíritus peores de él”, de tal modo que la “condición de aquel hombre” se vuelva peor que antes”. Justamente la palabra “peor”, evidencio el Papa, tiene “tanta fuerza” en la narración, justamente porque los demonios entran “en silencio”.

“Comenzando a formar parte de la vida. También con sus ideas y sus aspiraciones ayudan a aquel hombre a vivir mejor… y entran en la vida del hombre, entran en su corazón y desde adentro comienzan a cambiar a aquel hombre, entran en su corazón y desde adentro comienzan a cambiar el corazón de ese hombre, pero tranquilamente, sin hacer ruido. Es diverso, este modo es diverso de aquel de la posesión diabólica que es fuerte: esta es una ‘posesión un poco de salón’, digamos así. Y esto es lo que hace lentamente, en nuestra vida, para cambiar criterios, para llevarnos a la mundanidad. Se mimetiza en nuestro modo de obrar y nosotros definitivamente nos damos cuenta. Y así, aquel hombre, liberado por un demonio, se vuelve un hombre malo, un hombre oprimido por la mundanidad. Y esto es lo que quiere el diablo: la mundanidad”.

La mundanidad, por otro lado, es “un paso adelante en la ‘posesión’ del demonio. En un “encantamiento”, es la “seducción”. Porque el diablo es el “padre de la seducción”. Y cuando el demonio entra “tan suavemente, educadamente y toma posesión de nuestras actitudes” nuestros valores “van del servicio de Dios a la mundanidad”. Así se vuelve “cristianos tibios, cristianos mundanos”, con una “mezcla”-que el Papa llamó “ensalada de fruta”-entre “el espíritu del mundo y el espíritu de Dios”. Todo esto “aleja del Señor”.

Para “no caer” y salir de tal situación se necesita “vigilancia”, sin “asustarse”, con “calma”. “Vigilar significa entender qué pasa en mi corazón, significa detenerme un poco para examinar mi vida. ¿Soy cristiano? ¿Educo más o menos bien a mis hijos? ¿Mi vida es cristiana o mundana? Y, ¿cómo puedo entender esto? La misma receta de pablo: mirar a Cristo crucificado. La mundanidad solamente se entiende dónde está y se destruye delante de la cruz del señor. Y esta es la finalidad del Crucifijo delante de nosotros: no es una decoración; es justamente lo que nos salva de estos encantamientos, de estas seducciones que ten llevan a la mundanidad”.

El Papa invitó a preguntarnos si miramos a “Cristo crucificado”, si hacemos “el “Vía Crucis para ver el precio de nuestra salvación”, no sólo de los pecados, “sino también de la mundanidad”. “Luego, como dije, el examen de conciencia, qué sucede. Pero siempre delante del Crucifijo. La oración. Y luego, hará bien hacerse una fractura, pero no de los huesos: una fractura a las actitudes cómodas: las obras de caridad. Yo estoy cómodo, pero haré esto, que me cuesta. Visitar a un enfermo, dar ayuda a alguien que lo necesite… no sé, una obra de caridad. Y esto rompe la armonía que trata de hacer este demonio, estos 7 demonios con el jefe, para crear la mundanidad espiritual”.

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