13/04/2018, 15.26
VATICANO
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Papa: hoy, más que nunca, se proclama la ‘libertad’, pero a menudo se es esclavo

“¿Es mi libertad cristiana? ¿Soy libre? ¿O soy esclavo de mis pasiones, de mis ambiciones, de tantas cosas, de las riquezas, de la moda? Parece broma, pero ¡cuánta gente es esclava de la moda! (…) Pensemos en nuestra libertad, en este mundo que es un poco ‘esquizoide’, esquizofrénico, ¿no? ‘¡Libertad, libertad, libertad!’, pero es más esclavo, esclavo, esclavo. Pensemos en esta libertad que Dios nos dona en Jesús”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Hoy, más que nunca se grita “libertad”, pero a menudo se es esclavo de las pasiones, de las ambiciones y no se tiene la verdadera libertad, la de hacer lugar a Dios en la vida, y seguirlo con alegría, incluso en el sufrimiento. Lo dijo el Papa Francisco, que en la misa que celebró esta mañana en la Casa Santa Marta, tomando como punto de partida la lectura de los Hechos de los Apóstoles (Hechos 5, 34-42) y el Evangelio de San Juan (Juan 6, 1-15)  sobre la multiplicación de los panes y los peces, propuso tres ejemplos de libertad: el fariseo Gamaliel, los apóstoles Pedro y Juan y el mismo Jesús.

La primera persona libre sobre la cual nos hace reflexionar la Liturgia es Gamaliel, el doctor de la ley, un fariseo que, en los Hechos de los Apóstoles convence al sanedrín de que libere a Pedro y a Juan, que estaban en la cárcel por haber curado a un paralítico. Gamaliel, afirmó Francisco, es un hombre libre, piensa con la mente fría, los hace razonar”, los convence de que “el tiempo hace su trabajo”. “El hombre libre no tiene miedo del tiempo: deja que Dios haga. Da el espacio a Dios, para que Dios actúe en el tiempo. El hombre libre es paciente. Y él era judío –no era cristiano, no había reconocido a Jesús como salvador- pero era un hombre libre. Piensa algo, lo ofrece a los demás y es aceptado. La libertad no es impaciente”.

Pilatos también pensaba bien, con la mente fría, y se dio cuenta de que Jesús era inocente. “Pero no logró resolver el problema, porque no era libre, estaba aferrado a la promoción”, “carecía del coraje de la libertad, porque era esclavo de hacer carrera, de la ambición, de su éxito”.  

El segundo ejemplo de libertad son Pedro y Juan, “que habían curado al paralítico, y ahora estaban delante del sanedrín”. El sanedrín al final los libera, pero los hace flagelar, aún cuando son inocentes. Castigados injustamente, ‘se fueron del sanedrín alegres, por haber sido juzgados dignos de sufrir ultrajes por el nombre de Jesús’. “Esta es la alegría de imitar a Jesús. Es –subrayó el Papa Francisco- otra libertad: más grande, más amplia, más cristiana”. Pedro podría haber ido ante un juez, presentar una causa contra el sanedrín, y pedir un resarcimiento. Y, en cambio, él estaba alegre, igual que Juan. “porque habían sufrido en nombre de Jesús”. Quizás recordaban las palabras de Jesús: “Bienaventurados cuando seáis insultados, perseguidos, a causa mía. Felices ustedes”. “Eran libres en el sufrimiento, por seguir a Jesús”. Es la actitud cristiana: “Señor, Tú me has dado tanto, has sufrido tanto por mí. ¿Qué puedo hacer por tí? Toma Señor, mi vida, mi mente, mi corazón, todo es tuyo”. “Esta es la libertad de un enamorado de Jesucristo”. De quien lleva el sello del Espíritu Santo, con la fe en Jesucristo. Tú has hecho esto por mí, yo hago esto por ti. Hoy también hay muchos en la cárcel, cristianos, torturados, que promueven esta libertad: confesar a Jesucristo”.  

El tercer ejemplo es Jesús mismo, que realiza el milagro de la multiplicación de los panes. Al final, la gente está entusiasmada, y Jesús se da cuenta de que “venían a buscarlo para hacerlo rey”. Entonces se retira nuevamente a la montaña.  “Se despegó del triunfalismo. No se dejó engañar por este triunfalismo. Era libre”. Como en el desierto, cuando rechaza las tentaciones de Satanás, “porque era libre, y su libertad es seguir la voluntad del Padre”. “Y terminará en la cruz. Es el ejemplo de libertad más grande: Jesús”. “En este día –concluyo el Papa- , pensemos en mi libertad. Tres ejemplos –Gamaliel; Pedro y Juan; Jesús mismo– ¿es cristiana mi libertad? ¿Soy libre? ¿O soy esclavo de mis pasiones, de mis ambiciones, de tantas cosas, de las riquezas, de la moda? Parece broma, pero ¡cuánta gente es esclava de la moda! (…) Pensemos en nuestra libertad, en este mundo que es un poco ‘esquizoide’, esquizofrénico, ¿no? Grita: ‘¡Libertad, libertad, libertad!’, pero es más esclavo, esclavo, esclavo. Pensemos en esta libertad que Dios nos regala en Jesús”.

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