28/10/2016, 16.45
VATICANO
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Papa: la vida consagrada, “un capital” de la Iglesia, autónomo pero no independiente

A los participantes del Convenio internacional para los viarios episcopales y delegados para la Vida consagrada, Francisco recomienda “estar cerca de los consagrados, con ternura y amor” y promover los diversos carismas. Y a los consagrados vivir la autonomía “en estrecha relación con la inserción, en modo tal que la libertad carismática y la catolicidad de la vida consagrada se expresen también en el contexto de la Iglesia particular”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- La vida consagrada “forma parte de la estructura esencial” de la Iglesia y por lo tanto va acogida por los pastores “cordialmente y con alegría”, pero al mismo tiempo: “la justa autonomía” de los institutos no se puede confundir con el aislamiento y la independencia. Ellos deben inserirse y alimentar la vida de la Iglesia y su acción misionera. Son los conceptos esenciales expresados por el Papa Francisco en el discurso dirigido esta mañana a los participantes en el Congreso internacional para vicarios episcopales y delegados para la Vida consagrada, en curso en Roma.

En su discurso, el Santo Padre pidió a todos los Obispos “que estén cerca de los consagrados, con ternura y amor y enseñar al Pueblo e Dios el valor de la vida consagrada” y recomendando “una especial atención en el promover “los diferentes carismas, sean nuevo como así a los antiguos, que continúan surgiendo, porque “El Espíritu Santo no cesa de soplar donde quiere y cuando quiere”. Y los pastores no deben ser “simplistas” en el momento de erigir un nuevo instituto en su Iglesia particular, en cuanto “se asumen una responsabilidad en nombre de la Iglesia universal”.

“A los consagrados les recuerdo que la justa autonomía y la exención no se pueden confundir con el aislamiento y la independencia. Hoy más que nunca es necesario vivir la justa autonomía y la exención, en los Institutos que les sea dado, en estrecha relación con la inserción, de tal modo que la libertad carismática y la catolicidad de la vida consagrada se expresen también en el contexto de la Iglesia particular”.

Esta no respondería plenamente aquello que Jesús deseó para su Iglesia, si fuese privada de la vida consagrada, la cual forma parte de su estructura esencial, del mismo modo del laicado o del ministerio ordenado. Es por tal motivo que, a la luz del Concilio Vaticano II, hoy hablamos de coesencialidad de los dones jerárquicos y de los dones carismáticos (Cfr. Lumen Gentium,4), que fluyen del único Espíritu de Dios y alimentan la vida de la Iglesia y su acción misionera. Todos estos dones están destinados a contribuir, en diversos modos s construir la Iglesia, en relación armoniosa y complementaria entre ellos. Los pastores están llamados a respetar, sin manipular “la pluridimesionalidad que constituye la iglesia y a través de la cual la Iglesia se manifiesta”. Los consagrados, por su parte, recuerden que no son un patrimonio “cerrado”, sino “una faceta integrada en el cuerpo de la Iglesia, atraída hacia el centro, que es Cristo (J. M. Bergoglio, Intervención en el Sínodo sobre la vida consagrada y la misión en la Iglesia y en el mundo, XVI Congreg. Gen., 13 de octubre de 1994)”.

 Francisco luego hizo una referencia a las “mutuas relaciones” entre Pastores y los consagrados, subrayando “el valor de la reciprocidad”. No existen mutuas relaciones ahí donde algunos mandan y otros se someten, por miedo o por conveniencia. Existen mutuas relaciones donde se cultiva el diálogo, la respetuosa escucha, la reciproca hospitalidad, el encuentro y el conocimiento, la búsqueda común de la verdad, el deseo de fraternal colaboración por el bien de toda la Iglesia, que es casa de comunión”. Por ello, invitó el Papa a los Obispos, mantengan una especial atención a la vida contemplativa. “esta forma de séquela Christi, radicada en el silencio de la clausura, representa en la Iglesia y para la Iglesia el corazón orante, fuente de gratuita y rica fecundidad apostólica que genera frutos preciosos de gracia y misericordia”. Todo esto es responsabilidad ya sea de los pastores ya de los consagrados. Todos somos llamados, en este sentido, a ser “pontífices”, constructores de puentes. Nuestro tiempo nos exige comunión en el respeto de la diversidad. No tengamos miedo de la diversidad que proviene del “Espíritu”.

Al final el Papa pidió “una especial atención a las hermanas contemplativas”. La Iglesia, también la Iglesia particular-subrayó-necesita de estos “faros que indican la ruta para llegar al puerto”, de estas “antorchas que acompañan el camino de los hombres y de las mujeres en la noche oscura del tiempo, de estas “centinelas de la mañana que anuncian el surgir del sol”. Acompáñenlas con afecto fraterno, sin indebidas interferencias”.

 

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