25/02/2018, 13.23
VATICANO
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Papa: la violencia en Siria es inhumana, ‘no se puede combatir el mal con otro mal’

“La transfiguración ayuda a los discípulos, y también a nosotros, a entender que la pasión de Cristo es un misterio de sufrimiento, pero sobre todo, un don de amor infinito de parte de Jesús. El evento de Jesús que se transfigura en el monte también nos hace comprender mejor su resurrección”.  

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “Desesperado llamamiento” del Papa hoy, en el Ángelus, para que cese la violencia en Siria, se lleve ayuda humanitaria y sean evacuados los heridos y enfermos. Fue luego del rezo de la oración mariana que Francisco dedicó su pensamiento “a la amada y atormentada Siria, donde la guerra se ha intensificado, especialmente en Guta oriental. Este mes de febrero –siguió diciendo- ha sido una de los más violentos en siete años de conflicto: cientos, miles de víctimas civiles, niños, mujeres, ancianos; han sido atacados los hospitales; la gente no puede conseguir qué comer… Todo esto es inhumano. No se puede combatir el mal con otro mal. Por lo tanto, hago un desesperado llamamiento para que cese de inmediato la violencia, se brinde acceso a la ayuda humanitaria –comida y medicinas. Y sean evacuados los heridos y los enfermos. Roguemos a Dios para que esto ocurra inmediatamente”.

Con anterioridad a ello, ante las 30.000 personas presentes en plaza San Pedro, al comentar el pasaje del Evangelio de hoy sobre la transfiguración de Jesús (cfr. Mc 9,2-10), el Papa había subrayado cómo tal evento “permite a los discípulos afrontar la pasión de Jesús de un modo positivo, sin ser arrastrados. Lo vieron tal como será después de la Pasión, y así, los prepara. La transfiguración ayuda a los discípulos, y también a nosotros, a entender que la pasión de Cristo es un misterio de sufrimiento, pero sobre todo, un don de amor infinito de parte de Jesús. El evento de Jesús que se transfigura sobre el monte también nos hace comprender mejor su resurrección. Para comprenderlas, en efecto, es necesario saber de antemano que Aquél que sufre y que es glorificado no es solamente un hombre, sino que es el Hijo de Dios, que con su amor fiel hasta la muerte nos ha salvado. De esta manera, el Padre renueva su declaración mesiánica sobre el Hijo, la cual ya había sido realizada a orillas del Jordán después del bautismo, y exhorta: «¡Escuchadlo!» (v. 7). Los discípulos son llamados a seguir al Maestro con confianza y esperanza, no obstante su muerte; la divinidad de Jesús debe manifestarse precisamente en la cruz, precisamente en el hecho de que él muera «de aquél modo», a tal punto que aquí, Marcos Evangelista pone en la boca del centurión la profesión de fe: «¡Realmente este hombre era Hijo de Dios!» (15,39)”.

“Ahora, nos dirigimos, en oración, a la Virgen María, la criatura humana transfigurada interiormente por la gracia de Cristo. Confiados, nos encomendamos a su ayuda maternal, para proseguir el camino de la Cuaresma con fe y generosidad”.

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