30/09/2020, 13.38
VATICANO
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Papa: no volver a una ‘normalidad’ marcada por la injusticia y la degradación ambiental

“No podemos esperar que el modelo económico que está en la base de un desarrollo injusto e insostenible resuelva nuestros problemas. No lo ha hecho y no lo hará”. La normalidad a la que hemos sido llamados es la del Reino de Dios, donde «los ciegos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen, los muertos resucitan y se anuncia a los pobres la Buena Nueva» (Mt 11, 5)”. 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – La “normalidad” a la cual querrían que volvamos, “estaba enferma de injusticias, desigualdades y degradación ambiental”, que la pandemia ha dejado al descubierto. Y estas injusticias, advierte Papa Francisco, “no son naturales ni inevitables. Son obra del hombre y provienen de un modelo de crecimiento que se ha desprendido de los valores más profundos”. “Por eso, para salir de la crisis de la pandemia, no solo debemos hallar la cura para el coronavirus, que es importante, sino también aquella para los grandes virus humanos y socioeconómicos”. 

Seguir el camino que Jesús indica para construir una sociedad “solidaria y equitativa”, fue el tema abordado por el Papa durante la audiencia general de hoy. Como ha venido sucediendo en las últimas semanas, la audiencia de hoy tuvo lugar en el Patio de San Dámaso, con la participación de 500 personas. Francisco paseó entre la multitud durante más de media hora, saludando, bendiciendo Rosarios e imágenes, firmando autógrafos e intercambiando alguna palabra, bromeando con los niños e incluso accedió a participar de selfies

“Un pequeño virus - dijo el papa - sigue causando heridas profundas y desenmascara nuestras vulnerabilidades físicas, sociales y espirituales. Ha expuesto la gran desigualdad que reina en el mundo: desigualdad de oportunidades, de bienes, de acceso a la sanidad, a la tecnología, etc. Estas injusticias no son naturales ni inevitables. Son obra del hombre, provienen de un modelo de crecimiento desprendido de los valores más profundos. Y esto ha hecho perder la esperanza en muchos y ha aumentado la incertidumbre y la angustia”. “Y ciertamente no podemos esperar que el modelo económico que está en la base de un desarrollo injusto e insostenible resuelva nuestros problemas. No lo ha hecho ni lo hará, aunque algunos falsos profetas sigan prometiendo “un efecto cascada” que nunca llega”.

En cambio, hay que recordar, señaló el Papa, que “hemos sido concebidos en el corazón de Dios (cfr Ef 1, 3-5). «Cada uno de nosotros es el fruto de un pensamiento de Dios. Cada uno de nosotros es querido, cada uno es amado, cada uno es necesario». Además, cada criatura tiene algo que decirnos de Dios creador (cfr Enc. Laudato si’, 69.239). Reconocer tal verdad y dar las gracias por los vínculos íntimos de nuestra comunión universal con todas las personas y con todas las criaturas, activa «un cuidado generoso y lleno de ternura» (ibid., 220). Y también nos ayuda a reconocer a Cristo presente en nuestros hermanos y hermanas pobres y sufrientes, a ir su encuentro y escuchar su clamor y el clamor de la tierra que se hace eco (cfr ibid., 49)”.

“Interiormente movilizados por estos gritos que nos reclaman otra ruta (cfr ibid., 53), podremos contribuir a la nueva sanación de las relaciones, con nuestros dones y nuestras capacidades (cfr ibid., 19). Podremos regenerar la sociedad y no volver a la llamada “normalidad”, porque esta normalidad estaba enferma de injusticias, desigualdades y degradación ambiental”.

“Tenemos que ponernos a trabajar con urgencia para generar buenas políticas, diseñar sistemas de organización social en la que se premie la participación, el cuidado y la generosidad, en vez de la indiferencia, la explotación y los intereses particulares. Una sociedad solidaria y justa es una sociedad más sana. Una sociedad participativa -donde a los “últimos” se les tiene en consideración igual que a los “primeros”- refuerza la comunión. Una sociedad donde se respeta la diversidad es mucho más resistente a cualquier tipo de virus”.

"Como discípulos de Jesús, nos hemos propuesto seguir sus pasos optando por los pobres, repensando el uso de los benes y ocupándonos del cuidado de la casa compun. En medio de la pandemia que nos aflige, estamos anclados a los principios de la Doctrina Social de la Iglesia, y nos dejamos guiar por la fe, la esperanza y la caridad. Aquí hemos hallado una ayuda firme para ser operadores de transformación que sueñan a lo grande, no se detienen en las mezquinidades que dividen y hieren, sino que impulsan a generar un mundo nuevo y mejor”. “Ponemos este camino de sanación bajo la protección de la Virgen María, Virgen de la Salud. Ella, que llevó en su vientre a Jesús, nos ayude a ser confiados. Animados por el Espíritu Santo, podremos trabajar juntos por el Reino que Cristo ha inaugurado en este mundo, al venir a nosotros. Un Reino de luz en medio de la oscuridad, de justicia en medio de tantos ultrajes, de alegría en medio de tantos dolores, de sanación y salvación en medio de las enfermedades y la muerte. Dios nos conceda “viralizar” el amor y globalizar la esperanza a la luz de la fe”.

Al final de la audiencia, Francisco dijo que hoy firmó la Carta Apostólica «Sacrae Scripturae affectus», en el décimosexto centenario de la muerte de San Jerónimo. “El ejemplo de este gran doctor y padre de la Iglesia, que colocó la Biblia en el centro de su vida - afirmó - suscite en todos un renovado amor a la Sagrada Escritura y el deseo de vivir en un diálogo personal con la Palabra de Dios”.

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