02/12/2020, 11.59
VATICANO
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Papa: nosotros solo podemos bendecir a este Dios que es ‘padre y madre’ y nos bendice

“La esperanza del mundo reside completamente en la bendición de Dios”, quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en Cristo. Las 4 religiosas asesinadas en El Salvador, hace 40 años, “vivieron su fe con gran generosidad; son un ejemplo para todos, para volverse fieles discípulos misioneros”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “La esperanza del mundo reside completamente en la bendición de Dios”, quien nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales en Cristo. Y “Dios no esperó a que nos convirtiéramos para empezar a amarnos, sino que lo hizo mucho antes, cuando todavía estábamos en el pecado. Nosotros solo podemos bendecir a este Dios que nos bendice. Esta es la raíz de la mansedumbre cristiana, bendecir y ser bendecidos”.  

La bendición como “dimensión esencial de la oración” fue el tema que Francisco abordó en la audiencia general de hoy, que se desarrolló una vez más en la Biblioteca del Palacio apostólico. 

Al término de la audiencia, el Papa habló de la masacre perpetrada el sábado pasado, en Nigeria – que dejó más de 140 víctimas, incluyendo muchos niños. “Que Dios convierta los corazones de aquellos que cometen semejantes horrores, que ofenden gravemente su nombre”, pidió.  Hacia el final, recordó a las cuatro misioneras asesinadas en El Salvador hace 40 años. “Ellas prestaban su servicio en El Salvador, en medio de la guerra civil. Llevaban comida y medicamentos a los desplazados y ayudaban a las familias más pobres. Estas mujeres vivieron su fe con gran generosidad; son un ejemplo para todos, para volverse discípulos misioneros fieles”.

Previo a ello, continuando con el ciclo de catequesis sobre la oración, Francisco recordó que “en las primeras páginas de la Biblia, se repiten continuamente las bendiciones. Dios bendice, pero también los hombres bendicen, y pronto se descubre que la bendición posee una fuerza especial, que acompaña para toda la vida a quien la recibe, y dispone el corazón del hombre a dejarse cambiar por Dios (Conc. Ecum. Vat. II, Const. Sacrosanctum Concilium, 61)”.

“Poco después, esa belleza que Dios ha impreso en su obra se alterará, y el ser humano se convertirá en una criatura degenerada, capaz de difundir el mal y la muerte en el mundo; pero nada podrá cancelar nunca la primera huella de bondad que Dios ha puesto en el mundo, en la creatura humana, en todos nosotros. Dios no se ha equivocado con la creación y tampoco con la creación del hombre”.

Y “no hay pecado que pueda cancelar completamente la imagen del Cristo presente en cada uno de nosotros. Puede desfigurarla, pero no puede apartarla de la misericordia de Dios. Un pecador puede permanecer en sus errores durante mucho tiempo, pero Dios es paciente hasta el último instante, esperando que al final ese corazón se abra y cambie. Dios es como un buen padre y como una buena madre: ellos nunca dejan de amar a su hijo, por mucho que se equivoque”. Él es como esas madres que hacen fila y esperan para poder entrar a la cárcel y visitar a sus hijos presos, que siguen siendo amados, a pesar de todo. “Así es Dios, nos ha bendecido y continúa bendiciéndonos”. 

“Es una experiencia intensa leer estos textos bíblicos de bendición en una prisión, o en un centro de desintoxicación”, continuó. “Hacer sentir a esas personas que siguen siendo bendecidas a pesar de sus graves errores, que el Padre celestial las sigue amando y esperando que se abran finalmente al bien. Aunque sus parientes más cercanos les hayan abandonado, porque consideran que son irrecuperables, para Dios ellos siempre siguen siendo hijos. Dios no puede eliminar esa imagen en nosotros”. 

“A veces se ven milagros: hombres y mujeres que renacen. Porque la gracia de Dios cambia la vida: Él nos toma como somos, pero no nos deja como somos. Pensemos en lo que hizo Jesús con Zaqueo (cfr Lc 19,1-10). Todos veían el mal en él; sin embargo, Jesús capta un destello de bien en Zaqueo. Y es a través de esa curiosidad que él siente por ver a Jesús, que pasa la misericordia que salva.  En las personas marginadas y rechazadas, Jesús veía la indeleble bendición del Padre. Por eso su compasión, y esa frase que tantas veces encontramos: ‘tuvo compasión de él’. Es más, Él llegó a identificarse con cada persona necesitada (cfr Mt 25,31-46)”.

“A Dios, que nos bendice, también nosotros respondamos bendiciendo: es la oración de alabanza, de adoración, de acción de gracias. “La oración es alegría y reconocimiento. Dios no esperó a que nos convirtiéramos para comenzar a amarnos; Él nos amó primero, cuando todavía estábamos en el pecado. Nosotros solo podemos bendecir a este Dios que nos bendice. Esta es la raíz de la mansedumbre cristiana: bendecir y ser bendecidos”.

“El Padre nos ama. Y a nosotros solo nos queda la alegría de bendecirle y agradecerle, y de aprender de Él a no maldecir, sino a bendecir. Y aquí va una palabra para la gente que acostumbra maldecir: cada uno de nosotros debe pensar en este hábito y pedir a Dios la gracia de cambiar en esto: que el Señor nos enseñe a no maldecir jamás; sino a bendecir”. 

En los saludos en los distintos idiomas, Francisco subrayó que estamos en Adviento, un tiempo que nos prepara para la venida de Jesús. 

Hacia el final, en el saludo a los polacos, recordó que “el próximo domingo, en Polonia se celebrará la Jornada de Oración y Ayuda a la Iglesia oriental. Les recomiendo esta importante iniciativa y agradezco a todos aquellos que trabajan a favor de las Iglesias confinantes, en un espíritu de amor fraterno”.

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