14/09/2018, 14.23
VATICANO
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Papa: para el cristiano, la cruz es signo de derrota, pero también de victoria

“Nuestra victoria es la cruz de Jesús, victoria delante de nuestro enemigo, la gran serpiente antigua, el Gran Acusador”. En la cruz, “hemos sido salvados, en ese camino que Jesús quiso hacer hasta lo más bajo, pero con la fuerza de la divinidad”. 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) –  La cruz de Jesús “es nuestro signo de derrota, que provoca las persecuciones, que nos destruye, y también es nuestro signo de victoria, porque Dios ha vencido allí” y ha encadenado a Satanás.  Fue lo que dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada hoy en la Casa Santa Marta, en la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz.

Contemplar la cruz, signo del cristiano, afirmó el Papa, es para nosotros contemplar un signo de derrota, pero, también, un signo de victoria. En la cruz fracasa “todo lo que Jesús había hecho en la vida”, y llega a su fin toda la esperanza de la gente que seguía a Jesús. “No tengamos miedo de contemplar la cruz como un momento de derrota, de fracaso. Pablo, cuando reflexiona sobre el misterio de Jesucristo, nos dice cosas fuertes, nos dice que Jesús se vació a sí mismo, se anonadó a sí mismo, se hizo pecado hasta el fin, asumió todo nuestro pecado, todo el pecado del mundo: fue un ‘trapo’, un condenado. Pablo no tuvo miedo de hacer ver esta derrota, y esto incluso puede iluminar un poco nuestros momentos desagradables, nuestros momentos de derrota, pero asimismo, para lo que somos cristianos, la cruz es un signo de victoria”.

El Libro de los Números, en la primera lectura, cuenta el momento del Éxodo, en el cual el pueblo hebreo, que murmuraba, “fue castigado por serpientes”. Francisco resaltó que esto nos remonta a la antigua serpiente, Satanás, al Gran Acusador. Pero la serpiente que dio la muerte, dice el Señor a Moisés, será levantada y dará la salvación.  Y ésta, subrayó el Papa, “es una profecía”. En efecto, “Jesús hecho pecado ha vencido al autor del pecado, ha vencido a la serpiente”. Satanás fue feliz el Viernes Santo, “tan feliz fue, que no se dio cuenta” de la gran trampa “de la historia, en la cual habría de caer”.  

Como dicen los Padres de la Iglesia, Satanás “vio a Jesús tan deshecho, tan destrozado, y como el pez hambriento se prende en la carnada dejada por el amo, él fue y engulló a Jesús”. “Sin embargo, en ese momento se tragó a la divinidad, porque era una carnada que iba enganchada al amo con el pez”. “En ese momento, Satanás es destruido para siempre. No tiene fuerza. La cruz, en ese momento, se convierte en signo de victoria”. “Nuestra victoria es la cruz de Jesús, victoria delante de nuestro enemigo, la gran serpiente antigua, el Gran Acusador”. En la cruz, “hemos sido salvados, en ese camino que Jesús quiso hacer hasta llegar a lo más bajo, pero con la fuerza de la divinidad”. Jesús le dice a Nicodemo: “Cuando sea levantado, atraeré a todos hacia mí”. Jesús, levantado en alto, y Satanás destruido. La cruz de Jesús debe ser para nosotros la atracción: debemos mirarla, porque es la fuerza para seguir adelante. Y la serpiente antigua destruida todavía ladra, todavía amenaza, pero, como decían los Padres de la Iglesia, es un perro encadenado: no te acerques y no te morderá; pero si tú vas a acariciarlo, porque te sientes fascinado y te vas hacia él como si fuese un cachorrillo, prepárate, te destruirá”.

Nuestra vida, siguió diciendo Francisco, sigue adelante con Cristo victorioso y resucitado, que nos envía el Espíritu Santo, pero también, con ese perro encadenado, “al cual no debo acercarme, porque me morderá”. “La cruz nos enseña esto, que en la vida está el fracaso y la victoria. Debemos ser capaces de tolerar las derrotas, de llevar las derrotas con paciencia, incluso las de nuestros pecados, porque Él ha pagado por nosotros. Tolerar, en Él, pedir perdón a Él, pero jamás dejarnos seducir por este perro encadenado. Sería bello si hoy nos tomásemos 5, 10, 15 minutos para estar delante del crucifijo, del que tengamos en casa, o el del rosario: para mirarlo, es nuestro signo de derrota, que provoca las persecuciones, que nos destruye; es también nuestro signo de victoria, porque Dios triunfó allí”. 

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