03/04/2020, 13.28
VATICANO
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Papa: recemos por quien piensa en cómo ayudarnos cuando termine la epidemia

Francisco recuerda los “siete dolores” de la Virgen. “Ella no pidió ser una cuasi-redentora o una co-rendentora; no. El Redentor es uno solo y este título no se duplica. Ella es solamente discípula y madre. Y así es como debemos pensar en ella, como madre, y como tal debemos buscarla y rogarle. Es la Madre”. 

 

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – Rezar por aquellos que hoy ayudan, pero que también piensan en cómo ayudarnos a todos cuando termine la pandemia; en ello se centró el pensamiento de Papa Francisco al comenzar la misa celebrada esta mañana en la Casa Santa Marta. “Hay gente – dijo - que desde ahora comienza a pensar en el después: en lo que vendrá después de la pandemia. En todos los problemas que sobrevendrán: problemas de pobreza, de trabajo, de hambre… Roguemos por toda la gente que hoy brinda ayuda, pero que también piensa en el mañana, para ayudarnos a todos”. 

En este Viernes de Pasión que precede al Domingo de Ramos y en el cual se recuerdan los dolores de María, Francisco dedicó la homilía a la Virgen de la Piedad, la Dolorosa. “La piedad cristiana – recordó - ha tomado los dolores de la Virgen y habla de los ‘siete dolores’. El primero, apenas 40 días después del nacimiento de Jesús, es la profecía de Simón, que habla de una espada que le atravesará el corazón. El segundo dolor, la huida a Egipto para salvar la vida del Hijo. El tercer dolor, aquellos tres días de angustia, cuando el niño se quedó en el templo. El cuarto dolor, el encuentro de María con Jesús, en el camino al Calvario. El quinto dolor de la Virgen es la muerte de Jesús, ver al Hijo allí, crucificado, desnudo, que muere. El sexto dolor, cuando Jesús es bajado de la cruz, muerto, y ella lo toma entre sus manos como lo había tomado más de 30 años [antes] en Belén. El séptimo dolor es la sepultura de Jesús. Y así, la piedad cristiana recorre este camino de la Virgen, que acompaña a Jesús. A mí me hace mucho bien, de noche, cuando rezo el Ángelus, rezar estos siete dolores recordando a la Madre de la Iglesia, cómo la Madre de la Iglesia, con tanto dolor, nos dio a luz a todos nosotros”.   

“La Virgen – dijo luego - jamás pidió nada para sí, jamás. Sí, para los demás: pensemos en Caná, cuando ella va a hablar con Jesús. Ella jamás dijo: ‘Yo soy la madre, mírenme: seré la reina madre’. Jamás lo dijo. No pidió algo importante para ella, en el colegio apostólico. Solo acepta ser madre. Acompañó a Jesús como discípula, porque el Evangelio muestra que ella seguía a Jesús: con los amigos, con las mujeres piadosas, ella seguía a Jesús, lo escuchaba a Jesús. Una vez, alguien la reconoció: ‘Ah, pues he aquí la madre’, ‘Tu madre está aquí’ … Ella seguía a Jesús. Hasta el Calvario. Y allí, viéndola de pie… la gente seguramente decía: ‘Pero, pobre mujer, cómo estará sufriendo’, y los malvados sin duda decían: ‘Ella también tiene la culpa, porque si lo hubiera educado bien, ¡no habría terminado así!’ Ella estaba allí, con el Hijo, con la humillación del Hijo”.  

“Honrar a la Virgen es decir: ‘Esta es mi Madre’, porque ella es Madre. Y este es el título que recibió de Jesús, precisamente allí, en el momento de la Cruz. Tus hijos, tú eres Madre. No la nombró primer ministro, ni le dio títulos de ‘funcionalidad’. Solamente ‘madre’. Y luego, en los Hechos de los Apóstoles, la muestran en oración con los apóstoles, como madre. La Virgen no quiso quitarle a Jesús ningún título; recibió el don de ser Madre de Él, y el deber de acompañarnos como Madre, de ser nuestra Madre. No pidió para sí ser una cuasi-redentora o una co-redentora, no. El Redentor es uno solo y este título no se duplica. Solamente discípula y madre. Y así es como debemos pensar en ella y como tal, debemos buscarla, y rezarle. Es la Madre. En la Madre Iglesia. En la maternidad de la Virgen vemos la maternidad de la Iglesia que recibe a todos, buenos y malos: a todos”. 

“Hoy, nos hará bien detenernos un poco y pensar en los dolores de la Virgen - concluyó Francisco. Es nuestra Madre. Y en cómo los ha llevado, cómo los ha llevado bien, con fuerza, con llanto: no era un llanto fingido, era el corazón realmente destrozado por el dolor. Nos hará bien detenernos un poco y decir a la Virgen: ‘Gracias por haber aceptado ser Madre cuando el Ángel te lo anunció, y gracias por haber aceptado ser Madre, cuando Jesús de lo dijo”. 

El Papa termino la celebración con la adoración y la bendición eucarística, invitando a la Comunión espiritual.

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