06/10/2017, 15.25
VATICANO
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Papa: se requiere el compromiso de todos para proteger a los niños de la dark net

En la red, hay “fenómenos gravísimos” que atacan en primer lugar a los menores de edad, y que van desde la pornografía a la visión directa de violaciones y hechos violentos. No hay que subestimar el problema, no hay que confiar exclusivamente en soluciones técnicas automáticas, como los filtros construidos en base a algoritmos cada vez más refinados, y no se debe ideologizar la libertad de la web. La Declaración de Roma.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – El mundo digital tiene “potencialidades bellísimas”, pero dentro del mismo también se expanden “fenómenos gravísimos” que atacan en primer lugar a los menores, y para frenarlos no bastan las soluciones técnicas, como los filtros. Se requiere, en cambio, “una movilización” construida en base a una conciencia de la gravedad de los problemas, y que abarque leyes, control de la tecnología, asistencia a los menores y familias, creatividad en la educación, de modo de desarrollar en los jóvenes una sensibilidad y una formación moral. La temática  de la protección de los jóvenes en la era del Internet fue afrontada hoy por el Papa Francisco, que en últimas horas de la mañana recibió a los participantes del primer congreso “Child Dignity in the Digital World” – “La dignidad del menor en el mundo digital”, promovido y organizado por el Centre for Child Protection en la Pontificia Universidad Gregoriana.

Frente al desarrollo del mundo digital que estamos viviendo, observó el Papa, por una parte, “estamos como admirados y fascinados por el maravilloso potencial que nos abre”, y por otra, “sentimos temor y tal vez miedo, cuando vemos lo rápido que avanza este desarrollo, los problemas nuevos e imprevistos que nos plantea, las consecuencias negativas –casi nunca queridas, y sin embargo, reales– que trae consigo. Con razón nos preguntamos si somos capaces de conducir los procesos que nosotros mismos hemos puesto en marcha, si no se nos estarán yendo de las manos, si estamos haciendo lo suficiente para tenerlos bajo control”.

“Sabemos – dijo - que hoy en día, los niños representan más de la cuarta parte de los más de tres mil millones de usuarios de Internet, lo que significa que más de 800 millones de niños navegan por la red. Sabemos que tan sólo en la India, en los próximos dos años, más de 500 millones de personas tendrán acceso a la red, y la mitad de ellos serán menores. ¿Qué es lo que se encuentran en la red? ¿Y cómo son considerados por quienes, de tantas maneras, tienen poder sobre la red? Debemos tener los ojos abiertos y no ocultar una verdad que es desagradable y que no quisiéramos ver. Por otra parte, ¿no hemos entendido demasiado bien en estos años que ocultar la realidad del abuso sexual es un gravísimo error y fuente de tantos males? Entonces, miremos la realidad tal y como la habéis visto en estos días. En la red se están propagando fenómenos extremadamente peligrosos: la difusión de imágenes pornográficas cada vez más extremas porque con la adicción se eleva el umbral de la estimulación; el creciente fenómeno del sexting entre chicos y chicas que utilizan las redes sociales; la intimidación que se da cada vez más en la red y representa una auténtica violencia moral y física contra la dignidad de los demás jóvenes; la sextortion; la captación a través de la red de menores con fines sexuales es ya un hecho del que hablan continuamente las noticias; hasta llegar a los crímenes más graves y estremecedores de la organización online del tráfico de personas, la prostitución, incluso de la preparación y la visión en directo de violaciones y violencia contra menores cometidos en otras partes del mundo. Por lo tanto, la red tiene su lado oscuro y regiones oscuras (la dark net) donde el mal consigue actuar y expandirse de manera siempre nueva y cada vez con más eficacia, extensión y capilaridad. La antigua difusión de la pornografía a través de medios impresos era un fenómeno de pequeñas dimensiones comparado con lo que está sucediendo hoy en día, de una manera cada vez más creciente y rápida, a través de la red”.

Se trata de una red que es global, que supera todas las fronteras y que es capaz de alcanzar a cualquier persona, incluso a los niños. “Por eso ahora nadie en el mundo, ninguna autoridad nacional por su cuenta, se siente capaz de abarcar adecuadamente y de controlar las dimensiones y la evolución de estos fenómenos, que se entrelazan y se conectan con otros problemas dramáticos relacionados con la red, como el tráfico ilegal, el crimen económico y financiero, el terrorismo internacional”.

“Pero no debemos dejarnos dominar por el miedo, que es siempre un mal consejero. Y mucho menos dejar que nos paralice el sentimiento de impotencia que nos oprime frente a la dificultad de la tarea. Estamos llamados, en cambio, a movilizarnos juntos, sabiendo que nos necesitamos mutuamente para buscar y encontrar el camino y las actitudes adecuadas que ayuden a dar respuestas eficaces”.

 

Tres errores que deben evitarse

Para que esta movilización sea eficaz, Francisco ha señalado tres errores que deben evitarse.

“El primero es el de subestimar el daño” provocado a los menores por “imágenes violentas y sexuales”, que “en la dúctiles mentes de los niños” “producen trastornos psicológicos”, “situaciones y comportamientos adictivos, de auténtica esclavitud”.  

Sin ocultar tampoco que dichas imágenes también crean problemas en los adultos. “Y sería un grave engaño pensar que una sociedad en la que el consumo anómalo de sexo en la red se extiende entre los adultos será capaz de proteger eficazmente a los menores”.

“El segundo error es el de pensar que las soluciones técnicas automáticas, los filtros construidos en base a algoritmos cada vez más sofisticados para identificar y bloquear la difusión de imágenes abusivas y dañinas, son suficientes para hacer frente a los problemas. Ciertamente, éstas son medidas necesarias. Sin duda, las empresas que proporcionan a millones de personas redes sociales y dispositivos informáticos cada vez más potentes, capilares y veloces, han de invertir en ello una parte proporcionalmente grande de sus numerosos ingresos. Pero también es necesario que, dentro de la dinámica misma del desarrollo técnico, sus actores y protagonistas perciban con mayor urgencia, en toda su amplitud y en sus diversas implicaciones, la fuerza de la exigencia ética”.

“Y es aquí donde nos encontramos con el tercer posible error de perspectiva, que consiste en una visión ideológica y mítica de la red como un reino de libertad sin límites. Precisamente entre vosotros hay también representantes de quienes tienen que elaborar las leyes y de aquellos que han de hacerla cumplir para garantizar y proteger el bien común y el de las personas. La red ha abierto un espacio nuevo y de gran alcance para la libre expresión y el intercambio de ideas e información. Y es ciertamente un bien, pero, como vemos, también ha ofrecido nuevos instrumentos para actividades ilícitas horribles y, en el ámbito que nos ocupa, para el abuso y el daño a la dignidad de los menores, para la corrupción de sus mentes y la violencia a sus cuerpos. Aquí no se trata de ejercicio de la libertad, sino de crímenes, contra los cuales debemos proceder con inteligencia y determinación, ampliando la cooperación entre los gobiernos y las fuerzas del orden a nivel global, en la misma medida en que la red se ha hecho global”.

“Se trata de despertar la conciencia sobre la gravedad de los problemas, de hacer leyes apropiadas, de controlar el desarrollo de la tecnología, de identificar a las víctimas y perseguir a los culpables de crímenes, de ayudar en su rehabilitación a los menores afectados, de colaborar con los educadores y las familias para que cumplan con su misión, de educar con creatividad a los jóvenes para que usen adecuadamente Internet –y sea saludable para ellos y para los demás menores–, de desarrollar la sensibilidad y la formación moral, de continuar con la investigación científica en todos los campos relacionados con este desafío”.

 

La Declaración de Roma

Por su parte, continuó diciendo el Papa, la Iglesia católica ofrece “su disponibilidad y compromiso. Como todos sabemos, la Iglesia Católica en los últimos años se ha hecho cada vez más consciente de no haber hecho lo suficiente en su interior para la protección de los menores: han salido a la luz hechos gravísimos de los que hemos tenido que reconocer nuestra responsabilidad ante Dios, ante las víctimas y ante la opinión pública. Precisamente por eso, por las dramáticas experiencias vividas y los conocimientos adquiridos en el compromiso de conversión y purificación, la Iglesia siente hoy un deber especialmente grave de comprometerse, de manera cada vez más profunda y con visión de futuro, en la protección de los menores y de su dignidad, tanto dentro de ella como en toda la sociedad y en todo el mundo; y esto no lo realiza ella sola –porque sería evidentemente insuficiente– sino ofreciendo su colaboración activa y cordial a todas las fuerzas y miembros de la sociedad que desean comprometerse en la misma dirección”.

Durante el encuentro, se hizo entrega a Francisco de la Declaración de Roma, que fue aprobada en el curso de la conferencia. La misma contiene un llamamiento “a todos, para que se erijan en defensa de la dignidad de los menores de edad”.

El texto, a los largo de 13 artículos, se dirige “a las autoridades mundiales, para que, emprendan campañas globales de sensibilización para educar e informar a la personas del mundo respecto a la gravedad y a la amplitud del abuso y de la explotación de niños de todo el mundo, y para empujarlos a exigir intervenciones de parte de los líderes nacionales”. Igualmente fuerte es el llamamiento a las “autoridades de las grandes religiones del mundo, para que informen y movilicen a los miembros de todos los credos religiosos, a fin de que se unan en un movimiento global para proteger a los niños del mundo”.

La Declaración de Roma, por lo tanto, reclama “a los parlamentarios de todo el mundo” que obren para mejorar “la legislación a favor de una mayor eficacia en la protección de los menores”, y pide a los “líderes de las compañías tecnológicas” desarrollar “nuevas herramientas y tecnologías”  para contrastar la proliferación de las imágenes de abuso sexual e impedir la redistribución de las imágenes de menores identificados como víctimas”. 

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