22/01/2016, 14.28
VATICANO
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Papa: “no puede existir confusión entre la familia querida por Dios y otro tipo de unión”

El matrimonio cristiano no es “un ideal para pocos, no obstante los modernos modelos centrados en los efímero y lo transitorio”, sino “una realidad” que “puede ser vivida por todos los fieles bautizados”. Pero todos “cuantos por libre elección o debido a  infelices circunstancias de la vida, viven en un estado objetivo de error, continúan siendo objeto del amor misericordioso de Cristo, y, por lo tanto, de la Iglesia misma”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – “No puede existir confusión entre la familia querida por Dios y otro tipo de unión”. Es  “la irrenunciable verdad del matrimonio según el designio de Dios”, afirmada también en los recientes sínodos de la familia y reiterada hoy por Francisco en el discurso dirigido al tribunal apostólico de la Rota romana, en ocasión de la solemne inauguración del Año judicial.

 

Las palabras del Papa forman parte de una reflexión que ha vuelto evidente dos prerrogativas “complementarias” del tribunal de la Rota, como “Tribunal de la familia” y “Tribunal de la verdad del vínculo sagrado”, y en la cual ha recomendado a los miembros de la Rota que examinen “muy atentamente” los errores que se refieren a la “sacramentalidad del matrimonio”. “La Iglesia, en efecto, puede mostrar el indefectible amor misericordioso de Dios para con las familias, en particular a las heridas por el pecado y por las pruebas de la vida, y, al mismo tiempo, proclamar la irrenunciable verdad del matrimonio según el designio de Dios”. Una actitud pastoral por la cual, incluso cuando la Iglesia “se propone declarar la verdad sobre el matrimonio en el caso concreto, por el bien de los fieles, al mismo tiempo tiene siempre presente que cuantos, por libre elección o debido a  infelices circunstancias de la vida, viven en un estado objetivo de error, continúan siendo objeto del amor misericordioso de Cristo, y, por lo tanto, de la Iglesia misma”.

 

“La familia fundada en el matrimonio indisoluble, unitivo y procreativo –siguió diciendo - pertenece al ‘sueño’ de Dios y de su Iglesia para la salvación de la humanidad. Como afirmó el beato Pablo VI, la Iglesia siempre ha dirigido «una mirada particular, llena de solicitud y amor, a la familia y a sus problemas. Por medio del matrimonio y de la familia, Dios ha unido sabiamente las dos mayores realidades humanas: la misión de transmitir la vida y el amor mutuo y legítimo del hombre y de la mujer, por el cual ellos son llamados a completarse mutuamente en una donación recíproca no solamente física, sino sobre todo espiritual. O para decirlo mejor: Dios ha querido volver a los esposos partícipes de Su amor: del amor personal que Él tiene por cada uno de ellos y por el cual  los llama a ayudarse y a donarse mutuamente a fin de alcanzar la plenitud de su vida personal; y del amor que Él lleva a la humanidad y a todos sus hijos, y por el cual desea multiplicar los hijos de los hombres para volverlos partícipes de su vida y de su felicidad eterna»”.

 

La Iglesia, en cuanto “madre y maestra”, sabe, que, entre los cristianos, “algunos tienen una fe fuerte, formada por la caridad, fortalecida por la buena catequesis y alimentada por la oración y la vida sacramental, mientras otros tienen una fe débil, descuidada, no formada, poco educada, u olvidada. Es bueno reiterar con claridad que la calidad de la fe no es condición esencial del consenso matrimonial, que, según la doctrina de siempre, puede ser minado sólo a nivel natural  (cfr CIC, can. 1055 § 1 e 2). De hecho, el habitus fidei es infundido en el momento del bautismo, y continúa teniendo un influjo misterioso en el alma, incluso cuando la fe no ha sido desarrollada y parece estar ausente psicológicamente. No es raro que los nubendi, empujados al verdadero matrimonio por instinctus naturae, en el momento de la celebración tengan una conciencia limitada de la plenitud del proyecto de Dios, y, recién después, en la vida de familia, descubran todo aquello que Dios Creador y Redentor ha establecido para ellos. La falta de formación en la fe y también el error acerca de la unidad, la indisolubilidad y la dignidad sacramental del matrimonio vician el consenso matrimonial solamente si determinan la voluntad (cfr CIC, can. 1099). Justamente por esto, los errores que tienen que ver con la sacramentalidad del matrimonio han de ser examinados muy atentamente”.

 

“La Iglesia, por lo tanto, con renovado sentido de responsabilidad sigue proponiendo el matrimonio, en sus elementos esenciales – hijos, bien de los cónyuges, unidad, indisolubilidad, sacramentalidad – no como un ideal para pocos, a pesar de los modernos modelos centrados en lo efímero y lo transitorio, sino como una realidad que, en la gracia de Cristo, puede ser vivida por todos los fieles bautizados. Y por ello con mayor razón, la urgencia pastoral, que abraza todas las estructuras de la Iglesia, impulsa a converger hacia un intento común ordenado a la preparación adecuada al matrimonio, en una especie de nuevo catecumenado – subrayo esto: en una especie de nuevo catecumenado - tan deseado por algunos Padres Sinodales. Queridos hermanos – concluyó el Papa –, el tiempo en que vivimos es muy comprometedor, tanto para las familias, como para los pastores, que estamos llamados a acompañarlas. Con esta conciencia, les deseo buen trabajo para el nuevo año que el Señor nos dona. Les aseguro mi oración y yo también cuento con la de ustedes. Que la Virgen y San José obtengan a la Iglesia crecer en el espíritu de familia y a las familias sentirse cada vez más parte viva y activa del pueblo de Dios”.

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