27/01/2015, 00.00
CAMBOYA
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Phnom Penh, edificar la Iglesia a partir "del tronco"

de Mario Ghezzi
Pensamientos dispersos de un misionero en una nueva pequeña comunidad de 10 personas entre las cuales algunos discapacitados. "Nuestra miseria" es "el terreno más fértil" en que actúa el Evangelio. Una neo-bautizada: "el don más bello que he recibido de Dios es mi discapacidad". El p. Mario Ghezzi, misionero Pime, ha estado en Cambodia hace ya 16 años.

Phom Penh (AsiaNews) - Reproducimos la carta que el padre Mario Ghezzi ha enviado a a sus parientes y amigos.

Bangkong, 26 de enero de 2015

Queridos amigos y parientes,

Después de la bellísima experiencia de 5 meses sabáticos en que he visitado Italia y la fascinante Jerusalem, a finales de mayo de 2014 he partido a Cambodia y el 13 de agosto he iniciado el habitar en la nueva misión de Ta Khmau que se resume en pocas cifras: 4 cristianos católicos, de los cuales una pareja que no vienen a la iglesia; catecúmenos una decena de los cuales uno será bautizado la noche de Pascua de este año. En suma, volver a Camboya ha sido partir de cero, a veces me digo que bajo cero.

Cada domingo en la tarde acojo en la casa alquilada menos de 20 personas. Cuando estamos 20 podemos decir que "la iglesia" está llena. Y cada domingo miro a la cara a mis pocos cristianos uno a uno: cinco jóvenes vienen de Phnom Penh para hacer catequesis y ayudar para alistar la sala que se transforma en iglesia una tarde a la semana; la señora Maní viene también de Phnom Penh para dar fuerza y coraje a estos jovencísimos catequistas, y con ellos, los catecúmenos, jovencícimos, menores de 17 años y provenientes de la vecina escuela para discapacitados asistidos por los hermanos Maristas australianos. A cada uno le falta algo, debido a la poliomielitis tienen el brazo o la pierna inservibles. Arriban y descienden de su carruaje, motorizado a tres ruedas y que pueden llegar en bicicleta sin rodillo. Una iglesia escasa, la verdad sea dicha, una iglesia limitada, una iglesia medio coja. Eh sí, es justamente así pero es justamente esto lo que hace una bella aventura y el desafío de iniciar y anunciar el nombre de Jesús donde nadie lo conoce aún: se parte de los últimos tras los últimos. porque funciona así, pero estoy dando vueltas y no es verso; el Evangelio comienza a actuar en nuestra miseria y pobreza, que es el terreno más fértil.

El otro domingo en la predica hacia esta pregunta: piensen en los dones que han recibido de Dios. ¡Sorpresa! Una de las dos chicas bautizadas que llegaron a la iglesia en un sidecar nuevo y que al bajar del mismo se ayuda caminando sobre las manos hasta llegar a la puerta de la "iglesia", alza la mano y dice: el don más bello que he recibido de Dios es mi discapacidad porque si no fuese discapacitada no habría venido a la escuela de los Maristas, no habría encontrado tantas personas que me quieren bien y sobretodo no hubiera conocido a Jesús. Le agradezco cada día por mi discapacidad. Después de estas palabras me he dicho: ¿ahora qué más puedo decir en mi prédica? ¡El silencio es lo mejor! Y llevo en mi corazón esta lección simple pero de profunda espiritualidad.

Cuántas veces frente a Él le pido: pero de qué parte se comienza a fundar una comunidad y anunciar Tu Evangelio? Siempre les he dicho que no lo se, que no tengo la más pálida idea, pero sé que todo parte de Él y todo Él sanará y construirá lentamente, y con el tiempo debido y absolutamente más allá de mis límites y pérdidas.

Treinta años en Nazareth en el silencio de una casa y el rumor de la carpintería de papá es el primer signo de Jesús nos ha dado: se comienza en el silencio, del trabajo cotidiano, del construir concretamente alguna cosa que estemos haciendo, planes o proyectos para niños, programas scouts, hospedaje para estudiantes u otros. Simplemente trabajar o construir en el silencio con un gran deseo guardado en el corazón; cada gesto, cada palabra dicha, también las más simples, cada dolor duro, cada persona acogida, invitada, escuchada y ayudada, cada simple plegaria hecha al cielo y cada simple misa celebrada aunque sea sin ningún fiel, todo está hecho con el profundo deseo que Su nombre sea anunciado, conocido, para que muchos puedan conocer, no obstante todo, la gloria de sentirse amado por este Dios que murió en la cruz también por los que no lo conocen o me dicen: tu religión no me placer, tu Dios es forastero, aquí no sirve. Finalmente la locura de Dios, que ama y da la vida sin pedir nada a cambio, sin una palabra o un sentimiento de reconocimiento, Él muere también por quienes lo desprecian y ¡los salva demasiado!!!

Que necesidad tener la fe del pobre Yepeto que para sanar su soledad se hace una compañía de madera y que su gran deseo de amar lo hace vivir, hasta el punto que aquel pedazo de madera se convierte en carne y sangre justamente como el pobre Yepeto que lo amaba no obstante su infinita diferencia. Yepeto no imaginaba que sería testigo de tal milagro cuando comenzó a esculpir el pedazo de madera, el milagro viene en sí, toma otra forma en su deseo y expectativa. Sí, porque así obra Dios con nosotros, siempre más que nuestros deseos y expectativas. Por esto,obedientemente, con paciencia y un mucho de fe hemos empezado a esculpir el tronco que será la parroquia de Ta Khmau.

Si pensamos bien, cada uno de nosotros siempre tiene un pedazo de tronco para esculpir y trabajar con paciencia, Dios hará el resto.

Acuerdense de decir una oración por mí.

P. Mario Ghezzi.

 

 

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