21/12/2018, 11.20
CHINA-VATICANO
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Querido Vaticano, ¿qué debemos hacer con la Asociación Patriótica?

de P. Savio

Savio, un sacerdote de la Iglesia subterránea, expresa sus problemas de conciencia para aceptar obispos que estén implicados con la Asociación Patriótica, partidaria de una “Iglesia independiente”, incompatible con la doctrina católica. Para el sacerdote, en el modo de proceder del Vaticano hay una ambigüedad sin resolver. Él pide ayuda y claridad. 

Roma (AsiaNews) – Hemos recibido, y ahora publicamos, esta “carta abierta” de un sacerdote de la Iglesia subterránea china, a quien hemos señalado con el seudónimo de Savio. La misiva es un ejemplo de las dificultades y problemas de conciencia que muchos sacerdotes no oficiales están viviendo en este momento. Ayer, publicamos la reflexión de un sacerdote subterráneo de Mindong –a quien el padre Savio cita- y que, junto a su obispo Guo Xijin, ha resuelto la cuestión con la obediencia al nuevo obispo Zhan Silu. Pero el problema sigue en pie: más allá del reconocimiento del gobierno, ¿es posible pertenecer con tanta ligereza a la Asociación Patriótica y sostener una Iglesia “independiente”? El P. Savio solicita claridad por parte del Vaticano.

 

Tras la reciente firma del acuerdo [sino-vaticano] aún queda por resolver el difícil problema de dónde colocar a los siete obispos recientemente legitimados: deben convertirse en obispos ordinarios de sus diócesis, en vista de lo cual los obispos originales deben presentar su renuncia y retirarse, o cederles su puesto.

En el pasado, siempre se consideró que la legitimación de los obispos ilícitos no era un problema, ya que con la ordenación episcopal se vuelven obispos, aún siendo ilegítimos: el orden era válido aunque no pudiesen ejercer el ministerio episcopal. El problema que se presenta ahora es dónde se instalan ahora, tras la legitimación, siendo que en la diócesis ya existe un obispo ordinario… A partir de los documentos oficiales, parecería desprenderse que la Santa Sede resolvió este problema en los papeles. Pero se están sucediendo nuevos problemas y problemas más graves, que quizás no se quieran afrontar o se evita discutirlos, colocándonos ante una decisión grave y dolorosa: ¿aceptar o no la Asociación Patriótica? La conciencia y la obediencia se encuentran claramente en contraste [ante esta pregunta]. Por un lado, la Carta del Papa Benedicto XVI dirigida a la Iglesia china sigue siendo válida, y afirma claramente que los principios de la Asociación Patriótica no son conciliables con la doctrina de la Iglesia católica (véase Nro. 7 de la Carta de Benedicto XVI). Por otra, los obispos pertenecientes a la Asociación patriótica nacional pueden sustituir en materia de fe y verdad a obispos que fueron perseguidos por no haberse plegado a la Asociación Patriótica: esto presenta un dilema contradictorio para el clero y los fieles que desde un principio fueron fieles a la doctrina de la Iglesia.

Vaticano, por favor dinos, ¿qué debemos hacer? Por obediencia, ¿debemos cerrar voluntariamente los ojos, no considerar la Carta del Papa Benedicto XVI y no prestar atención a la conciencia, aceptando como obispo nuestro al presidente de la Asociación Patriótica? ¿O seguir el principio de la supremacía de la conciencia y adherir a los fundamentos de nuestra fe, no aceptando a la Asociación Patriótica ni a sus obispos?

Hay que hablar de obediencia, ya que los documentos oficiales del Vaticano dicen claramente que un obispo patriótico sustituye al ordinario de antes. Mons. Guo Xijin, de la diócesis de Mindong y todos los sacerdotes, en virtud de la obediencia, están sin culpa, obediencia incondicional, al aceptar a un Obispo nombrado por la Asociación Patriótica: la “fidelidad de la Diócesis de Mindong” es como beber un sorbo de té.

El término “fidelidad” significa lealtad a una autoridad superior, ser fiel a la tradición de la Iglesia, fiel al representante de Cristo sobre la tierra. Cuando optamos por seguir la línea de la “clandestinidad” fue porque la Santa Sede no reconocía a los obispos oficiales, motivo por el cual nos negamos a aceptar de ellos la administración de los sacramentos. Ahora aceptamos a los Obispos oficiales como obispos nuestros, por una orden de la misma Santa Sede, y en definitiva, la negativa de entonces y la aceptación de hoy en día tienen la misma naturaleza. Pero no se recuerda que la prohibición de la Santa Sede de entonces estaba motivada por la Asociación Patriótica y que se pasó a la clandestinidad debido al carácter no conciliable de la misma Asociación con la doctrina de la Iglesia: ¿quizás esto indica que el problema de la Asociación ha sido resuelto? Si no se resolvió, ¿acaso no es una contradicción? ¿Aún debe considerarse la Carta del Papa Benedicto como una instrucción de la Santa Sede? ¿Nuestra obediencia debiera ser a ojos cerrados?

La conciencia nos dice que la Carta del Papa Benedicto aún es válida y el Papa Francisco ha subrayado su validez. Por eso, surge el dilema: siendo que la Asociación Patriótica y la doctrina de la Iglesia no son conciliables, ¿cómo podemos aceptar al presidente de la Asociación como nuestro obispo?  Siguiendo la línea de la Carta del Papa anterior, yo no puedo aceptar a un obispo patriótico como obispo mío, a menos que se vaya de la Asociación. Si se me pide aceptar a un obispo patriótico como mi obispo, no puedo hacer otra cosa que evitar y olvidar la Carta del Papa, que sigue siendo válida, a menos que se diga claramente que ya no es válida. En este dilema, deben dejarme la libertad de elección: no puedo abrir un ojo y cerrar el otro, no quiero desobedecer, pero tampoco traicionar la conciencia; puedo regresar a mi casa y trabajar cultivando la tierra.

Son un cura común y corriente, no tengo la mente de estos pescados gordos que piensan tanto; tengo una fe sencilla que basa sobre el sí que es sí, y sobre un no que es no; no tengo ambición ni poder, no soy trepador: ante este contraste o contradicción entre fe y obediencia, entre conciencia y obediencia, por favor, Vaticano, díganos: ¿qué debemos hacer?

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