15/03/2018, 14.34
TAILANDIA
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Tailandia, carta de Pascua: Más grande es el dolor, mayor la esperanza

de Adriano Pelosin

La narración de un ordinario día de dolor. “Cuánto más grande es el pecado, tanto más grande es el perdón”. “Dios nos libera de la esclavitud pagando el precio de nuestra redención con la Sangre de su Único Hijo, Jesucristo”.

Bangkok (AsiaNews)- Queridísimos amigos, he apenas cumplido 72 años el 1 de marzo, sin celebraciones, en una villa que un señor católico pone a disposición cuando lo necesito para descansar y retirarme para rezar en las colinas a unos 150 Km de Bangkok. Estaba con algunos jóvenes que viven conmigo en la parroquia de San Marcos, el clima era bueno y la naturaleza espléndida. Agradezco al Señor.

Ahora les cuento un día de servicio normal: por ejemplo el 8 de marzo de 2018. Me levanto a las 5 de la mañana cuando todavía está oscuro, hago un poco de meditación sobre las lecturas del día. La antífona de ingreso decía: “Yo soy la salvación del pueblo”, dice el Señor, “en cualquier prueba me invocarán, Yo los escucharé y seré su Señor para siempre”. A las 6 celebro el oficio de lecturas y Laudes junto a los muchachos aspirantes para ser misioneros. A las 7 desayunamos. A las 7.45 voy en auto con Nat, uno de los muchachos que me hace de chofer a buscar al señor Sanya, padre de Ai, de 15 años, que está en la cárcel de menores. Vienen también los amigos de Sanya: la señora Nat y su marido Ti con sus dos nietos de 3 y 5 años. Durante el viaje hablamos de los problemas de la Nat y Ti: 2 hijos, uno de 23 y otro de 25 están encarcelados en de Sam Kok, mañana iremos a visitarlos. Otro hijo tiene problemas con su esposa y se hizo monje budista desde hace 2 meses. Los nietos están con los abuelos. Tii tiene una hernia en el disco que no le permite trabajar como quisiera. La esposa Nat tuvo una vida turbulenta. Fue comprada por una familia que luego la dio en “préstamo” a una casa de prostitución por una suma de dinero. A los 15 años se escapó y vivió con el marido actual Tii. A los 20 años conoció a un australiano que le hizo conseguir un pasaporte y la llevó por unos años a Australia y luego se fue con otro hombre a Alemania y luego abandonada.

A las 9 llegamos a la corte de menores en Tanyaburi. Ai todavía no llegó y entonces vamos a hacer una simple comida. Con cinco euros comemos 5 adultos y dos niños. A las 10 llega el microbús que trae a Ai de la casa de detención a la corte. Le pido a Ai si prefiere estar conmigo en la iglesia junto a los otros muchachos: allí podrá continuar sus estudios y prepararse para el futuro. Él sabe que el papá bebe y no trabaja, en su casa la vida es difícil. A las 11 nos llaman para escuchar la sentencia del juez que condena a Ai a dos meses de detención más porque es obstinado. El muchacho se pone a llorar. Durante el almuerzo nos confortamos mutuamente sobre la historia de Ai y luego llevamos a sus casas a los huéspedes.

Durante la tarde estaba por ir a descansar un poco, pero me llama por teléfono la señora Noina, de la favela de Wat Sake. Está llorando porque su hija fue golpeada por la enésima vez. Me pide si puedo ir con ella a buscar a su hija y a sus dos nietos de 3 y 1 años. Ruego: “Señor dame la fuerza y la sabiduría para poder realizar este servicio” y voy inmediatamente. Llevo en auto a la señora Noina y a su hermana Ang. En el auto hablamos de los problemas de esta última, que fue abandonada por su marido y golpeada por su hijo mayor de unos 30 años.

A las 14,30 llegamos a la casa de la hija de Noina. La hija Leck, con la cara todavía hinchada por los golpes, agarra a sus hijos y corre afuera. El marido la sigue y toma al hijo más grande porque no quiere que se vaya con su mamá. Mientras tanto rezo en silencio y por un buen rato: “Señor ayúdanos, ten misericordia de tus hijos”. Después, poco a poco convenzo al papá a no aumentar el dolor del hijo y de dejarlo ir con su mamá.

Llegamos a casa hacia las 21.00: en la parroquia está “B”, un muchacho que había sacado de la favela de Praram hace uno 20 años atrás. Lo bauticé el año pasado. Se casó y tiene un buen trabajo. Pero tuvo un accidente: fue atropellado por un auto y se le salió del lugar las espalda izquierda: se necesitan varios meses para rehabilitarse y retomar el trabajo. Vive en una casa en alquiler con la mamá que tiene un tumor y está separada del marido, la mujer tiene pies planos y no puede estar mucho tiempo de pié.

Finalmente agradeciendo a Dios que me permitió ver su misericordia, me ducho y me voy a la cama.

Cuánto más grande el dolor, tanto más grande es la esperanza de la salvación. Y la inesperada sorpresa de Dios. Cuánto más grande es el pecado, tanto más grande es el perdón. Cuánto más evidente es la muerte, tanto es más victoriosa la resurrección.

Aseguro a todos nuestras oraciones y la bendición de Dios que se hizo pobre para hacernos ricos. A todos vosotros, tantos augurios de victoria sobre el mal con la Pascua que es el paso de Dios que no libera de la esclavitud pagando el precio de nuestra redención con la Sangre de su único Hijo Jesucristo.

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