02/04/2016, 15.16
CHINA
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Xi Jinping impide la renovación del Partido: quiere ser el Mao del siglo XXI

de Willy Lam

Las reformas institucionales lanzadas por Deng Xiaoping, destinadas a evitar que se repitan los horrores del maoísmo, fueron echadas por la borda por el actual líder supremo, que ya es llamado “núcleo central del liderazgo”. En vista del próximo Congreso del PCC, se niega a reconocer y adiestrar a quienes debieran sucederlo. Esto, de manera de permanecer en el poder hasta el 2027. Se inicia la divinización de Xi: quien estrecha su mano, no se la lava por una semana. Un análisis del gran experto en China, por gentil concesión de la Jamestown Foundation. Traducción a cargo de AsiaNews.

Hong Kong (AsiaNews) – En diciembre de 2015, el presidente chino Xi JInping –quien también es Secretario general del Partido Comunista y presidente de la Comisión militar central- asumió un nuevo título, el de “núcleo central del liderazgo”. Esta es tan sólo una de las más recientes señales que indican la construcción de un culto de la personalidad de tipo maoísta en torno al líder de 62 años. Dentro del aparato del Estado-Partido de China, el presidente y Secretario general del Partido comunista chino ha dado nuevas instrucciones acerca de la “fidelidad absoluta” que los cuadros deben tener hacia la conducción. Mientras visitaba tres de los más importantes órganos de prensa del Partido, Xi ha pedido a los periodistas “mantener un alto nivel de uniformidad de visión con las autoridades centrales del PCC en el campo del pensamiento, de la política y de la acción”.

En tanto, algunos de los observadores que se interesan por China se están preguntando si se está iniciando –cincuenta años después de la de Mao Zedong- una nueva, desastrosa Revolución cultural; otros se han concentrado sobre una cuestión que tiene mucha importancia desde el punto de vista práctico para el desarrollo orgánico de China: si el culto de la personalidad de Xi ha sido construido a fin de prolongar su dominio más allá de los habituales 10-15 años. Esta cuestión asume mayor importancia aún, siendo que los preparativos para el 19no Congreso del Partido, previsto para el próximo año –que tiene entre sus tareas más importantes la de captar una nueva y joven generación de líderes en el Politburó y en la Comisión permanente que lo dirige – comenzarán en breve.

A principios de marzo de 2016, el aparato encargado de la propaganda hizo circular una instrucción de Xi: todos los cuadros deben estudiar un artículo escrito por Mao Zedong que lleva por título “Los métodos de trabajo de la Comisión del Partido”. En el texto, fechado en 1949, el Gran Timonel invitaba con fuerza a los compañeros a “seguir de cerca” el banzhang  -literalmente “el jefe de la clase social”, luego más habitualmente “el jefe”- y a “no hacer comentarios infundados a espaldas suyas” [Diario del Pueblo y Tv por Cable, 26 de febrero]. Este concepto suena similar a los dictámenes anteriores de Xi que, al menos según sus detractores, apuntan a imponer una uniformidad de pensamiento entre los cuadros.

El año pasado, diversos funcionarios de alto nivel –entre ellos, el ex Secretario del Henei Zhou Benshen y el ex gobernador del Sichuan Wei Hong- fueron arrestados por haber instigado al wangyi [“pronunciar críticas infundadas”] y por ”haber sido desleales” con la conducción [Caixin.com, 4 de febrero; News.China.com, 10 de enero]. Dado el nuevo estatus de Xi –“núcleo central del liderazgo” – de hecho, estos compañeros fueron sometidos a medidas de disciplina por haber fallado en profesar lealtad al mismo Xi. Después de todo, infracciones como el wangyi y la deslealtad –que han sido incluidas hace poco tiempo en la lista de las violaciones a la disciplina- han sido definidas como “demasiado vagas” y “demasiado sujetas a la interpretación arbitraria de la conducción” [Apple Daily, 2 de noviembre de 2015; BBC China; 20 de octubre de 2015].

 

Durante su visita de inspección al Diario del Pueblo, a la agencia Xinhua y a la China Central Television, Xi tan sólo parecía re-proponer las tradicionales políticas de propaganda del Partido cuando pidió a los periodistas y comentadores “amar y proteger el Partido” haciendo de tal manera de “materializar la voluntad del Partido, reflejar sus puntos de vista y salvaguardar su autoridad”  [Diario del Pueblo, 20 de febrero]. Sin embargo, a la luz del estatus “más grande que la vida misma” que Xi ha asumido, se podría incluso pensar que el Partido y Xi son la misma cosa. Como ha destacado el respetado historiador de Beijing, Zhang Lifan, al referirse al tour del presidente por las tres instituciones mediáticas, “su mensaje ha sido: yo soy el único gran jefe, y ustedes deben servirme bien”  [Ming Pao,  20 de febrero]. El estatus semi-divino de Xi, de clara impronta maoísta, fue ilustrado por las maravillosas cualidades que ahora le son atribuidas. Una joven periodista del staff de la CCTV describió el estrecharse de manos de Xi como “lleno de ternura y particularmente cálido”. Según cuanto fue dicho por ella misma, no se lavó las manos por el resto del día [VOA China y Eastday.com, 28 de febrero].

 

La consecuencia política más significativa de la centralización de poderes por parte de Xi es que de este modo él podría poner a un lado la nota tradicional de la conducción central por la cual se permanece en funciones por no más de 10 años. Como resultado de las reformas institucionales emprendidas por Deng Xiaoping, a principios de los años ochenta del siglo pasado, la Constitución china establece que un premier o presidente del Estado no puede servir a la nación por más de un decenio. La Carta fundante del Partido comunista, sin embargo, no pone límites de tiempo a posiciones como el de Secretario general o el jefe de la Comisión militar central, limitándose a decir que nadie puede ocupar estos cargos “de por vida”, y subrayando que los compañeros “con problemas de salud o de edad” deberán renunciar. Por otro lado, el concepto de “núcleo central de liderazgo” parece comportar un estatus especial: Xi podría estar en grado de seguir reglas distintas a las de los demás, sin estar vinculado a términos correlacionados a su administración o a sus cargos.

Desde fines del 2015, este desarrollo de los hechos ha generado diversas especulaciones, según las cuales Xi seguirá en su puesto al menos hasta el 21er Congreso del partido en el año 2027, cuando alcanzará los 74 años de edad [Ming Pao, 15 de febrero; Radio Free Asia, 8 de febrero]. En una nación que respeta a los ancianos, diversos líderes recientes –entre ellos, Deng y el ex presidente Jiang Zemin- han seguido siendo influyentes bien pasado su 80mo cumpleaños.

 

La indicación más evidente del deseo de permanecer en el poder por 15 años o más habrá de venir de Xi Jinping mismo, viendo hasta qué punto se mostrará impaciente por hacer crecer a funcionarios de la Sexta Generación (Término con el cual se indica a los cuadros nacidos en la década del Sesenta), promoviéndolos a la Comisión permanente del Politburó durante el 19no Congreso del Partido.

En la 18va edición del mismo, cuatro años atrás, fueron tan sólo dos las estrellas nacientes de la Sexta Generación incorporadas al Politburó ordinario. Son el Secretario comunista del  Guangdong Hu Chunhua (nacido en 1963) y el Secretario de la municipalidad de Chongqing Sun Zhengcai (de 1963). Hu, ex primer secretario de la Liga comunista juvenil, es un protegido del ex presidente Hu Jintao, que conduce la facción de la Liga en las políticas internas dentro del Partido. Sun, ex ministro de Agricultura, es considerado cercano al ex premier Wen Jiabao. Si Xi quisiera atenerse a las normas tradicionales, debería promover a ambos a la Comisión Permanente del Politburó durante el próximo Congreso, de manera de prepararlos para convertirse en Secretario general y primer ministro en el 20mo Congreso del Partido, previsto para el año 2022.  

No es secreto, sin embargo, que Xi quieta transgredir la tradición que prevé que es el predecesor quien ha de elegir a su sucesor.  Se trata de una designación “infra-generacional” que nace durante el 14to Congreso del partido (1992): allí Deng Xiaoping eligió a Hu Jintao como sucesor de Jiang Zemin; de la misma manera, en el 17mo Congreso (2007) Jiang indicó a  Xi como líder. De manera particular, el actual presidente está fuertemente en contra de la elección de Hu Chunhua como sucesor suyo, siendo que apoya a la facción de la Liga juvenil, quien se muestra como una fuerza opositora [Chinadigitaltimes.net, 15 de enero; Radio Free Asia, 17 agosto 2015].

 

Al mismo tiempo, Xi está preparado a sus hombres de la Sexta Generación para asumir roles que son clave en el Partido. El hecho de que casi todos estos neófitos carezcan de la talla y la experiencia para entrar el próximo año en la Comisión permanente del Politburó no parece preocupar al presidente. En efecto, éste podría volverse un pretexto muy conveniente para postergar por cinco años el proceso de renovación de la plana de líderes. En otras palabras, la Comisión permanente del Politburó que será delineada durante el 19no Congreso del Partido aún estará dominada por los líderes de la Quinta Generación (o mejor dicho, por sus compañeros nacidos en los años Cincuenta), como  Xi y el premier Li Keqiang. Las estrellas que cercanas a Xi que hayan alcanzado “un crecimiento medio” serán incluidas recién durante el 20mo Congreso. Tras haberlos adiestrado durante cinco años, el “núcleo central de la plana de líderes” podría ceder el bastón de mando de manera oficial en el año 2027.

Hasta hoy, los funcionarios de la Sexta Generación cercanos a Xi que han gozado de las luces del proscenio consisten en los ayudantes personales del Secretario general y en sus ex secretarios. Tomemos, por ejemplo, a  Ding Xuexiang (nacido en 1962), un administrador capaz que fue brazo derecho de Xi cuando éste último cubrió el cargo de Secretario del Partido de Shangai, en el 2007. Ding, que estudió Ingeniería mecánica, se convirtió a mediados de 2013, en director de la Oficina del presidente u vicedirector de la Oficina general central de Partido comunista chino. En enero de 2016 Ding fue promovido a vicedirector ejecutivo de la última oficina mencionada, y esto demuestra que podría asumir el mando y volverse miembro del Politburó durante el 19no Congreso del Partido. El actual director ejecutivo y miembro del Politburó, Li Zhanshu, a su vez podría volverse miembro de la Comisión permanente [Hong Kong Economic Journal, 15 febbraio; Chinaelections.com, 24 agosto 2015].

 

Una afirmación similar fue la que hizo Zhong Shaojun (nacido en 1968), otrora funcionario del Departamento de la organización de la provincia de Zhejiang cuando Xi era Secretario del Partido en la provincia, es decir, entre 2002 y 2007. Zhong se casó políticamente con Xi en Shanghai – y luego en el cuartel de la conducción a nivel nacional, Zhongnanhai, cuando Xi ingresó a la Comisión permanente en el año 2007-  siendo su ayudante personal. En el año 2013, continuando con Zhong, que no tiene experiencia militar de ningún tipo, cayó en una suerte de paracaídas en la jerarquía del Ejército de Liberación popular como director de la Oficina del presidente de la Comisión militar central y vice director de la Oficina general de la  Comisión. Zhong jugó un papel central en la tarea de ayudar a su jefe a capturar a los “tigres corruptos”, particularmente a los secuaces del vicepresidente de la Comisión caídos en desgracias, los generales Caihou y Guo Boxiong. En el curso del 19no Congreso, se espera que Zhong se vuelva director de la Oficina general de la Comisión militar central, administración que ha ganado muchísima influencia durante las ambiciosas reestructuraciones del sector militar lanzadas por la conducción en los últimos meses [South China Morning Post, 11 de marzo 2015; Reuters, 17 de abril 2014].

 

Entre los demás funcionarios de la Sexta Generación que parecen tener perspectivas de una carrera color de rosas están Li Shuli (nacido en 1964), quien fue asistente de Xi cuando este último cubría el cargo de presidente de la escuela central del Partido entre 2007 y 2012. Li, que actualmente ocupa el cargo de jefe de la Oficina para la inspección de la disciplina dentro de la Comisión comunista de Beijing, podría ganar el rango de jefe de la estructura para la ideología y la propaganda. Luego están el Secretario del Partido de Guizhou, Chen Min’er (nacido en 1960) y el gobernador de Zhejiang, Li Quang. Ambos han “resuelto problemas” para Xi cuando él fue jefe del Partido provincial. Ambos tienen oportunidades razonables de entrar en el Politburó ordinario durante el próximo Congreso [Apple Daily, 2 de febrero; Radio Free Asia, 8 de septiembre 2015].

De hecho, mientras los ex presidentes Jiang Zemin y Hu Jintao en ambos casos han constituido enormes “pandillas” personales –la Facción de Shangai y la de la Liga Juvenil, respectivamente – la llamada “pandilla” de Xi Jinping aún se halla en estado embrionario [China Brief, 15 febrero 2013]. Esta es razón de más para que el “núcleo central de la plana de líderes” de XI considere necesario permanecer en el poder por al menos tres mandatos quinquenales más, de modo de poder construir su corte de sucesores y secuaces: ellos tendrán, entre otras, la tarea de salvaguardar lo que muchos observadores definen como un “legado polémico”.

Que todo esto represente, de hecho, un enorme paso atrás en las reformas institucionales buscadas por Deng Xiaoping –e introducidas a fin de prevenir el retorno de las normas de la época maoísta- parece preocupar muy poco a Xi Jinping. Cuya mayor ambición parece ser convertirse en el Mao Zedong del siglo XXI.

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