10/12/2015, 00.00
VATICANO
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​En 50 años, católicos y judíos han pasado de la confrontación a una “profunda amistad”

Una “reflexión teológica” de la Comisión para las Relaciones religiosas con el Judaísmo, que intenta retomar y esclarecer las cuestiones que han surgido en los últimos decenios en el diálogo judeo-católico. La importancia de la Revelación, la relación entre la Antigua y la Nueva Alianza, la relación entre la universalidad de la salvación en Jesucristo y la convicción de que la alianza de Dios con Israel jamás fue revocada, la tarea evangelizadora de la Iglesia referida al Judaísmo.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) – En 50 años, desde que el Vaticano II, con la Nostra Aetate, cambió la visión católica del Judaísmo, las relaciones pasaron “de la confrontación de otrora, a una proficua colaboración, de la potencialidad de conflictos a una eficiente gestión de los conflictos, de una coexistencia marcada por las tensiones a una convivencia sólida y fructífera”, a una “profunda amistad”. Fueron esclarecidas las raíces judías del cristianismo, porque Jesús, el judío, “puede ser comprendido sólo en el contexto judío de su tiempo, y se ha reafirmado que las relaciones entre católicos y judíos forman parte de un “vínculo de parentesco estrechísimo e imprescindible”.

En este cuadro, la Comisión para las relaciones religiosas con el judaísmo ha elaborado un documento, que fue presentado hoy en el Vaticano, titulado “Los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Reflexiones sobre cuestiones teológicas pertinentes a las relaciones católico-judías”. “Se trata – explicó el Card. Kurt Koch, presidente de la Comisión – de un documento explícitamente teológico, que intenta retomar y esclarecer las cuestiones que han surgido en los últimos decenios en el diálogo judeo-católico”. Documento, precisó, no magisterial, y de fuente católica, no obstante en el curso de su elaboración se han escuchado también a algunos estudiosos judíos.

En la convicción de que el diálogo con el Judaísmo no puede ser en absoluto comparado con el diálogo que se da con otras religiones, se abordan cuestiones teológicas fundamentales, como la importancia de la revelación, la relación entre la Antigua y la Nueva Alianza, la relación entre la universalidad de la salvación en Jesucristo y la convicción de que la alianza de Dios con Israel jamás ha sido revocada, la tarea evangelizadora de la Iglesia en relación al Judaísmo. Y, además de reiterar el NO a toda forma de antisemitismo, se afirma la “gran relevancia” de la situación y de las comunidades cristianas en el Estado de Israel,  “porque es allí, como en ningún otro lugar del mundo, que una minoría cristiana se halla ante una mayoría judía” , se desea el compromiso común “en la promoción de la justicia, de la paz y de la tutela de la creación” y en la intensificación de su colaboración “en favor de los pobres, los débiles, los marginados, para volverse así, juntos, una bendición para el mundo”.

Afrontando luego temas más estrictamente teológicos, el Card. Koch dijo que “Jesús nace, vive y muere como judío; incluso sus primeros discípulos y los apóstoles, como columnas de la Iglesia cristiana, se sitúan en una continuidad con la tradición religiosa judía de su tiempo. Sin embargo, Jesús la trasciende, dado que, según la fe cristiana, él no puede ser considerado solamente como judío, sino sobre todo como Mesías e Hijo de Dios. El documento afirma, por lo tanto: ‘La diferencia de fondo entre judaísmo y cristianismo consiste en el modo en el cual considera que ha de valorarse la figura de Jesús. Los judíos pueden ver a Jesús como alguien perteneciente a su pueblo, un maestro judío que se ha sentido llamado a anunciar el Reino de Dios de una manera particular. Sin embargo, el hecho de que el Reino de Dios haya venido con él como representante de Dios está fuera del horizonte judío de la espera mesiánica” (n. 14)”.

Pero tanto judíos como cristianos creen que el Dios de Israel se ha revelado a través de su Palabra, ofreciendo, así, a los hombres una enseñanza sobre cómo vivir, de una manera acabada, una justa relación con Dios y con el prójimo. Esta Palabra de Dios es identificable para los judíos en la Torah; para los cristianos, ella se encarna en Jesucristo. Sin embargo, la Palabra de Dios es indivisa y requiere una respuesta de parte de los hombres, una respuesta que permita a ellos vivirla en la justa relación con Dios.  

Y si para los cristianos, a través de Jesús, todos los hombres hacen parte de la salvación, todos son salvados, incluso si los judíos no pueden creer en Jesucristo como redentor universal, ellos tienen parte en la salvación, porque los dones y la llamada de Dios son irrevocables. Cómo ocurre eso permanece para nosotros como un misterio insondable del plan salvífico de Dios.

Entre esto y aquello, se da asimismo la afirmación, más adelante, de que “la Iglesia católica no conduce ni alienta misión institucional alguna que esté dirigida específicamente a los judíos.  . A pesar de darse esta negación –por principio- de una misión institucional dirigida a los judíos, los cristianos son llamados a dar testimonio de su fe en Jesucristo también ante los judíos”.

Positivo, no obstante su complejidad, fue el juicio expresado, en el curso de la presentación realizada por el rabino David Rosen, Director Internacional de Asuntos Interreligiosos del American Jewish Committee (AJC), y por Edward Kessler, Fundador y Director del Woolf Institute de Cambridge.

Rosen asumió positivamente “el claro repudio, en este documento, de cualquier ‘teología de la sustitución o superación que pone unos contra otros a una Iglesia de gentiles y a la sinagoga” del se quiera tomar parte. A su juicio, sin embargo, “en el espíritu de nuestro recíproco respeto y amistad”,  ha de ser subrayado, “para respetar plenamente la idea que los judíos tienen de sí mismos”, es necesario comprender “la centralidad que la Tierra de Israel juega en la vida histórica contemporánea de la religiosidad del pueblo judío, y que aquí parece faltar”.

El rabino finalmente recordó que los estudiosos judíos, en el curso de los siglos, han elaborado “un concepto de complementariedad, al ver al cristianismo como un vehículo divino a través del cual las verdades universales que el judaísmo ha traído al mundo, pueden, de hecho, ser más eficazmente difundidas en todo el universo y más allá de los límites puestos por el Peoplehood (sic) judío”, la conciencia de la unidad de fondo que vuelve a un individuo una parte del pueblo judío.

“Hoy – dijo Kessler – está claro que muchas de las principales cuestiones de división han sido eliminadas o llevadas a un punto muy lejano, en el cual un acuerdo es posible”. “Durante los últimos 5 años –agregó- los judíos y cristianos han asistido a un gran cambio y, como el nuevo documento demuestra, se han dado pasos gigantescos, pero estamos hablando de un proceso dinámico e implacable. Jamás estaremos en grado de decir: ‘El trabajo ya está hecho. La orden del día se ha completado’. Sin embargo, sobre muchas cuestiones importantes, los judíos y los católicos se encuentran en la misma parte de la barricada teológica, frente a los mismos desafíos, y estamos en la insólita posición de tratar de afrontarlos juntos”.

 

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