10/06/2017, 12.12
TAIWAN - CHINA
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‘Uncle Jerry’, constructor de puentes con China, a través de la TV

de Xin Yage

El jesuita George Gerald Martinson falleció el 31 de mayo pasado. Su misión en Asia  valiéndose de los medios de comunicación para enseñar inglés, la música, la historia de los jesuitas en China, y el Papa Francisco. 

Taipéi (AsiaNews) – “Uncle Jerry”, que es como se lo conoce en China y en muchos países de Asia oriental, murió repentinamente de un infarto el 31 de mayo pasado.  Cuatro días antes, había regresado de su último viaje a Beijing, donde colaboró en la producción de un documental sobre Teilhard de Chardin, un famoso paleontólogo jesuita que perteneció al equipo de estudiosos del homo erectus pekinensis, cuyos restos fueron descubiertos en la inmediaciones de la capital china.

George Gerald Martinson, o mejor dicho, el padre Jerry (丁松筠神父), era en la actualidad el segundo jesuita más famoso del mundo (el primero, reside en el Vaticano) gracias a su trabajo como productor y actor televisivo en la nación más poblada del planeta y en aquellas que la rodean. También era famoso por sus lecciones de inglés y de valores humanos, que formaron a generaciones de asiáticos para comunicarse en la lengua más utilizada del planeta y, sobre todo, por su personalidad carismática, cordial e inspiradora, a la que nadie podía quedar indiferente luego de encontrarse con él. Estas características suyas no eran rasgos secundarios: no se llega a este nivel de popularidad y de influencia, excepto que se posea una personalidad fuera de lo común y una gran humildad de fondo.

En el Kuangchi Program Service (KPS, 光啟社) de Taipéi, donde él trabajo por más de 45 años, no hay quien recuerde haber sido reprendido por él, jamás: tenía el don particular de ser sensible en relación a sus interlocutores, una capacidad de empatía y de comunicación innatas eran la base de su transparente y cautivante personalidad. Su mejor amigo, John Hei (黑幼龍), presidente del Carnegie Training en Asia, lo recuerda de esta manera: «Mi profesión consiste en ayudar a las personas a comunicar sin juzgar al interlocutor, a tener una actitud constructiva y a ser buenos managers: Jerry no tenía necesidad de nuestros consejos, de por sí ya poseía todas estas cualidades innatas y las cultivaba cotidiana y asiduamente».

Los telespectadores de Taiwán primero, y después, los del continente, no tardaron en descubrir a este joven y apuesto cura, inteligente y accesible a todos, y en enamorarse al punto de no olvidarse más de él. El primero de junio, todos los periódicos reportaron la noticia de la muerte y al día siguiente, todas las primeras planas de los mismos periódicos reportaban el hecho de que él se había convertido legalmente en taiwanés: sí, precisamente porque el primero de junio, el ministerio de Relaciones Exteriores había dispuesto que en los estudios televisivos de KPS se llevaría a cabo el otorgamiento oficial de la ciudadanía a Jerry Martinson. Un día antes del evento, él falleció, pero nadie pudo siquiera por lejos pensar en cancelar la ceremonia, que de esta manera se transformó en un acto de conmemoración. Todos los canales de televisión y los titulares de los periódicos estuvieron presentes, y la entrega se transformó en un homenaje a la existencia del padre Jerry, caracterizada por la donación de sí a la gente que él amaba en Taiwán, en China y en toda Asia. Para recibir la ciudadanía estuvo presente su hermano Barry(丁松青神父), jesuita como él, y párroco en una aldea aborigen, en la provincia de Hsinchu.

 

La pobreza y la vocación

Jerry nació  en San Diego, California, el 2 de diciembre 1942, siendo el primero de tres hermanos. Su padre murió cuando tenía apenas 10 años, y su madre se hizo cargo de los tres pequeños Martinson, a quienes crió con amor y fortaleza, en medio de muchas penurias económicas. Esta fortaleza y determinación suyas fueron absorbidas por sus hijos. Jerry solía repetir a sus empleados en Kuangchi: «En los momentos difíciles, no dejemos que nos domine el pánico, sino que más bien tratemos de examinar la situación y resolvamos el problema». Su hermano Barry recuerda la infancia vivida juntos : “Éramos muy pobres, recuerdo que una vez ganamos un viaje a Disneyland, un día entero que incluía el almuerzo en el restaurante, no podíamos creer lo que miraban nuestros ojos cuando vimos ese buffet con cosas sabrosísimas, comimos de tal manera que después no lográbamos ni caminar, y casi nos enfermamos por la indigestión!”. Cuando estaban cursando la escuela superior, Jerry ayudaba a su madre a través de un pequeño sueldo que ganaba como empleado part-time en el famoso zoológico de San Diego: “Me agradaban los animales, me gustaba atender a los animales y estar con ellos” recuerda. El mismo afecto que tenía por las criaturas del zoológico, se multiplicaba cuando se trataba de los seres humanos. “Cuando se habla de él, es fácil caer en un discurso de celebración, pero toda esta admiración refleja la realidad de su persona: quien no cree en la realidad de estos elogios, y en la estima espontánea que él provocaba, ¡es porque no lo conoció!, dice Nancy Wang (王念慈) con lágrimas en los ojos.

Al terminar la escuela superior, Jerry decide entrar al noviciado en la sede provincial californiana de la Compañía de Jesús, y dos años más tarde lo sigue su hermano, Barry. Durante los primeros años de formación, descubre que su sensibilidad generosa y cordial tiene necesidad de horizontes más vastos, y pide ir a la misión de Asia, adonde es enviado por su provincial.  Así, zarpa por mar, “en uno de esos barcos que transportan mercaderías, junto a otros compañeros que también eran enviados a misionar - cuenta él. A un mes de haber partido de California, llegamos a Corea, y en aquellos días, uno de nosotros, valiéndose de una cámara y un trapo viejo a modo de telón, nos involucró en la realización de un filme experimental: así fueron los comienzos de mi aventura en el mundo de los medios”. En realidad, él no sabía que la tarea de la producción de documentales, de hacer de presentador y de ‘crear puentes’ en la pantalla (que es como amaba definir su trabajo en los medios de comunicación) luego habría de ser su misión: primero estudió el idioma chino en Hsinchu (新竹市), y como no le resultaba del todo aprenderlo en una institución, sino que quería aprender a hablarlo estando con la gente común, pidió vivir en una familia, y su deseo fue complacido. Su reticencia a conformase a las instituciones, sin medias tintas, lo convertía en alguien amable y accesible para la gente simple. Luego completó sus estudios de Teología en Taipéi, pero en las lecciones se sentía como pez fuera del agua: “No entendía de qué manera comunicar esas cosas teóricas a la gente, era un mundo aparte”.  

 

La homilía y la band

Y así, alentado por sus superiores que, inteligentemente, se daban cuenta del porte que él tenía, tomó la guitarra y comenzó a dar simples lecciones de Ética en la universidad. “Como era afinado, y resultaba apuesto y accesible para nosotros, sus coetáneos y para los estudiantes más jóvenes, él tuvo un éxito enorme en el campus”, cuenta una de sus estudiantes, por no decir fan, de esa época: “Íbamos a la lección para sentirnos unidos, para estar con él y para cantar los hits del momento, tanto americanos como chinos, con su banda”. Sí, porque mientras tanto, Jerry había formado una band con su hermano Barry y dos amigos taiwaneses: los dos Martinson interpretaban guitarra y voz, más un bajista y un baterista. “Solían tocar por la noche, en el bar situado en a dos cuadras de la Iglesia de la Sagrada Familia –cuenta el padre Alan Grisewood (桂雅安神父), un misionero inglés de su misma edad- ¡y la verdad que fueron un éxito! Jerry me decía: no puedo estar en la iglesia haciendo solamente las homilías, debo ir allí donde la gente vive”.  

En vista de toda esta fama que iba en aumento (Jerry luego confiaba con humildad que “en ese entonces, era más fácil atraer la atención, no existía toda esta industria del entretenimiento”) el padre provincial lo envía al Kuangchi Program Service para trabajar en televisión. “Kuangchi Program Service, creado en la década anterior por otro jesuita visionario, estaba en su época de oro. Era la producción televisiva más importante de Taiwán, y de gran parte del mundo televisivo chino: por la noche, tras haber estado escribiendo los guiones de los programas durante todo el día, mientras volvíamos a casa caminando, oíamos que en las aparatos de TV de los apartamentos estaban pasando los programas producidos por nosotros”  cuenta una actriz anciana, ya retirada. “Algunos de nuestros programas alcanzaban 35 puntos de rating”, recuerdan los directivos de entonces. 

 

Mickey Mouse y los refugiados

Era el mundo perfecto para Jerry: ¡subido al escenario! Pero no, no era tan así, de hecho él decía: “Simplemente comencé a traducir al chino los dibujos animados de Mickey Mouse, tenía una pequeña mesita en un rincón de la piecita del cuarto piso y allí trabajaba todos los días”. Pasar del entretenimiento amateur al mundo profesional requirió pagar un derecho de piso por un tiempo, y también de una formación, para entender desde adentro cómo funcionaba la estructura de la producción. Pero el potencial estaba, era algo innato e innegable. Su manejo del idioma chino a esta altura ya era elegante y prácticamente perfecto, el hecho de ser fotogénico y amable anticipó que su destino estaba en la pantalla chica, ya desde la primera noche.  

Él también condujo una edición nocturna de la gala de premios televisivos taiwaneses, y, años después, gracias a una producción suya, incluso ganó un Oscar al mejor documental: el Caballo de Oro (金馬獎) que es el máximo galardón cinematográfico del mundo chino. Corría el año 1986, y esta es una etapa fundamental que sintetiza la misión de Jerry y el sentido de su vocación, como persona y como sacerdote.

El documental que ganó el 23er Golden horse se titula “Beyond the killing fields” (殺戮戰場的邊緣, Más allá de los Campos de la Muerte, ndt) y narra la vida de los refugiados en la frontera entre Tailandia y Camboya. En el documental, Jerry aparece entrevistando a las personas que viven dentro del campo. El resultado final es una historia conmovedora que desvela el sufrimiento padecido por aquellos que habían dejado todo a causa de la guerra: como conductor, hace un llamado sobre la necesidad de construir comunidades y apela al toque humano que estas personas están buscando. Su micrófono y sus cámaras de tv se convierten en un punto de atracción en torno al cual se congregan los refugiados, para relatar la historia de cómo huyeron de sus hogares y de sus familias. “Fueron dos años increíbles –recordaba una vez Jerry- primero, la producción en Tailandia, luego el regreso a Taiwán, el trabajo de montaje y finalmente, el descubrimiento por parte de las principales emisoras, primero las taiwanesas y luego las asiáticas: generó una ola de conmoción, de donativos, en términos de ayudas económicas y solidaridad. Piensa, por ejemplo, que por más de un año, los taxistas no dejaban que pague los viajes, y me decían que ellos querían ofrecerlo para los refugiados: ¡es increíble el poder de la pantalla y de los valores que ésta puede transmitir!”

Esto no hace sino revelar que la celebridad de Jerry a esa altura ya era objetiva, y que ésta no lo había desviado de su misión como cura y como cristiano, constituida por el contacto con los más marginados. “Aquí, en Taipéi, el domingo iba a celebrar la misa en una obra en construcción, donde trabajaban los migrantes indonesios, justo aquí cerca de nuestro estudio televisivo, donde se estaban levantando nuevas obras: gente realmente pobre, y sobre todo desatendida, precisamente la gente a la cual Jesús se acercaba”.

 

Un cura para Asia y China

Un día, dos hermanos taiwaneses se reúnen con él y le ofrecen un proyecto: enseñar inglés tanto en la TV como por videocasetes: ello serían sus productores. Al principio, él está perplejo, no le interesa ser docente de inglés,  pero luego entiende la fuerza que tiene el proyecto, que puede consolidar, ampliar y tornar aún más duradera la audiencia a disposición.  Cuando los hermanos se vuelven a reunir con él, Jerry les dice que acepta la propuesta. Así nace Giraffe English (長頸鹿美語) una cadena de escuelas de enseñanza del idioma inglés que se propaga rápidamente en China y luego en todo el Asia oriental. A partir de entonces, la fama de Jerry no para de crecer. Surgen contratos con la televisión satelital Phoenix, con base en Hong Kong, y con las televisiones provinciales chinas. En el continente (donde ahora la cadena cuenta con más de 500 transmisoras, sin contar todas las repetidoras) la figura de Jerry ya es una marca establecida, es invitado al lanzamiento de productos en las principales metrópolis y él aprovecha la ocasión para difundir valores y construir puentes. Este camino y esta fuerza de su imagen le abre el camino para emprender una colaboración con la televisión nacional china (CCTV, 中央電視台), que a partir de 2005 comienza a transmitir las coproducciones del Kuangchi Program Service en Jiangsu TV (江蘇電視台), de tres documentales detallados acerca de la historia de los jesuitas en China: Paul Xu Guangqi(徐光啟), Adam Schall von Bell (湯若望) y Giuseppe Castiglione (郎世寧), este último –sobre el artista milanés- es un verdadero éxito. En este momento, una cuarta producción, sobre  Matteo Ricci (利瑪竇), está siendo terminada. Dichas producciones son el fruto de la profunda determinación a la hora de querer construir puentes de diálogo, voluntad que caracterizó a Jerry a lo largo de toda su vida.

Antes de la ceremonia de conmemoración del primero de junio, un entrevistador le preguntó a un colaborador de Jerry cómo podía conciliar el hecho de ser famoso y al mismo tiempo ser tan accesible y estar tan cerca de la gente: “Ser muy famoso requería, ante todo, una gran paciencia: cuando comencé a trabajar con él, a veces le pedía que discutiéramos acerca de una nueva idea, e íbamos a tomar un café al bar que estaba al final de la calle: ¡imposible! En esos cien metros, cuando menos veinte personas detenían su paso porque querían saludarlo e intercambiar dos palabras con él. Nos resignábamos a comprar el café y bebérnoslo en la calle. Una vez, le pregunté a Jerry: ‘Además de toda la presión que sientes por el hecho de estar siempre bajo la mirada de todos, ¿qué sientes cuando viajas en el tren y todos te saludan?’ y él de en seguida dijo: “Cada vez que pasa, es una bendición”.

El padre Emilio Zanetti (蔡明隆神父), que en los últimos cinco años colaboró con él en el Kuangchi Program Service cuenta: “Le tomaba el pelo: ¿Alguna vez encontraré a alguien casi tan famosos como tú?’.  Hace dos años, finalmente tuvimos el examen final: su trato directo con las grandes estrellas del cine. Para la producción del filme Silence(沈默), que fue rodado por Scorsese aquí, en Taipéi, estuvimos juntos en el set. Recuerdo que en la primera mañana llegamos con Andrew Garfield para dirigirnos a la zona donde estaban los asistentes de producción. Yo caminaba a cierta distancia, atrás de Andrew y Jerry, con otra persona. Andrew fue el primero que ingresó al patio cerca de las oficinas, luego entró Jerry. Alzo la mirada y veo que todos se acercan a Jerry para saludarlo: ¡No lo puedo creer!, me digo, “¡ha derrotado al Hombre Araña!” Una muchacha de la producción se acerca a mí sonriendo y dice: “Él es nuestra súper estrella!”

Jerry siempre aprendía algo de todas las personas con las que se encontraba; en los últimos dos años, condujo el programa televisivo centrado en el Papa Francisco, titulado Oh my God! , y a él lo conmovía el ejemplo de Francisco, un Papa que escucha: “cuando hablamos con la gente y nos viene la tentación de pronunciar juicios apresurados, recordemos su frase: “¿Quién soy yo, para juzgar?”

Hace más de 20 años, se publicó un libro sobre Jerry titulado “Un cura que no parece cura”(一個不像神父的神父); en un par de meses saldrá un nuevo libro, que a este punto será póstumo, sobre su vida, que fue escrito por él mismo el año pasado, junto a un periodista de una gran casa editorial de Taipéi.  Como decía uno de sus estudiantes: “Esperamos conocer nuevos aspectos de su vida y con todos los que lo conocieron, le damos las gracias por hacernos conocer aún más a Jesús, y por todo lo que nos dio. ¡Gracias Jerry!”.

 

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