Presentada en Doha por Khaled Meeshal, la Carta representa una posición más moderada y moderna que el movimiento islamista. Se reconocen los confines de 1967, aunque no así la legitimidad del Estado israelí. Por primera vez, se hace una distinción entre sionismo y judaísmo.
Gaza (AsiaNews/Agencias) – Ayer, primero de mayo, la organización islamista Hamas presentó una nueva Carta magna. La presentación fue realizada por el líder en el exilio, Khaled Meeshal, en el hotel Sheraton de Doha, capital de Qatar, faltando dos días para la visita del presidente de la Autoridad palestina, Mohammad Abbas, a Washington. La nueva Carta, si bien no reconoce la existencia del Estados judío, en muchos aspectos representa un relajamiento de las posiciones de Hamas, tanto en relación a Israel como a Fatah.
El documento, que es el producto del trabajo de cuatro años, está compuesto por 11 capítulos y 41 artículos. En lo que respecta a su estatus, hay un debate interno en curso, pues por ahora los funcionarios lo definen como un “punto de referencia”, pero que aún no sustituye del todo a la Carta fundacional de 1988.
Ésta no pide la destrucción de Israel, y por primera vez hace una separación entre sionismo y judaísmo: “Hamas afirma que su conflicto es con el proyecto sionista, y no con los judíos en virtud de su religión”. Anteriormente, Hamas reclamaba a llevar adelante una guerra contra todos los judíos.
En segundo lugar, la Carta reconoce a la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) como “marco nacional” del pueblo palestino, del cual, sin embargo, reclama la reconstrucción sobre “fundamentos democráticos, salvaguardando los derechos de los palestinos”. Este reconocimiento oficial de la OLP representa un cambio radical con respecto a la Constitución original, en la cual Hamas se planteaba como una alternativa.
Por otro lado, Hamas reconoce el rol de la Autoridad palestina para “servir al pueblo palestino, salvaguardando su seguridad, sus derechos y su proyecto nacional”.
También resulta histórica la aceptación, por primera vez, de un Estado palestino demarcado rigiéndose por los límites del 4 de junio de 1967. Sin embargo, este reconocimiento no incluye la aceptación formal de la solución de los dos Estados, ni de Israel. Se rechazan por otro lado, los Acuerdos de Oslo y aquellos vinculados a éstos. La Carta admite el reconocimiento de los límites vigentes en 1967, con Jerusalén como capital y el retorno de los palestinos que huyeron con el correr del tiempo a partir de 1948, como una “fórmula de consenso nacional”. En lo que respecta a los refugiados, el documento especifica una negativa a todos los intentos de privarlos de su derecho a regresar, incluyendo los de la integración a otros países, además de su derecho a un resarcimiento.
El documento toma distancia del que fuera formulado en 1988 en lo concerniente a otros aspectos que tratan de modernizar la visión política de Hamas y sus objetivos: el mismo no hace referencia a los Hermanos Musulmanes, con los cuales, en cambio, sí había una conexión explícita en la versión anterior, sino que se define simplemente como un movimiento nacional “con referencias islámicas”; menciona a los palestinos cristianos y los lugares sagrados; y es más claro en relación al papel de los niños y de las mujeres, que juegan “un rol fundamental en el proyecto de resistencia no-violenta, razón por la cual “diversificar los medios y métodos [de la resistencia] es parte integrante del proceso de gestión del conflicto”.
Al presentar el documento, Meshaal declaró que lo que intenta es tornar “transparente” la posición de Hamas, un movimiento “sostenible, renovable y en desarrollo, tanto en lo que se refiere a su propia conciencia ideológica como a su actividad política”: “No queremos diluir nuestros principios, sino estar abiertos. Esperamos que este [documento] marque un cambio de los Estados europeos en relación a nosotros”.
Ese documento es considerado el último acto de Meshaal, que debiera dar un paso atrás como líder de la oficina política de Hamas.
Israel ha rechazado el documento, afirmando que no es más que una fachada que apunta a hacer creer que Hamas es moderado. Para el Primer ministro Benjamin Netanyahu es una “cortina de humo”, mientras Hamas continúa preparándose para la guerra contra Israel.