De rehén de Hamás en Gaza a monje budista

El tailandés Natthaporn Onkeaw, de 26 años, fue uno de los secuestrados el 7 de octubre. Durante su detención había jurado convertirse en monje budista si lograba salir con vida. En el país, ordenarse monje -aunque sea temporalmente- es cada vez más un rito tradicional de paso para los jóvenes.


Ban Nongsang (AsiaNews/Agencias) - De rehén en los túneles de Gaza a monje budista en Tailandia. Este es el camino recorrido en pocas semanas por Natthaporn Onkeaw, de 26 años, uno de los trabajadores agrícolas secuestrados en los kibutz de los alrededores de la Franja en las incursiones llevadas a cabo por Hamás el 7 de octubre, que dieron inicio a la guerra que aún continúa. Liberado junto con otros de sus compatriotas en la breve tregua de noviembre, el joven - informaba ayer en un artículo el diario católico francés La Croix - tras regresar a casa vive ahora en un monasterio. Desde Gaza, mientras era rehén de los milicianos de Hamás, dijo que rogaba todos los días a Buda que le sacara con vida de aquel infierno. "Allí -añadió- se hizo un juramento a sí mismo: si lograba salvarse, se convertiría en monje". El 15 de enero, Natthaporn fue ordenado monje en Ban Nongsang, provincia de Nakhon Pathom. Como en la tradicional ceremonia de ordenación, le afeitaron la cabeza y las cejas y luego, vestido todo de blanco, desfiló con su familia por las calles de su pueblo, en el noreste de Tailandia.

Con sus 40.000 templos, el 90% de la población tailandesa es budista, fiel a la rama Theravada. Según el Consejo Supremo de la Sangha, la comunidad budista cuenta con entre 200.000 y 300.000 monjes, con un número creciente de "novicios temporales" de entre 12 y 20 años.  Entrar en la vida monástica de forma temporal es, de hecho, cada vez más un rito de iniciación para muchos jóvenes tailandeses: "Una buena parte de los hombres tailandeses se convierten en monjes en algún momento de su juventud", explica a La Croix Thomas Borchert, profesor de religión en la Universidad de Tailandia. Y los motivos son variados: honrar la memoria de alguien, obtener el perdón y, sobre todo, en una sociedad donde las creencias religiosas están ancladas en las costumbres y tradiciones, acumular méritos, una práctica que consiste en realizar actos benéficos para dotarse de un 'buen karma' (reflejo de nuestros actos pasados)".

Originalmente, estas ordenaciones duraban tres meses lunares, de julio a octubre, el periodo de abstinencia de la estación lluviosa. "Algunos iban incluso más allá de esta simple 'Cuaresma budista', prolongándola durante varios años", añade el antropólogo, señalando que hoy en día ordenarse durante un breve periodo es una experiencia muy común. Especialmente para las familias más pobres, convertirse en monje garantiza el acceso a la educación y quita una boca que alimentar en casa.