Beiging, aumentan los atentados con un Partido dividido
de Bernardo Cervellera
Nadie ha reivindicado las explosiones en Taiyuan y el ataque en la plaza Tiananmen. Pero el objetivo son los símbolos del poder del Partido. Desilusión y división en la población. Pero sobre todo está la división en el Partido comunista entre "reformistas" e "inmovilistas"

Roma (AsiaNews) - Son aún desconocidos los autores del atentado ocurrido ayer en Taiyuan (Shanxi). Las bombas "caseras", han causado la muerte de una persona y ocho heridos, además de los daños a los coches y a los vidrios de la zona circunstante. La policía habla de un "acto deliberado", pero nadie ha reivindicado el gesto. Lo mismo sucede con el atentado en la plaza Tienanmen del 28 de octubre pasado, cuando un Suv explotó matando a cinco personas e hiriendo al menos a otras 30. La policía ha acusado a los "terroristas uiguros", pero también aquí, ninguna reivindicación.

Todas estas bombas y ataques tienen algo de insólito y al mismo tiempo predeccibles.

El aspecto insólito es que éstos toman de mira a objetivos públicos y honrados del País. Las siete bombas artesanales explotadas en Taiyuan tenían como objetivo la sede provincial del Partido, que dirige la vida de millones de habitantes.

El Suv que explotó en la plaza Tienanmen tenía como objetivo el retrato de Mao Zedong que domina la fachada del Palacio imperial y la entrada de Zhongnanhai, la parte del palacio donde residen los mayores líderes del Partido. Hasta ahora en China se han registrado revueltas y asaltos a sedes locales del Partido, a municipalidades, a coches de la policía: todo en un nivel ciudadano, expresando la ira por las injusticias que sufren a causa de los sindicatos, secretarios del Partido o jefes de los pueblos. Ahora en la mira están los grandes signos del poder: plaza Tienanmen, de donde Mao hablaba a las exterminadas multitudes, el baricentro del imperio, el lugar donde el partido masacró jóvenes universitarios y obreros el 4 de junio de 1989; Taiyuan y Shanxi, zonas mineras y de industrias de carbón que han permitido a China cumplir el salto a la modernización pero también a hundirse en una contaminación mortal.

Otro elemento nuevo es la difusión de las noticias de los atentados: en los años pasados los enfrentamientos, muertos, incendios se daban a conocer luego de días o semanas; hoy, gracias  a las redes sociales se conocen en tiempos reales

Con esta serie de atentados-que la seguridad pública no logra detener y que la censura no logra sofocar- se está consumando la desconfianza total en el Partido comunista chino. Hasta hace pocos años, los chinos decían: el Partido es violento pero nos ha llevado al bienestar y a la modernidad. Hoy, el Partido es mirado como a un grupo de oligarcas corruptos que con la excusa de "servir al pueblo", lo ha explotado lo más posible, acumulando riquezas millonarias delante de una población que vive modestamente o en la pobreza.

En estos atentados hay también un aspecto de descontento: desde hace años los máximos líderes (Jiang Zemin, Hu Jintao y Xi Jinping) advierten que si los miembros del Partido no para la vorágine de la corrupción, el partido corre el peligro de extinguirse. Pero la respuesta de los cuadros fue sorda: los escándalos de coimas, tangentes, préstamos recibidos por los bancos y luego condonados están a la orden del día. Y los activistas democráticos que piden que todo miembro del Partido declare sus riquezas, son arrestados por "disturbar el orden público".

Otro elemento de descontento es que los mismos sociólogos de la Academia de ciencias sociales de Beiging han advertido continuamente que los coeficientes Gini de estabilidad de china, debido al abismo entre pobres y ricos, está ya desde hace mucho tiempo en niveles de Países del Tercer Mundo, fácil circunstancia para producir revueltas y enfrentamientos con las fuerzas del orden. De hecho en todos estos años se pueden contar más de 180 mil revueltas al año: paros, asentadas, choques con la policía, ocupaciones de fábricas. Los motivos son varios: secuestro de tierras a los campesinos para construir centros residenciales, vendidos a peso de oro; contaminación de las faldas acuíferas por parte de las industrias; el no pagar los salarios a los obreros.

Delante de este desolador espectáculo, una parte del Partido quisiera hacer algunas reformas. El fin de semana, el 9 de noviembre próximo se realizará en Beiging el Tercer Plenum del partido, que debería decretar el fin de algunos monopolios de las industrias del estado, facilitaciones para inversiones privadas; amortización social para los ciudadanos. Todo esto implica pérdida de poder político y económico para algunos y aumento de gastos para los gobiernos provinciales. Y muchos que reman en contra, señalan el peligro que estos pasos "demasiado liberales" son similares a aquellos que han llevado a la caída de la Urss.

Como hipótesis, es también posible que estos atentados hayan sido armados para parar toda reforma, mantener el puño de hierro y garantizar aún por algunos años el poder absoluto del Partido.