Papa: homenaje a la Inmaculada pensando en los pobres, enfermos y niños
Francisco se dirigió a la plaza de España y a la basílica de Santa María la Mayor. La plegaria compuesta para la ocasión. El largo saludo de los muchos presentes enfermos.

Roma (AsiaNews)- "El deseo de santidad", el esplendor de la verdad", "el canto de la caridad", "la belleza del Evangelio", "el grito de los pobres", "la soledad de los ancianos y la fragilidad de los niños" resonaron en la plegaria del Papa Francisco a la Inmaculada.

Es su primer homenaje a la Inmaculada de plaza España, en Roma: decenas de miles de personas a lo largo de las calles y en escalinata de la Trinidad de los Montes. El Papa llega poco antes de las 16 con su ya normal coche. Recorre a pie los últimos metros hasta la columna, en cima a la cual está la imagen de la Virgen, a la cual, como cada año, los bomberos han llevado una corona de flores.

Caen unas gotas de lluvia, lo que no impide a Francisco el acercarse a las vallas para saludar, con una atención particular a los muchos enfermos presentes. Saluda a lo largo a algunas decenas, uno por uno, también después de la ceremonia recorriendo casi toda a pie y luego recita una plegaria, por el mismo, preparada  para la ocasión:

"Virgen Santa e Inmaculada,

A Ti, que eres el honor de nuestro pueblo

Y la guardiana atenta de nuestra ciudad

Nos dirigimos con confianza y amor,

Tú que eres toda bella, ¡Oh María!

El pecado no está en Ti.

Suscita en nosotros un renovado deseo de santidad:

En nuestra palabra brille el esplendor de la verdad,

En nuestras obras resuene el canto de la caridad,

En nuestro cuerpo y en nuestro corazón vivan pureza y caridad,

En nuestra vida se haga presente toda la belleza del Evangelio.

Tú eres toda hermosa, ¡Oh, María!

La palabra de Dios en Ti se ha hecho carne.

Ayúdanos a permanecer en la escucha atenta de la voz del Señor:

El grito de los pobres no nos deje jamás indiferentes,

El sufrimiento de los enfermos y de quien tenga necesidad no nos encuentre distraídos,

La soledad de los ancianos y fragilidad de los niños nos conmuevan,

Cada vida humana sea por todos nosotros siempre amada y venerada.

Tú ere la Toda Bella, ¡Oh, María!

En Ti está la alegría plena de la vida beata con Dios.

Haz que no perdamos el significado de nuestro camino terreno:

La luz amable de la fe ilumine nuestros días,

La fuerza consoladora de la esperanza oriente nuestros pasos,

El calor contagioso del amor anime nuestro corazón,

Que nuestros ojos estén fijos allá, en Dios, donde está la verdadera alegría.

Tú eres la Toda bella. ¡Oh, María!

Escucha nuestras plegarias, y atiende nuestra súplica:

Esté en nosotros la belleza del amor misericordioso de Dios en Jesús,

Sea esta divina belleza la que salve a nosotros, nuestra ciudad, el mundo entero.

Amén"

Pero el de plaza de España no fue el único homenaje del Papa Francisco a la Inmaculada. Terminado esta ceremonia se dirigió a Santa María la Mayor. En la primer basílica dedicada a María, Francisco ya había ido muchas veces, en particular el día después de su elección, el 14 de marzo para recitar el rosario y también el 20 de julio, cuando fue para "pedir a la Virgen su protección para su próximo viaje a Brasil, por los jóvenes que se reunían para las Jornadas Mundiales de la Juventud  en Río de Janeiro y por todos los jóvenes del mundo".