Bartolomé convoca a los primados de las Iglesias ortodoxas
de NAT da Polis
Objeto del encuentro los trabajos y los tiempos de la comisión preparatoria del Sínodo pan-ortodoxo. Pero también para evidenciar la necesidad de salir del "localismo" y emprender iniciativas comunes. Zizioulas: el peligro mayor del mundo cristiano de hoy es la auto -marginación.

Estambul (AsiaNews)- El patriarca ecuménico Bartolomé, invitó a los patriarcas y a los arzobispos de todas las Iglesias ortodoxas a un encuentro en Constantinópolis, el próximo marzo, para un intercambio de opiniones sobre los trabajos y los tiempos de la comisión preparatoria del Sínodo pan-ortodoxo, previsto para el 2015. Trabajos hasta ahora sólo ocupados en cuestiones procesuales.

El último encuentro de los primados de las Iglesias ortodoxas se realizó en 2008, siempre en Constantinópolis.

Más que hablar de la comisión preparatoria, el encuentro de marzo próximo nace de la voluntad de Constantinópolis es recordar a sus hermanos que no se pueden enfrentar los desafíos de un mundo económicamente globalizado, pero espiritualmente fraccionado- con todas las consecuencias negativas que derivan para la existencia humana-sin iniciativas comunes. Un tentativo, se comentaba en ambientes ortodoxos, de salir de la auto-marginación debida a una mentalidad localista que caracterizó a las Iglesias ortodoxas en la era moderna, a cuasa también de un cierto filetismo (nacionalismo), heredado del post-otomano.

Constantinópolis busca, gracias también a su histórica mentalidad sobre-nacional, evitar esta introversión del planeta ortodoxo. Porque son muchos en el mundo ortodoxo que temen a una Iglesia ortodoxa miedosa en enfrentar los desafíos sociales de la nueva era, una Iglesia que se limita a hacer simples obras de caridad y se consuma en discusiones sobre temáticas sociales, evitando enfrentar en su conjunto la crisis que atraviesa la existencia humana en la sociedad moderna. Iglesias individuales que, con el beneplácito del propio sínodo, cumplen iniciativas "locales", sin tener en cuenta ni presentes las necesidades y los desafíos universales.

A este propósito, el metropolita de Pérgamo, Ioannis Zizioulas, co-presidente del diálogo ecuménico entre católicos y ortodoxos, eminente teólogo, nos dijo que "el mayor peligro para la Ortodoxia, pero también para todo el mundo cristiano, no es el ateísmo, el poder secular o en general sus varios enemigos. Nadie en el curso de la historia fue capaz de hacer desaparecer a la verdad. El mayor peligro viene de su auto-marginación. Y esto sucede cada vez que un movimiento, una fuerza espiritual rechaza el confrontarse y el ir al diálogo con todos los movimientos intelectuales y sociales de la propia era. Porque es necesario recordarse siempre que la historia no es monolítica".      

"La historia- continúa Zizioulas- es el espacio en el cual se ejercita la libertad del ser humano. Y la libertad en el arco de la vida humana está caracterizada por la expresión de diversas opiniones y por consecuencia por la dialéctica del "sí" y del "no2. Solamente al final (en sentido escatológico) la libertad humana se expresará con un "sí", que será dirigido a Dios y a la verdad".

Sobre esta constatación se consolidó en los tiempos la Iglesia. Desde el principio, las primeras comunidades cristianas se dedicaron a un diálogo constructivo con el hebraísmo y el mundo griego. Esto tocó su punto máximo en el así llamado período patrístico, en el cual la iglesia osó enfrentar un diálogo constructivo con la cultura del tiempo, sellándola con la propia verdad. Sólo en el mundo contemporáneo sucedió en la cultura, la llamada división entre los sagrado y lo profano, que empujó a la Iglesia a ser cultural y civil, con consecuencias dañinas no sólo para la Iglesia, sino también para la civilización misma".

Por lo tanto- prosigue Zizioulas- cada fuga de la realidad histórica y la continua búsqueda de la propia identidad sólo en el pasado, sin tener en cuenta al contexto histórico, social y cultural en el cual se desarrolla esta tradición identificativa, equivale a hacer un mito de la ortodoxia y por lo tanto a marginarla".

"Es muy importante por lo tanto- concluye el metropolita de Pérgamo- que nosotros hombres de la Iglesia, renunciemos a ese auto-complacimiento narcisista que lleva a estériles contraposiciones, pero sepamos, por el contrario ofrecer al creado la esencia del verdadero testimonio, el de Nuestro Señor".