Seúl, después de 17 años la "clínica Raffaele" para los emigrantes tendrá su edificio
de Pietro Kim Jaedok
La obra fue creada por voluntad del card. Kim, que en 1996 alentó a los médicos y voluntarios católicos a ayudar a los inmigrantes en Corea sin dinero o copertura sanitaria. Obligada a trabajar en un corredor del seminario de la capital, este gran instrumento de caridad encontró fondos para abrir una estructura independiente.

Seúl (AsiaNews)- Después de 17 años y casi 180 mil emigrantes curados en forma gratuita en un corredor del seminario de Seúl, la "clínica Raffaele" podrá desplazarse a un edificio propio, donde podrá continuar la propia obra caritativa a favor de las franjas más pobres de la población sud-coreana. La obra, nació por voluntad del difunto cardenal Kim, de hecho fue obligada a obrar por casi dos decenios en un "hospital corredor", o sea en el tercer piso del edificio parroquial de Haehwa y en una parte del seminario de Seúl.

Este gran instrumento de caridad nace en 1996, cuando el entonces arzobispo de Seúl el card. Stefano Kim Sou-hwan convoca  a un grupo d médicos de la universidad de Seúl para alentarlos a que se interesasen por la mísera situación de tantos extranjeros venidos a Corea para trabajar. Sin cobertura sanitaria y a menudo sin documentos, estos extranjeros procedentes de varios Países asiático- sobre todo China, Paquistán, Bangladesh y Filipinas- no tienen ningún modo para obtener curaciones médicas. "La vida de ellos- dice el cardenal a los presentes- es demasiado miserable. Por favor, creen una actividad médica que pueda ayudarlos".

Al año sucesivo, gracias a la obra gratuita de varios doctores, la clínica inicia a trabajar. El prelado ofrece la disponibilidad de los locales parroquiales, mientras que el nombre lo elige el entonces obispo auxiliar de Seúl, mons. Kang U-il. El obispo ahora es titular de la diócesis de Cheju y presidente de la Conferencia episcopal coreana, indica al arcángel Rafael como protector de la nueva obra.

Uno de los médicos que desde la primera hora prestó sus servicios en la clínica, el doctor Ann Kuyri, recuerda: "Con los profesores y los estudiantes de medicina hemos traído algunas sillas y muchas cajas de remedios y hemos comenzado a curar a los extranjeros en el corredor de la iglesia. En los primeros tiempos los emigrantes tenían miedo de venir, porque no tenían dinero. Recuerdo que los primerísimos, en la puerta, preguntaban: ¿Pero es verdad que puedo ver a un médico? ¿Es verdad? Pero yo no tengo dinero..." hoy son más de 300.

El card. Kim mantuvo con cualquier medio esta clínica y hablaba de ella en cualquier ocasión posible. Después de su muerte, sucedida el 23 de febrero de 2009, un anónimo donó unos 2.300 euros para las obras sanitarias del hospital "corredor". Y en su testamento, el difunto prelado dejó una suma importante justamente para esta obra. Gracias a esta "avalancha de ayudas", sostenida también por algunos emigrantes que han mejorado su propia situación económica y de trabajo, el próximo junio la clínica podrá abrir las puertas en su edificio propio.