Cardenal Amato: Los beatos Mario Vergara e Isidoro Ngei Ko Lat han hecho reflorecer el catolicismo en Myanmar
de Costanzo Donegana
Crónica de la beatificación realizada en Aversa. Presente una delegación de la diócesis de Lokaw, entre los cuales el obispo emérito Mons. Sotero Phamo y el administrador apostólico mons. Stephen Tjephe. A la ceremonia han participado 10 obispos, 200 sacerdotes y centenares de seminaristas. El saludo del superior general del Pime.

Aversa (AsiaNews)- Sobre la sangre de los mártires floreció el catolicismo en Myanmar. Es cuánto puso en evidencia el Card. Angelo Amato, durante la ceremonia de beatificación del El p. Mario Vergara, Pime, y su catequista Isidoro Ngei Ko Lat,  primer beato de Myanmar, que se realizó en Aversa el 24 de mayo pasado. La decisión del Papa Benedicto XVI de desplazar las beatificaciones de Roma a las diócesis de origen de los beatos se revela siempre más sabia: la catedral de Aversa, repleta de personas, tantas eran que muchos no pudieron entrar, asistieron a la ceremonia al aire libre a través de pantallas gigantes.

Junto al presidente, el Card. Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las causas de los santos, han concelebrado otros 10 obispos, entre los cuales 2 venidos de Myanmar: mons. Sotero Phamo  y mons. Stephen Tjephe. A la misa participan también unos 200 sacerdotes de la diócesis de Aversa y muchos venidos a propósito desde el extranjero o de otras diócesis de Italia. Presentes también más de 100 seminaristas del Seminario campano interregional.

La delegación de la diócesis de Liokaw, donde sucedió el martirio, estaba compuesta por 4 sacerdotes, religiosas, laicos y laicas. Significtaiva la presencia del Pime. El instituto al cual pertenecía el p. Vergara, en la persona del superior general, el p. Ferruccio Brambillasca y numerosos otros padres.

La celebración inició con la lectura de la vida de los dos beatos por parte de la postuladora de la causa, suor Carmelina Vergara, seguida con atención conmovida por todos los presentes. Siguió la proclamación de la beatificación que, si bien en lo simple de las palabras, elevó el clima espiritual. El todo luego, fue completado por la presentación de las reliquias, un signo que siempre habla a la piedad del pueblo. 

La homilía del Card. Amato trazó algunos aspectos salientes de las figuras de los beatos, evidenciando como su sacrificio ha tenido un prodigioso efecto misionare, generando "el florecer del catolicismo en Myanmar". "Sus cruces-afirmó- han hecho crecer el árbol de la Iglesia, infundiendo en los bautizados la altivez de su identidad cristiana y dando a ellos un renovado dinamismo de apostolado y de testimonio. El beato Isidoro es el primer fruto de la santidad de la Iglesia en Myanmar"

"También la diócesis de Aversa-concluyó-está feliz de haber dado el nacimiento al beato p. Vergara, misionero generoso, que ha llevado a esa tierra extranjera las virtudes más bellas de la gente: la fe católica, la laboriosidad, el entusiasmo misionero, la bondad y aquella actitud de respeto y de fraternidad, que tanto maravillaron a los habitantes del lugar"

Al final de la celebración, el obispo de Aversa, mons. Angelo Spinillo, puso en evidencia la experiencia de catolicidad entre la Iglesia de Aversa y la de Lokaw. A él se agregó el p. Brambillasca, agradeciendo a todos los presentes y a aquellos que han colaborado para la buena realización de la beatificación.

Al día siguiente, por la noche, se celebró en Frattamaggiore, ciudad que dio el nacimiento al beato Vergara, la Misa de agradecimiento, presidida por mons. Spinillo con la presencia de 6 obispos y más de 50 sacerdotes. La celebración se realizó delante de la basílica de San Sossio, incapaz de contener a la multitud presente. El presidente de la asamblea desarrolló el tema del martirio y del testimonio, encarnado por los 2 beatos en sus vidas y en sus muertes.

En el ofertorio algunos representantes de la delegación de Loikaw han llevado sus dones y al final de la celebración un sacerdote ofreció a mons. Spinillo un cuadro que representa los símbolos de su región.

La multitud de los fieles presentes siguió con devoción y entusiasmo la ceremonia, expresando la alegría para poder contar entre los propios ciudadanos un misionero que ha seguido a Cristo hasta el don total de la vida. Entusiasmo que, como el día precedente, se manifestó también en un espectáculo de fuegos de artificio y de estruendos, típicos del lugar.