Moscú (AsiaNews) - El Patriarca de Moscú, kirill envió sus congratulaciones al nuevo presidente ucraniano apenas elegido, Petro Poroshenko, renovando su pedido por la paz. Poroshenko es un conocido practicante de la Iglesia ortodoxa ligada al Patriarcado de Moscú. Por esto algunos analistas no han visto nada de extraño en el hecho que Kirill haya enviado sus augurios, aún antes del presidente ruso Putin, el cual se declaró abierto al diálogo con las nuevas autoridades ucranianas. Pero hay también quien sostiene que el gesto de Kirill sea una movida con la cual la Iglesia rusa intenta mantener influencia y control sobre la comunidad ortodoxa ucraniana, siempre más distante de Moscú.
"Espero que el poder y la autoridad en sus manos servirán para el bien de Ucrania del este, oeste, Norte y Sur-escribió Kirill el 27 de mayo en su telegrama al nuevo presidente- espero que será frenado el baño de sangre, que nadie sea oprimido o humillado y que la vida y la elección cultural de cada grupo de la población sea respetada". La referencia es hacia la comunidad filo-rusa, que según el Kremlin y los separatistas filo-rusos locales y está en riesgo un "genocidio" a causa de los elementos nacionalistas radicales llegados al poder en Ucrania, después de las protestas de Majdan. El Patriarca ha luego asegurado sus oraciones, para que las "esperanzas de los fieles ortodoxos ucranianos se realicen", más allá de sus residencias, en el Este o en el Oeste del País.
Sobre la crisis ucraniana, el Patriarcado ruso apoyó moderadamente la línea del Kremlin sin declararse en modo exagerado. Hay que recordar que en marzo pasado Kirill fue el gran ausente en el discurso e Putin, después del cual se firmó la anexión de la Crimea a Rusia.
Nikolai Mitrokhin, del Centro para el estudio de Europa oriental junto a la Universidad de Bremen, recuerda que la Iglesia rusa tiene "gran intereses en Ucrania" y la pregunta que hay que hacerse hoy no es tanto sobre los augurios a Poroshenko, sino "sobre la situación interna de la Iglesia ortodoxa ucraniana y sus actuales relaciones con el Patriarcado de Moscú". "La actitud cambió", a su decir y se está alejando, por esto Kirill "debe obrar con respeto en las relaciones no sólo con el presidente, sino también con los fieles" en el territorio de toda la x república soviética.
"El cisma todavía no ha sido formalizado, pero de hecho ya sucedió", escribe Ayder Muzhdabaev, vice director del cotidiano Moskovki Komsomolets, refiriéndose al progresivo alejamiento de Moscú de la Iglesia ortodoxa ucraniana canónica. El periodista se refiere a sus conversaciones con diversos sacerdotes ya en Rusia o en Ucrania, y además testimonios de fieles. Que "prácticamente no reconocen más a Moscú". "Muchos curas no mencionan más el nombre del patriarca durante los servicio litúrgicos", agrega.
La Iglesia ucraniana, al menos a nivel psicológico, está dirigiéndose hacia una máxima autonomía y parece que está "limpiando" sus jerarquías más cercanas a Rusia. Un ejemplo, sostiene Mitrokhin, es conocido el caso del metropolitano Agafangel de Odessa, oficialmente de "vacaciones", pero de hecho obligado a escaparse junto a sus secretarios, después del ataque a los filo-rusos, en el palacio de los sindicatos de Odessa los primeros días de mayo.
Según los ortodoxos rusos, la crisis ucraniana también deterioró las relaciones entre el Patriarcado de Moscú y el Vaticano. El mismo Kirill, el 28 de marzo, atacó duramente a los griego-católicos ucranianos (también llamados uniatos, porque en unión con el Papa de roma) condenando "el directo compromiso en actividades políticas, con declaraciones contra la Iglesia ortodoxa rusa". Esto, advirtió, coloca "una sombra muy triste" en las relaciones entre el patriarcado y el Vaticano. Kirill definió a los fieles griego-católicos de "ruso-fóbicos".