Ciudad del Vaticano (AsiaNews)_ El camino hacia la unidad de los cristianos y los sufrimientos de los seguidores de Jesús en el pasado de pueblo armenio y en el presente en muchas partes de Medio Oriente, fueron evocados por el Papa Francisco en el encuentro con Aram I, Catholicos de la Iglesia armenia apostólica de Cilicia, que se desarrolló esta mañana en el Vaticano, al cual siguió un momento de oración común.
En el discurso al jefe de una de las Iglesias cristianas más antiguas, que cuenta con unos 10 millones de fieles y cuya sede después del genocidio armenio se encuentra en Antylas, en el Líbano. El Papa recordó los "roles de primer plano" que tuvo Aram I en el Concejo ecuménico de la Iglesias (fue el presidente del Comité central, ndr) y "el eficaz sostén" que él continúa dando al Concejo de la Iglesias de Medio Oriente, "que desarrolla un rol preciosos en el apoyar a las comunidades cristianas de la región, tan probadas por las numerosas dificultades" y en la Comisión mixta de diálogo entre la Iglesia católica y las Iglesias ortodoxas orientales. "Me siente de decir-agregó- que, en este camino hacia la plena comunión, compartimos las mismas esperanzas y el mismo compromiso responsable, conscientes que caminamos así en la voluntad del Señor Jesucristo". "En estos días que preceden a la solemnidad de Pentecostés, mientras nos preparamos a revivir en el misterio el milagro del descenso del Espíritu Santo sobre la Iglesia naciente, invocamos con fe al Espíritu, Señor y Dador de Vida para que renueve la faz de la tierra, sea fuerza para resanar las heridas del mundo y reconciliar los corazones de cada hombre con el Creador. Se Él, el Paráclito el que inspire nuestro camino hacia la unidad, sea Él quien nos enseñe cómo alimentar los lazos de fraternidad que ya nos unen en el único bautismo y en la única fe".
Usted, dijo aún el Papa, "representa una parte del mundo cristiano profundamente marcada por una historia de pruebas, aceptadas con coraje por amor de Dios. La Iglesia Apostólica Armenia se encontró obligada a ser un pueblo peregrino, experimentando así en modo del todo singular el propio ser camino hacia el Reino de Dios. La historia de emigración, persecución y martirio de tantos fieles ha dejado heridas profundas en los corazones de todos los Armenios. Las debemos ver y venerar como heridas del cuerpo mismo de Cristo: justo por esto esas son también causa de firme esperanza y de confianza en la misericordia providencial del Padre".
"Confianza y esperanza: las necesitamos tanto. Tienen necesidad los hermanos cristianos de Medio Oriente, en particular aquellos que viven en zonas martirizadas por conflictos y violencias. Las necesitamos también nosotros, cristianos que no tenemos que enfrentar tales dificultades, pero que a menudo no arriesgamos perdernos en los desiertos de la indiferencia y del olvido de Dios, o de vivir en el conflicto con los hermanos, o de sucumbir en nuestras batallas interiores contra el pecado. Como seguidores de Jesús debemos aprender a llevar con humildad los unos los pesos e los otros, ayudándonos así unos con otros para ser más cristianos, más discípulos de Jesús. Entonces caminemos juntos en la caridad, como Cristo nos ha amado y se dio a sí mismo por nosotros, ofreciéndose a Dios en sacrificio de suave perfume (cfr. Ef. 5,1-2)".