Del gulag a las minas de carbón: los nuevos esclavos de Corea del Norte
El régimen del "joven mariscal" Kim Jong.un está deportando detenidos varones de los campos de trabajo a zonas carboníferas en el norte del país. La orden de excavar nuevas minas para normalizar la producción energética. Condiciones de trabajo, inhumanas, palizas, malnutrición son las condiciones normales. El riesgo de una intervención de China, que de hace años controla la zona.

Seúl (AsiaNews)- El régimen nord-coreano inició a deportar a los detenidos varones de los gulag a la parte norte del país, donde son obligados a trabajar en condiciones inhumanas. Y corriendo el riesgo de sus propias vidas constantemente- para abrir nuevas minas de carbón. La medida, explica una fuente de DailyNK, se hizo necesaria para normalizar la producción energética, en continua disminución. El riesgo ahora es que intervenga Beijing, dado que los campos carboníferos de Corea del Norte están desde hace años en manos de industrias estatales chinas.

La fuente, residente en la provincia de Pyongan meridional, explica: "El Estado emanó una orden de producir más carbón, y para hacerlo obliga ahora a los detenidos varones a escavar. No tiene luz de seguridad y están obligados a empujar carretillas de una tonelada en corredores subterráneos largos centenares de metros. Tienen sólo lámparas de aceite, que son muy peligrosas. Comen restos de marlos de maíz y arroz, colapsan por problemas respiratorios, por cansancio y hambre".

La mayor parte de estos nuevos esclavos fue condenada al lager por "actividades anti-sociales": la acusación comprende el no trabajar en una industria; vender CD con contenidos extranjeros; llevar adelante "actividades comerciales ilegales". El régimen nord-coreano, guiado por el "joven mariscal" Kim Long-un, siempre negó la existencia de lager estatales. Sin embargo, hace un poco de tiempo atrás, admitió que existen campos de detención "donde las personas se las convencen a mejorar sus propios pensamientos y razonar sobre sus propios errores".

El problema más grave, continúa la fuente, "es el de la respiración. En las minas la cosa más importante es la ventilación, pero allí no hay. Quien sufre de problemas pulmonares no es curado, y si se desmaya lo sacan afuera de las grutas sólo para volver apenas se reponga y pueda ponerse en pie. Quien se opone es golpeado por los otros detenidos, bajo órdenes de los carceleros".

La decisión de abrir nuevas minas parece preocupar también a China, último aliado que le quedó al régimen de Pyongyang. Las industrias estatales chinas han invertido millones de dólares para acaparrar las reservas naturales de la parte septentrional de Corea del Norte, que ya es vista como una "colonia china": en particular modo son explotados los campos carboníferos, dada el hambre de energía que invierte el Dragón desde los años 80.

Expropiando estos terrenos para su propia economía interna, dicen algunas fuentes, "Kim Jong-un ha querido hacer un juego de fuerza con Beijing. Para respetar los acuerdos, China debería levantar la voz o hasta poner guardias armadas, pero estas tensiones podrían abrir escenarios realmente desastrosos".