Sri Lanka aplaude al Papa Francisco, pero la política "esconde" el viaje
Los medios nacionales han seguido las etapas fundamentales de la visita papal, pero el cambio de la dirigencia ha conquistado las primeras páginas y editoriales. Permanece "el efecto Francisco": ahora todos apuntan a la reconciliación, único motor para relanzar el desarrollo del país.

Colombo (AsiaNews/Agencias)- La reciente visita del Papa Francisco a Sri Lanka fue un momento importante para el país asiático. Los diversos cotidianos y medios nacionales han seguido la etapas fundamentales- la canonización de José Vaz y la visita al santuario mariano de Madhu- con precisión y amplia documentación fotográfica. Sin embargo, quien realizó la parte del león fue el reciente cambio de la dirigencia, sucedido con las elecciones presidenciales de 8 de enero pasado y con la victoria de Maitrhipala Sirisena contra Mahinda Rajapaksa. 

En más de una ocasión durante su permanencia en la ex Ceylon, Francisco reafirmó la necesidad- para el pueblo esrilanqués- de alcanzar una verdadera reconciliación. Aquella que ayuda a "superar las divisiones religiosas en el servicio de la paz", como demostró con su ejemplo misionero S. José Vaz. Pero, sobre todo, una reconciliación nacional necesaria a superar en modo definitivo "el largo conflicto que hirió el corazón de Sri Lanka".

En muchos editoriales se subrayó esta posición del Papa. Pero, usándola como un enganche para hablar todavía del nuevo presidente y del nuevo gobierno apenas pasado. Es el caso, por ejemplo, el de un artículo aparecido en The Island, periódico en lengua inglesa en el cual se bromea sobre la "mala suerte" que le trajo el Papa al ex presidente Mahinda Rajapaksa: "La tercera de un Papa a Sri Lanka es ciertamente importante para los católicos, y es también un evento de importancia histórica en las relaciones entre Sri Lanka y la Santa Sede. Más allá de su importancia histórica y religiosa, esta visita papal también ha subrayado una notable lección política para los futuros líderes nacionales de Sri Lanka.

El editorial juega sobre el hecho que- como sucedió en ocasión de las visitas de Pablo VI (1970) y Juan Pablo II (1995)- los líderes que de vez en vez invitaban al pontífice a visitar al país, no eran los mismos que después lo habrían recibido. Sin embargo, el autor concluye diciendo que "si los poderes espirituales del Santo Padre fuesen en algún modo responsables o no, es ciertamente una buena lección para los políticos, para [aprender] a no usar a los líderes religiosos y la fe de las personas para hacer propaganda".