Papa: del recuerdo de su "martirio" los armenios obtengan "sangre nueva" para anunciar el Evangelio
En la misa en rito armenio del próximo domingo "invocamos la Divina Misericordia para que nos ayude a todos, en el amor a la verdad y a la justicia, a sanar toda herida y a impulsar gestos concretos de reconciliación y de paz, entre las naciones, que aún no logran alcanzar un razonable consenso sobre la lectura de tales tristes acaecimientos".

Ciudad del Vaticano (AsiaNews) - "Es importante" recordar "el martirio y la persecución" a la que fue sometido hace cien años, el pueblo armenio, “pero para extraer de ella la nueva sangre para alimentar el presente con el anuncio gozoso del Evangelio y el testimonio de la caridad”. Hoy, a pocos días después de la celebración de la Misa en el rito armenio que el papa Francisco celebrara  en San Pedro, el Papa recibió el Sínodo Patriarcal de la Iglesia Católica Armenia, en Roma para la celebración del próximo domingo.

Un ritual, dijo Francisco, en el que "invocamos la Divina Misericordia para que nos ayude a todos, en el amor a la verdad y a la justicia, a sanar  toda herida y a impulsar gestos concretos de reconciliación y de paz, entre las naciones, que aún no logran alcanzar un razonable consenso sobre la lectura de tales tristes acaecimientos".

El Papa - que al recordar los acontecimientos de hace cien años no utilizó la palabra genocidio, no le gusta a Turquía, pero habló del mysterium iniquitatis, el misterio del mal - ha evocado la situación en el Medio Oriente, donde encontraron refugio los "pocos" sobrevivientes armenios y recomendó el diálogo ecuménico con la Iglesia Apostólica Armenia, "recordando que hoy - como hace cien años - el martirio y la persecución han realizado ya el ‘ecumenismo de la sangre’".

"En vosotros - dijo – y a través de vosotros, saludo a los sacerdotes, religiosos y religiosas, seminaristas y fieles laicos de la Iglesia Armenia Católica y abrazando también a los que se han unido espiritualmente desde los países de la Diáspora, como Estados Unidos, América Latina, Europa, Rusia, Ucrania y la   Madre patria, el Obispo de Roma recordó con tristeza, en particular aquellas zonas, como la de Aleppo: que hace cien años fueron lugar seguro para los pocos supervivientes. Regiones que, en este último periodo, han visto puesta en peligro la permanencia de los cristianos, no sólo armenios.


Tu pueblo, esa tradición se reconoce como la primera en convertirse al cristianismo en el año 301, tiene una historia dos mil años y tiene un patrimonio admirable de la espiritualidad y la cultura, en combinación con una capacidad de recuperarse de las muchas persecuciones y los juicios en los que se presentó. Los invito a cultivar siempre un sentimiento de reconocimiento al Señor, por haber sido capaces de mantener su  fidelidad a Él, aun en las épocas más difíciles. Es importante, además, rogar a Dios el don de la sabiduría del corazón: la conmemoración de las víctimas de hace cien años nos pone en efecto ante las tinieblas del iniquitatis mysterium.

Como dice el Evangelio, desde lo íntimo del corazón del hombre pueden desencadenarse las fuerzas más oscuras, capaces de llegar a programar sistemáticamente la aniquilación del hermano, a considerarlo un enemigo, un adversario, incluso como a un individuo que no tiene su misma dignidad humana» - recordó el Papa Francisco -, haciendo hincapié en que para los creyentes la pregunta sobre el mal perpetrado conduce al misterio de la participación redentora: ¡No pocos hijos e hijas de la nación armenia fueron capaces de pronunciar el nombre de Cristo hasta la efusión de la sangre o la muerte por inedia en el éxodo interminable al que fueron obligados!

Las páginas sufridas de la historia de su pueblo siguen en cierto sentido la pasión de Jesús, con la semilla de Resurrección, sufrir por Cristo y resucitar en Él, reiteró el Santo Padre destacando que «es importante hacer memoria del pasado, para encontrar la linfa nueva para alimentar el presente con el anuncio dichoso del Evangelio y con el testimonio de la caridad. Os animo a apoyar el proceso de formación permanente de los sacerdotes y personas consagradas. Son sus primeros colaboradores: la comunión entre ellos y que serán fortalecidos por la fraternidad de la muestra que se puede ver en el Sínodo y el Patriarca.

Nuestra gratitud va en este momento para los que han trabajado para traer un poco de alivio para el drama de sus antepasados. Pienso sobre todo en el Papa Benedicto XV quien intervino con el sultán Mehmed V para detener las masacres de armenios. Este Papa fue un gran amigo del cristiano: él estableció la Congregación para las Iglesias Orientales y el Pontificio Instituto Oriental, y en 1920 matriculó a San Efrén el Sirio entre los Doctores de la Iglesia Universal. Me complace que estemos reunidos en la víspera en el mismo gesto que el domingo tendré la alegría de hacer con la gran figura de San Gregorio de Narek.

A su intercesión encomiendo especialmente el diálogo ecuménico entre la Iglesia Armenia Católica y la Iglesia Armenia Apostólica, recordando que hoy - como hace cien años - el martirio y la persecución han realizado ya el ‘ecumenismo de la sangre’ Sobre vosotros y sobre vuestros fieles ahora invoca la bendición del Señor, y pido que no os olvidéis rezar por mí".