China, la economía se derrumba: el gobierno en el cruce entre las nuevas ideas y los riesgos de la implosión
Los datos sobre el primer trimestre de 2015 confirma las dudas de los analistas: la segunda economía más grande del mundo está en declive. El colapso del superávit comercial y el mercado de importación-exportación son síntomas de un enfermo y drogado por la inyección de capital por parte del Banco Central. El gobierno quiere avanzar hacia una más sostenible, pero arriesga una revuelta social.

Beijing (AsiaNews) - La caída de la economía china y en especial el colapso del superávit comercial comienza a preocupar no sólo a los inversores, sino especialmente el Ejecutivo central en Beijing. Las cifras del primer trimestre de 2015 confirman la disminución general de la economía nacional, pero para salir de esta situación - escriben analistas y expertos - el gobierno sólo tiene dos caminos: seguir dopar el sector con inyecciones masivas de capitales, o hacer más sostenible la economía. Pero enfrenta un largo período de estancamiento económico, con el consiguiente desempleo y la disminución del poder adquisitivo.

En el primer trimestre de 2015, la economía de China creció a su ritmo más lento en seis años. La causa de este descenso es muy variada: el sistema está agobiado por el colapso del mercado de la vivienda, el exceso de capacidad en la industria y por el estancamiento de la demanda en el extranjero. Sin embargo, a excepción del último punto, estos síntomas son causados ​​por el enorme flujo de capital aportado por el gobierno - a través del Banco Central del Pueblo - para apoyar a las tasas de crecimiento provocados por las reformas de Deng Xiaoping en los años ochenta del siglo pasado.

En concreto, los datos de las exportaciones esperadas y las importaciones a marzo de 2015 indican un descenso vertical en ambos campos: un colapso en vez del superávit comercial, que perdió 62,6 puntos porcentuales. Las importaciones cayeron un 12,3%, mientras que las exportaciones han perdido 14,6 puntos.

Los analistas predijeron al contrario un aumento en las exportaciones de al menos 12 puntos; pero se esperaba que las importaciones bajaran, pero no tan marcadas. El superávit, en lugar de los 45 mil millones de dólares que se esperaban, se detuvo en 2930 millones. Nie Wen, experto de Hwabao Trust de Shanghai, explica: "La caída de las exportaciones se debe principalmente a que la demanda mundial sigue siendo débil a causa de la crisis. Y luego hay que considerar el valor del dólar frente a otras divisas, que en el último trimestre ha empeorado las cosas. Se necesitas más estímulos centrales a la economía".

El único momento en que la economía nacional ha mostrado signos de estancamiento similar a este se produjo en el primer trimestre de 2009, en medio de la crisis financiera internacional, cuando el crecimiento fue del 6,6%. Algunos analistas dicen que la desaceleración en el primer trimestre y el deterioro de la actividad industrial en Marzo - que vio aumentar la producción en un 5,6% anual frente al 6,9% de las estimaciones - indican que el país todavía está luchando para revivir las exportaciones. Esto, sobre todo, escriben en los medios estadounidenses, hacen prever el recurso por parte de Beijing de nuevos estímulos para reactivar la situación.

Aleccionador, enfatiza el South China Morning Post, el hecho de que la Asamblea Nacional del Poder Popular se ha centrado en objetivos "totalmente predecibles": una tasa de crecimiento anual de alrededor del 7%, la inflación se redujo ligeramente hasta el 3% y el desempleo a 4,5%. Aunque las cifras absolutas siguen siendo muy respetables, la pregunta sigue sin respuesta en cuanto a la calidad de la producción industrial china. El objetivo a largo plazo de la política económica es la reestructuración de la economía china obsesionado con objetivos cuantitativos hacia un modelo más "occidental" centrado en la calidad.

Relevante en este sentido es también la plena entrada de la segunda economía más grande en el sistema financiero internacional. Hasta ahora, las restricciones a la circulación de capitales y la conversión del yuan - aún no incluidos en la canasta de monedas internacionales - han de hecho permitido a Beijing evitar la prueba de los inversores internacionales y mantener un férreo control sobre la asignación del ahorro interno. De esta represión financiera se han beneficiado los bancos públicos y los intereses político-económicos que giran alrededor. Con la creación del centro financiero que combina la acción en Shanghai y Hong Kong, sin embargo, es probable que China se exponga a la fragilidad financiera de una economía calibrada por una deuda sobre el PIB de más del 250%.

El desafío a largo plazo, escribe Bloomberg, es "dar a la economía china un sistema más sostenible. Con un valor actual igual a 10,4mila mil millones de dólares, esto tiene que desarrollar un sector de servicios mejor y más atractivo y no depender tanto de la banca Estatal para colocar el capital". Zhang Bin, investigador de la Academia de Ciencias Sociales de Beijing, está de acuerdo: "Nos enfrentamos a un período muy crítico de la reestructuración. Pero también tener un PIB más bajo de lo habitual no es un mal de hecho es el factor necesario para el cambio".

Como optimista, este análisis no tiene en cuenta, sin embargo, el factor social. Con la disminución en el producto interno bruto aumentará el desempleo y disminuirá significativamente el poder adquisitivo de la media de la población nacional. Combinados, estos dos factores podrían desencadenar masivas protestas sociales - ya está creciendo de manera exponencial a pesar de la mano de hierro de Xi Jinping - yendo tan lejos como para cuestionar el sistema político de partido único dominado por el régimen comunista.