El Partido comunista “decidirá sobre el próximo Dali Lama”. “Sobre esto no se discute”
Un “cónclave” reunido en Beijing y guiado por el presidente Xi Jinping trata de cerrar la “cuestión tibetana” y amenaza retorsiones en el caso de reencarnaciones “no autorizadas”. El gobierno comunista quiere intervenir sobre elecciones puramente religiosas. Defendiendo antiguas tradiciones antiguas, nacidas muchos siglos antes de la República popular. Diputado tibetano: “En la mejor de las hipótesis, son ridículas”.

Beijing (AsiaNews)- El gobierno central chino y su autoridad “siempre fueron importantes en el proceso de la reencarnación del budismo tibetano. Los precedentes históricos demuestran en modo claro el rol vital del ejecutivo en estas cuestiones. Todos los Dalai Lama siempre han pedido la aprobación de Beijing, que considera la cuestión importante desde el punto de vista de la soberanía y de la seguridad nacional”. Es el resumen de un encuentro a puertas cerradas de la Comisión permanente del Politburó comunista, guiado por el presidente Xi Jinping y publicado por la Xinhua, sobre la “cuestión Tibet”. No obstante en el papel éste se declare como ateo y materialista, el partido busca de nuevo interferir en las cuestiones internas de las religiones.

El “cónclave” se reunió el 30 de julio pasado en la capital china. En el orden del día solamente el problema de la próxima reencarnación  de Tenzin Gyatso, actual 14° emanación de Avalokitesvara (el Buda de la compasión) y Dalai Lama en el cargo. El gobierno chino discutió medidas “necesarias para la estabilidad de la provincia” y ha preparado un plan “para contrarrestar el separatismo”.

Según una fuente anónima de AsiaNews, al finalizar el encuentro el mismo Xi Jinping habría declarado que “es el partido comunista el que decidirá quién será el próximo Dalai Lama. Sobre esto no se discute. Si las cosas no serán así, estamos listos para tomar las contramedidas”.

El budismo tibetano es aún muy sentido y practicado en Tibet y en el resto del país y la figura del actual guía espiritual es muy amada, no obstante haya sido obligado a ir al exilio a India en el año 1959. El gobierno chino trata desde entonces de demoler su estatura, pero sin suceso. Para tratar de tener la situación bajo control, en 1995 rompió la contigüidad entre el Dalai Lama y la del Panchen Lama (“número 2” del linaje tibetano) raptando al joven individuado co0mo el legítimo XI Panchen propio del actual Dalai. En su lugar han puesto a un monje fantoche y espera hacer lo mismo con el próximo vértice de la “secta de los birretes amarillos”.

En la base de la tradición del budismo tibetano, para reconocer a la reencarnación de un “Buda viviente” los monjes delegados para tal encargo deben identificar a un niño que presente si9gno mediante los cuales pueda ser identificado como la reencarnación del último guía espiritual. Los religiosos parten siguiendo la dirección de la última mirada del difunto y buscan signos sobrenaturales en los niños de la zona indicada. Una vez identificado un posible heredero, lo someten a una serie de pruebas como por ejemplo reconocer los objetos que habían pertenecido al predecesor. El actual Dalai Lama reconoció inmediatamente, en una habitación con miles de pantuflas, las que pertenecían a quien lo había precedido.   

Otra tradición, más reciente pero igualmente válida, agrega a la búsqueda un ritual religioso complicado que puede ser realizado sólo en el interior del Templo de los Lamas en Beijing. Aquí se encuentra la urna de oro de la cual se extraen los nombres de las reencarnaciones de algunos de los más importantes Buda vivientes de los 3 últimos siglos, regalo de un emperador manchú al Regente tibetano. Basándose en esta estructura, en teoría decaída con la Revolución maoísta y el nacimiento de la República popular, ahora China avanza sus pretensiones de controlar las próximas reencarnaciones.

Del mismo modo, el gobierno actual trata de controlar la elección y el nombramiento de la jerarquía católica del país. Si bien se trate también aquí de una cuestión puramente religiosa- el Dalai Lama, así como los diversos pontífices elegidos después de le Revolución maoísta, han querido aclarar diversas veces, de querer solamente “una autonomía religiosa” en China- Beijing continúa su campaña de injerencias para “tener bajo control” las religiones, pero sobre todo sus propiedades económicas y sus fieles.

Para frenar las ambiciones comunistas intervino el mismo Tenzin Gyatso. En un periódico japonés subrayó que el actual Dalai lama “no será el último”. “Para individuar al sucesor no se utilizarán los procedimientos ligados a las profecías, porque China podría influir en esto y esto no puede ni debe suceder. Pienso más en un Cónclave, similar al usado por la Iglesia católica para elegir a un Papa, o tal vez seguir las instrucciones escritas por el actual Dalai Lama, después de su muerte”

Karma Yeshi, diputado en el Parlamento tibetano en el exilio, dice al cotidiano Phayul: “Las declaraciones del gobierno chino sobre la cuestión son ridículas, en la mejor de las hipótesis. Si miramos la historia religiosa del budismo tibetano, vemos que no existe algún “sigilo” por parte de Beijing. Si su referencia es al patronato político de acuerdo, ya existen precedentes. Pero entonces entran en juego muchos otros países como Mongolia y Corea”.