Japón, a 4 años de Fukushima, reactivada una central nuclear
El desastre sucedido en el año 2011, obligó al gobierno a emitir un bando contra los reactores, apagados del todo en septiembre de 2013. El costo de la energía y la necesidad de hacer recuperar la producción industrial detrás de la decisión del ejecutivo. En vigor “reglas nuevas y más severas”, que según el Premier Abe: “evitarán que suceda una nueva tragedia”. La Iglesia católica está en contra. “Miremos en la cara a los límites, nuestros y de la ciencia”.

Tokio (AsiaNews) - Después de 4 años del desastre de Fukushima, una compañía eléctrica de Sendai reactivó esta mañana un reactor nuclear. El último generador de energía atómica había terminado las operaciones hace 2 años, como consecuencia de la progresiva “desnuclearización” del país. Casi unas 200 personas, entre las cuales el ex Premier Naoto Kan. Se reunieron delante del establecimiento para protestar. El gobierno guiado por Shinzo Abe, quiso por otro lado asegurar a la población: “con las nuevas y más severas reglas en vigor- declaró el Premier en cargo- no llegaremos jamás ni siquiera cerca a lo sucedido en marzo de 2011”.

La Utility kyushu Electric power, encendió el reactor de Sendai a las 10,30 de la mañana. La primera emisión de energía está prevista para el próximo 14 de agosto, mientras que la plena capacidad se la alcanzará en septiembre próximo. Siempre para septiembre está prevista el reinicio de las operaciones comerciales. El presidente de la Autoridad de reglamentación del nuclear, Shunichi Tanaka, declaró que la autorización fue concedida dados los elevadísimos estándares de seguridad empleados en la central. Para implementarlos fueron invertidos 100 millones de dólares.

El funcionario, en una entrevista al periódico Nikkei, agregó: “Lo que sucedió en Fukushima no se repetirá. Las nuevas reglas son tan severas que ni siquiera se pueden comparar con las precedentes. No podemos hablar de seguridad absoluta, pero cada posible crisis será puesta bajo control aún antes de acercarse a niveles peligrosos”.

El 11 de marzo de 2011, un enorme terremoto sacudió la costa oriental de Japón, provocando un tsunami devastador que obligó a 470 mil personas a evacuar sus propias casas. Unas 16 mil personas murieron inmediatamente después de la tragedia (además de miles de desaparecidos), pero el número de las víctimas continúa aumentando por los daños en las centrales nucleares de Fukushima, que han causado una fuga de radiaciones letales. Según los datos del gobierno, las víctimas contadas son 15,884: otras 2.636 están “desaparecidas”, pero la policía considera que no estén vivas. Sin embargo, hasta que no se encuentren los cuerpos, permanecerán en esta categoría.

Inmediatamente después de la tragedia, la opinión pública impuso al gobierno cerrar todos los reactores. En esa época, un cuarto de la necesidad energética de Japón provenía de lo nuclear a bajo costo. Para tratar de limitar los daños económicos, Tokio mantuvo algunas centrales activas hasta septiembre de 2013. Al clausurase las últimas 2, los costos para la energía saltaron y la actividad industrial sufrió las consecuencias. A esto se agregó una devaluación del yen, que llevaron al Sol Levante a la recesión.

Según los expertos, los beneficios de la recuperación de las operaciones nucleares se verán dentro de unos 6 meses. Pero la opinión pública parece igualmente compacta contra la decisión. Hablando a los manifestantes reunidos esta mañana en Sendai, el ex Premier Naoto Kan (en el cargo en 2011) dijo: “No tenemos necesidad de centrales nucleares. El desastre de Fukushima desenmascaró el mito de la energía limpia, segura y barata, que se reveló peligrosa y carísima.

También la Iglesia católica está compacta contra esta elección. Los obispos han pedido en varias ocasiones al gobierno encontrar alternativas a los reactores, y en una reflexión publicada en AsiaNews, el obispo de Niigata, mons. Tarcisio Isao Kikuchi subrayó como la “secularización del país y el mito de la ciencia omnipotente han cancelado a Dios de la conciencia pública, haciéndonos cerrar los ojos sobre nuestros límites sobre todo en el campo nuclear”.