Papa: seguir el camino de la Cruz para resistir a las seducciones del mal
La serpiente “es una encantadora”, pero también “una mentirosa”. “Te promete tantas cosas pero a la hora de pagar paga mal, es un mal pagador”. “Si un cristiano quiere ir adelante en el camino de la vida cristiana debe abajarse, como se abajó Jesús. Es el camino de la humildad, sí pero también llevar sobre sí las humillaciones como las ha llevado Jesús”.

Ciudad del Vaticano (AsiaNews)- Cuidarnos de las tentaciones del mal que “promete tantas cosas pero que a la hora de pagar paga mal, es un mal pagador” y seguir el camino indicado por Jesús. “El camino de la humildad, sí, pero también llevar sobre sí las humillaciones como Él las llevó”. Lo dijo el Papa Francisco en la homilía de la misa celebrada hoy, fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, en la casa S. Marta- a la cual han participado también los cardenales del C9 que desde hoy se reunirán con el Papa Francisco hasta el 16 de septiembre- comentando las lecturas del día en las cuales evidenció que la protagonista es la serpiente.

El Génesis, observó, nos muestra que la serpiente es la más astuta, “es una encantadora y también tiene la capacidad de la fascinación”, de fascinarte. La Biblia, prosiguió, nos dice que también “es una mentirosa, una envidiosa, porque por la envidia del diablo, de la serpiente entró el pecado en el mundo”. Y esta capacidad de seducción nos arruina. “Te promete tantas cosas pero que a la hora de pagar paga mal, es un mal pagador. Pero tiene esa capacidad de seducir, de encantar. Pablo se enoja con los cristianos de Galacia que le han dado tanto trabajo y les dice: “Pero, tontos Gálatas, ¿quién os ha encantado? Vosotros que habéis sido llamado a la libertad, ¿quién os ha encantado? A éstos los encantó la serpiente. Y esto no es algo nuevo, estaba en la conciencia del pueblo de Israel”.  

El Papa luego evidenció el hecho que el Señor dice a Moisés que “construya una serpiente de bronce” y que quien la mirara se salvaría”. Esta es una figura, pero también “una profecía, es una promesa no fácil de entender”, porque Jesús mismo le explica a Nicodemo que “como Moisés elevó la serpiente en el desierto, así es necesario que el Hijo del hombre sea elevado, para todo el que cree en Él tenga la vida eterna”. Entonces, “aquella serpiente de bronce era una figura de Jesús elevado en la Cruz. Pero, ¿por qué el Señor tomó esta figura tan fea, tan mala? Simplemente porque Él vino para tomar sobre sí todos nuestros pecados y Él se convirtió en el más grande pecador sin haber cometido ni uno”. Y Pablo nos dice: “Él se hizo pecado por nosotros, retomando la figura: “Él se hizo serpiente”. ¡Es horrible! Él se hizo pecado para salvarnos, esto significa el mensaje de la liturgia de la Palabra de hoy, el recorrido de Jesús”. Dios se hizo hombre y se adosó el pecado. Y Pablo dice a los Filipenses, “a los cuales quería mucho, les explica este misterio: “Si bien siendo de condición divina, Jesús no consideró un privilegio ser como Dios pero se anuló a sí mismo, asumiendo la condición de siervo, convirtiéndose semejante a los hombres, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de Cruz”.

Jesús “se anonadó a sí mismo, se hizo pecado por nosotros, Él, que no conocía el pecado”. Este “es el misterio, podemos decir: “Se hizo como una serpiente”, horrible”. “Cuando miramos a Jesús en la Cruz (hay hermosas pinturas), pero la realidad es otra: “estaba todo desgarrado, ensangrentado por nuestro pecados. Este es el camino que Él tomó para vencer a la serpiente en su campo. Mirar a la Cruz de Jesús, pero no a esas cruces artísticas, bien pintadas: mirar la realidad, como era la cruz en ese tiempo. Y mirar su recorrido y a Dios que se anonadó a sí mismo, se bajó para salvarnos. También éste es el camino del cristiano, Si un cristiano quiere ir por el camino de la vida cristiana debe abajarse, como se bajó Jesús. Es el camino de la humildad, sí, pero también el de llevar sobre sí las humillaciones como las llevó Jesús”.

En la fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, el Papa al final pidió la gracia a la Virgen de “llorar de amor, llorar de gratitud porque nuestro Dios tanto nos amó que envió a su Hijo” a “abajarse y aniquilarse para salvarnos”.