Papa en Cuba: “las familias no son un problema”, son una oportunidad para curar, proteger, acompañar
“Sociedad divididas, rotas, separadas o altamente masificadas son consecuencia de la ruptura de los lazos familiares”. Jesús comienza su vida pública en un casamiento y se manifiesta también en almuerzos, en las cenas. Comer con diversas personas, visitar diversas casas fue para Jesús un lugar privilegiado para hacer conocer el proyecto de Dios.

Santiago de Cuba (AsiaNews)- “Sociedades divididas, rotas, separadas o altamente masificadas son consecuencia de la ruptura de los lazos familiares”, porque “la familia es escuela de humanidad, que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros, en estar atento a la vida de los otros”. Es por esto que “las familias no son un problema, son ante todo una oportunidad. Una oportunidad que debemos cuidar, proteger, acompañar”.

Estuvo dedicado a las familias el último encuentro del Papa Francisco en Cuba, poco antes de partir, poco después de las 12.00 (hora local) para los EEUU. Despedida solemne con banderas e himnos, pero sin discursos.

Y para las familias cubanas fueron sus agradecimientos. Gracias familias cubanas, gracias cubanos por hacerme sentir todos estos días en familia, por hacerme sentir en casa"

En la catedral de Santiago de Cuba, había unos cientos de familias, pero en la plaza en frente (en la foto) no había espacios vacíos - el Papa pone de relieve la importancia que, hasta en la vida de Jesús, la familia tiene para la Iglesia y recuerda que en unos días estará en Filadelfia para asistir al Encuentro Mundial de las Familias, y en menos de un mes en el Sínodo de los Obispos, cuyo tema es la familia.

El discurso de Francisco parte por el hecho que la audiencia de Jesús en la Boda de Caná, en la fiesta de la familia. "Las bodas son momentos especiales en la vida de muchos. Para los «más veteranos», padres, abuelos, es una oportunidad para recoger el fruto de la siembra. Da alegría al alma ver a los hijos crecer y que puedan formar su hogar. Es la oportunidad de ver, por un instante, que todo por lo que se ha luchado valió la pena. Acompañar a los hijos, sostenerlos, estimularlos para que puedan animarse a construir sus vidas, a formar sus familias, es un gran desafío para todos los padres. A su vez, la alegría de los jóvenes esposos. Todo un futuro que comienza, todo tiene «sabor» a cosa nueva, a esperanza. En las bodas, siempre se une el pasado que heredamos y el futuro que nos espera. Siempre se abre la oportunidad para agradecer todo lo que nos permitió llegar hasta el hoy con el mismo amor que hemos recibido. Y Jesús comienza su vida pública en una boda. Se introduce en esa historia de siembras y cosechas, de sueños y búsquedas, de esfuerzos y compromisos, de arduos trabajos que araron la tierra para que ésta dé su fruto. Jesús comienza su vida en el interior de una familia, en el seno de un hogar. Y es en el seno de nuestros hogares donde continuamente se sigue introduciendo, sigue siendo parte”.

“Es interesante observar cómo Jesús se manifiesta también en las comidas, en las cenas. Comer con diferentes personas, visitar diferentes casas fue un lugar privilegiado por Jesús para dar a conocer el proyecto de Dios. Él va a la casa de sus amigos –Marta y María–, pero no es selectivo, no le importa si son publicanos o pecadores, como Zaqueo. No sólo Él actuaba así, sino cuando envió a sus discípulos a anunciar la buena noticia del Reino de Dios, les dijo: «Quédense en la casa que los reciba, coman y beban de los que ellos tengan» (Lc 10,7). Bodas, visita a los hogares, cenas, algo de «especial» tendrán estos momentos en la vida de las personas para que Jesús elija manifestarse ahí”.

“Recuerdo en mi diócesis anterior que muchas familias me comentaban que el único momento que tenían para estar juntos era normalmente en la cena, a la noche, cuando se volvía de trabajar, donde los más chicos terminaban la tarea de la escuela. Era un momento especial de vida familiar. Se comentaba el día, lo que cada uno había hecho, se ordenaba el hogar, se acomodaba la ropa, se organizaban las tareas fundamentales para los demás días. Son momentos en los que uno llega también cansado y alguna que otra discusión, alguna que otra «pelea» se deja ver. Jesús elije estos momentos para mostrarnos el amor de Dios, Jesús elije estos espacios para entrar en nuestras casas y ayudarnos a descubrir el Espíritu vivo y actuando en nuestras cosas cotidianas. Es en casa donde aprendemos la fraternidad, la solidaridad, el no ser avasalladores. Es en casa donde aprendemos a recibir y a agradecer la vida como una bendición y que cada uno necesita a los demás para salir adelante. Es en casa donde experimentamos el perdón, y somos continuamente invitados a perdonar, a dejarnos transformar. En casa no hay lugar para las «caretas», somos lo que somos y de una u otra manera somos invitados a buscar lo mejor para los demás”.

“Por eso la comunidad cristiana llama a las familias con el nombre de iglesias domésticas, porque en el calor del hogar es donde la fe empapa cada rincón, ilumina cada espacio, construye comunidad. Porque en momentos así es como las personas iban aprendiendo a descubrir el amor concreto y operante de Dios”.

“En muchas culturas hoy en día van despareciendo estos espacios, van desapareciendo estos momentos familiares, poco a poco todo lleva a separarse, aislarse; escasean momentos en común, para estar juntos, para estar en familia. Entonces no se sabe esperar, no se sabe pedir permiso ni perdón, ni decir gracias, porque la casa va quedando vacía. Vacía de relaciones, vacía de contactos, vacía de encuentros. Hace poco, una persona que trabaja conmigo me contaba que su esposa e hijos se habían ido de vacaciones y él se había quedado solo. El primer día, la casa estaba toda en silencio, «en paz», nada estaba desordenado. Al tercer día, cuando le pregunto cómo estaba, me dice: quiero que vengan ya todos de vuelta. Sentía que no podía vivir sin su esposa y sus hijos”.

“Sin familia, sin el calor de hogar, la vida se vuelve vacía, comienzan a faltar las redes que nos sostienen en la adversidad, nos alimentan en la cotidianidad y motivan la lucha para la prosperidad. La familia nos salva de dos fenómenos actuales: la fragmentación (la división) y la masificación. En ambos casos, las personas se transforman en individuos aislados fáciles de manipular y de gobernar. Sociedades divididas, rotas, separadas o altamente masificadas son consecuencia de la ruptura de los lazos familiares; cuando se pierden las relaciones que nos constituyen como personas, que nos enseñan a ser personas”.

“La familia es escuela de humanidad, que enseña a poner el corazón en las necesidades de los otros, a estar atento a la vida de los demás. A pesar de tantas dificultades como aquejan hoy a nuestras familias, no nos olvidemos de algo, por favor: las familias no son un problema, son principalmente una oportunidad. Una oportunidad que tenemos que cuidar, proteger, acompañar”.

“Mucho se discute sobre el futuro, sobre qué mundo queremos dejarle a nuestros hijos, qué sociedad queremos para ellos. Creo que una de las posibles respuestas se encuentra en mirarlos a ustedes: dejemos un mundo con familias. Es cierto, no existe la familia perfecta, no existen esposos perfectos, padres perfectos ni hijos perfectos, pero eso no impide que no sean la respuesta para el mañana. Dios nos estimula al amor y el amor siempre se compromete con las personas que ama. Por eso, cuidemos a nuestras familias, verdaderas escuelas del mañana. Cuidemos a nuestras familias, verdaderos espacios de libertad. Cuidemos a nuestras familias, verdaderos centros de humanidad”

“No quiero terminar sin hacer mención a la Eucaristía. Se habrán dado cuenta que Jesús quiere utilizar como espacio de su memorial, una cena. Elige como espacio de su presencia entre nosotros un momento concreto en la vida familiar. Un momento vivido y entendible por todos, la cena. La Eucaristía es la cena de la familia de Jesús, que a lo largo y ancho de la tierra se reúne para escuchar su Palabra y alimentarse con su Cuerpo. Jesús es el Pan de Vida de nuestras familias, Él quiere estar siempre presente alimentándonos con su amor, sosteniéndonos con su fe, ayudándonos a caminar con su esperanza, para que en todas las circunstancias podamos experimentar que es el verdadero Pan del cielo”.

“En unos días participaré junto a familias del mundo entero en el Encuentro Mundial de las Familias y en menos de un mes en el Sínodo de Obispos, que tiene como tema la Familia. Los invito a rezar especialmente por estas dos instancias, para que sepamos entre todos ayudarnos a cuidar a la familia, para que sepamos seguir descubriendo al Emmanuel, al Dios que vive en medio de su Pueblo haciendo de las familias su hogar”.

[Texto original: Español]