​El gobierno de Asjabad quiere eliminar ­­­­los subsidios a su población, sumamente empobrecida
de Alexander Kim
Desde el año 1993 rige un sistema socio-político que asegura el acceso gratuito al agua, a la energía eléctrica y al gas natural. En 2007 el nuevo presidente introdujo limitaciones. El sistema de subsidios consume el 22% del PBI. La crisis económica mundial está reduciendo las finanzas del gobierno. El país consume el 36,7% del gas natural que produce. Representante del Ministerio de Desarrollo Económico: “Llegó el momento de pasar a las relaciones de mercado. Ahora todos debemos aprender a pagar”.

Asjabad (AsiaNews)- La República centro asiática de Turkmenistán está pensando en abandonar el sistema socio-económico (en vigor desde hace más de 20 años) que el gobierno ha usado para aplacar a la población. El 10 de septiembre varios miembros del Consejo de Ancianos, un órgano consultivo del gobierno, expresaron la idea de que llegó la hora de que los consumidores de Turkmenistán comiencen a pagar el precio de mercado por electricidad, el gas natural y el agua que consumen (Rosbalt, 14 de septiembre). Hasta ahora, dichos suministros fueron brindados a través de generosos subsidios.

Desde 1993 la población de Turkmenistán se ha beneficiado del acceso gratuito al gas natural (el mayor recurso del país), al agua y a la electricidad. El suministro gratuito de estos recursos está asociado, en gran parte, al presidente de la era moderna, Saparmurat Niyazov (llamado también “Turmenbashi”), quien lo introdujo inicialmente por un período de 10 años, que luego fue prolongado hasta el año 2030. En el año 2007, el presidente Gurbanguly Berdimuhamedov, sucesor de Niyazov, decidió mantener los subsidios, pero fijó techos máximos para su libre utilización: 120 litros de nafta gratuita por mes para cada automóvil privado, 35 Kw de energía eléctrica por persona al mes y 600 metros cúbicos anuales de gas natural por persona (Inozpress.Kg, 25 septiembre). Los ciudadanos de Turkmenistán, por lo tanto, a partir de allí debieron pagar el consumo de agua, luz y gas que superara el límite mensual previsto. Además, la población -5,2 millones de personas- podía contar con tarifas extremadamente bajas en servicios públicos, transporte público, pan a muy bajo precio y préstamos para vivienda subsidiados.

Con Berdimuhamedov, gradualmente, el gobierno comenzó a poner un freno a los subsidios. En los últimos ocho años, el precio de la nafta aumentó diez veces, los subsidios para la compra de harina y carne fueron reducidos ya desde comienzos del 2012, el suministro mensual gratuito de electricidad disminuyó de 35Kw a 25kw por persona en el año 2013, las raciones de combustible gratuito fueron eliminadas por completo en el 2014, mientras que el precio del gas natural subió de 20 manats (7$) (algo más de 6 euros - ndr) por cada 100 metros cúbicos de consumo excedido sobre el tope gratuito de 50 metros cúbicos por persona (Maplecroft.com, 24 de septiembre). El gobierno comenzó a ordenar que se instalaran medidores para los suministros de agua y gas en todo el territorio nacional- algo que los turcomanos jamás habían utilizado antes.

A causa de la caída de los precios globales del gas y de la consecuente reducción en los ingresos por exportaciones, es muy probable que Ashgabat elimine los subsidios por completo, “respondiendo” al deseo del pueblo, como fuera expresado por el Consejo de los ancianos.

Según algunas estimaciones, el sistema de subsidios consume más del 22% del PBI en Turkmenistán. Un representante de la Dirección Regional del Minsiterio de Desarrollo Económico dijo: “Llegó el momento de pasar a las relaciones de mercado. Ahora todos debemos aprender a pagar” (Inozpress.kg, 25 de septiembre).

El gas natural aún es el mayor recurso del país, y los subsidios familiares han llevado a un consumo doméstico excesivo, con personas que no apagan jamás el piloto en los artefactos e gas de sus casas. Hoy Turkmenistán consume casi el 36,7% del gas natural que produce, un número elevado para una población de 5,2 millones de personas, no obstante su capacidad de procesamiento del gas natural. Kazajistán, por ejemplo, consume el 24% de su producción de gas, es decir 4,6 mil millones de metros cúbicos (bcm) contra los 22,9 bcm de Turkmenistán (Bp.com, junio 2015). Por lo tanto, la reducción del consumo de gas doméstico podría ayudar a aumentar las exportaciones de gas.

Esto podría ser muy ventajoso, siendo que el país hoy afronta una drástica reducción de las exportaciones de gas. Esto se debe a que Rusia decidió disminuir la adquisición de gas de Turjkmenistán a 4 millardos de metros cúbicos para el año 2015, y debido a ello, el principal cliente al cual Turkmenistan se confía es ahora China. Sobre un total de 48 bcm que extraerá este año, el país cuenta con poder brindar 40bcm a China [Natural Gas Europe, 10 de febrero].  Al mismo tiempo, el comercio con China no es redituable: el gobierno de Ashgabat utiliza el volumen de gas comercializado para saldar la deuda contraída con la China National Petroleum Corporation (CNPC) para la construcción de un gasoducto entre China y Asia Central y para el desarrollo del yacimiento de Galkynysh [Central Asia Policy Brief, junio de 2015].

La creciente dependencia de China y la restricción de ganancias derivadas de la venta de gas, empujan a Turkmenistán a buscar nuevas rutas de exportación. El proyecto del gasoducto Turkmenistán–Afganistán–Pakistán–India (TAPI) es tal vez el único seguro contra la prolongada crisis económica china. El presidente Berdimuhamedov recientemente anunció que todas las cuestiones prácticas vinculadas a la realización del TAPI han sido resueltas [Trend.az, 18 de septiembre]. La construcción del gasoducto debería comenzar en diciembre de este año. Sin embargo, algunos expertos aún tienen sus reservas sobre la viabilidad del proyecto, a causa de las rígidas condiciones de inversión y a la inestabilidad de la ruta de tránsito a través de Afganistán [EDM,14 diciembre 2010; EDM, 28 julio 2015 Christian Science Monitor, 25 septiembre].

Prescindiendo del objetivo de la diversificación del gas por parte de Turkmenistán, el plan económico – anunciado recientemente por el presidente – da prioridad al desarrollo industrial, a un programa de inversiones a larga escala, junto a un paquete combinado de medidas destinadas a sustituir las importaciones y de otras orientadas a fomentar las exportaciones, en particular en los rubros de la agricultura y la producción alimentaria [Gundogar-news.com, 10 septiembre]. Estos esfuerzos por diversificar la economía – que se asemejan bastante a los paquetes de medidas tomados por países de la región que también dependen de la energía, como es el caso de Kazajistán y Uzbekistán[EDM, 1 octubre 2012; EDM, 19 noviembre 2013; EDM, 6 julio 2015; EDM, 18 septiembre 2015] – están lejos de ser efectivos.

Los vínculos económicos continúan limitando el desarrollo de estos sectores privados en dichos países [Maplecroft.com, 24 septiembre]. Como Kazajistán, también el gobierno de Turkmenistán funda su contrato social con la población sobre la promesa de un bienestar económico. Y los subsidios son la parte mayor de la ideología de Estado, que afirma que Turkmenistán es un país diferente de los demás países “capitalistas” de la región. A diferencia de Uzbekistán, Turkmenistán no tiene un aparato estatal eficiente que permita tener un total control sobre los asuntos internos, no obstante las constantes purgas dentro del gobierno y el hecho de que el presidente se encuentra involucrado en modo personal en muchas cuestiones [sin mencionar la excesiva exaltación de su propia personandr].

Más allá de esto, los precios en el país podrían aumentar a causa de la devaluación de la moneda nacional, el manat turcomano, efectuada el 1ero de enero de 2015. No obstante hasta ahora el control de precios ha contenido la inflación, los efectos del  pass-through [que calcula la intensidad con la cual la variación de la tasa de cambio se transfiere a los precios de las importaciones, denominados en moneda local  – ndr] de la devaluación del manat turcomano, la merma de los subsidios estatales a la energía eléctrica, el combustible y el transporte público podrían provocar un aumento marginal en los precios de los alimentos, los materiales de construcción, y los servicios públicos [ADB Outlook, septiembre 2015].

En una situación caracterizada por una profunda caída del salario y una baja calidad en los sistemas educativo y de salud, lo que queda por ver es qué oferta podrán hacer a la población las autoridades, para compensar la ruptura del contrato social mencionado con anterioridad.

(Por gentil concesión de la Jamestown Foundation, traducción a cargo de AsiaNews)