Arabia Saudita se arriesga a perder sus finanzas y su prestigio militar en el pantano yemení
de James Brandon - Nicholas A. Heras
Los rebeldes chiítas Houthi han aceptado por escrito el plan de paz de siete puntos de la ONU. El acuerdo prevé el cese del fuego y el retiro de las tropas de la ciudad. La campaña militar de Arabia Saudita y los Emiratos complica el acuerdo. En el frente yemení Riad se juega su prestigio y sus finanzas. El análisis de dos expertos medio-orientales, por gentil concesión de la James Foundation.

Sana´a (AsiaNews)- Durante los coloquios promovidos por las Naciones Unidas en Muscat, en Omán, los rebeldes chiítas Houthi han aceptado por escrito el plan de paz en sus siete puntos,  definido por la Onu,  para poner fin al conflicto en Yemen. La misiva sigue al compromiso verbal ya suscripto el mes pasado por los altos mandos del movimiento. Ansar Allah, jefe de los rebeldes, define el plan de paz como un “importante y fundamental […] paso hacia el reinicio del proceso político,  y aplaude la iniciativa de la ONU,  que “pide a todas las partes implicadas en la causa que vuelvan a la mesa de diálogo”.

El acuerdo prevé, entre otras cosas, el cese del fuego, el retiro de las milicias armadas de la ciudad y el retorno del gobierno de Adén a la capital Sana´a. Pero el presidente yemenita, Abdrabbuh Mansour Hadi,  pretende que los rebeldes Houthi, apoyados por Irán, se retiren de las zonas ocupadas antes de suscribir el acuerdo. Lo que complica el plan de paz es el involucrase de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, que desde hace meses apoyan una campaña militar en el país,  contra los Houthi.

Según estimaciones de la ONU, hasta el momento,  en el conflicto murieron casi 4,900 personas, de las cuales 2,355 fueron civiles.

Sobre las cuestiones políticas y militares de Yemen y las consecuencias en la región medio-oriental, presentamos a continuación un análisis de dos profesores y expertos en seguridad y política internacional. Por gentil concesión de la James Foundation.

La intervención armada de Arabia Saudita todavía en curso en Yemen, iniciada en marzo pasado con ataques aéreos en apoyo del presidente Abd Rabbuh Mansur Hadi, reconocido por la comunidad internacional, se transformó en un esfuerzo conjunto de una coaliciónen la cual los Emiratos Árabes Unidos se afirmaron como socio principal (de Arabia Saudita) de la operación. Si se hace un balance, la campaña para echar a los rebeldes Houthi (Zaydi Shi a Ansar Allah, los partisanos de Dios) y sus aliados, entre los cuales están las fuerzas fieles al ex presidente yemenita Ali Abdullah Saleh, realizó enormes progresos. Los ataques aéreos cotidianos de los sauditas contra los Houthi y sus aliados, en la capital Sana´a y en otras zonas bajo el control de los Houthi en las regiones montañosas occidentales, están debilitando a las fuerzas militares convencionales de la Alianza Houthi (al-Arabiya, 28 septiembre, 5 de septiembre).

Por el momento Arabia Saudita, los Emiratos Árabes Unidos, Qatar y Kuwait han desembarcado tropas en la ciudad meridional de Aden, ex capital de Yemen del Sury usan la ciudad para abastecer a las milicias locales, reunidas en una vasta red denominada al-Muqawama al-Sha´biya (Comité de resistencia popular). Esto permitió expulsar a los Houthi y a sus aliados de la ciudad y ejercer presión en las zonas bajo el control de los Houthi alrededor de la ciudad de Taizen el sudoeste y en la región prevalentemente desértica de Mareb, al oeste de Sana´a (The National, 7 de septiembre, You Yube, 3 de julio, You Tube, 17 de junio, You Tube, 5 de junio, You Tube, 17 de junio, You Tube, 8 de junio, You Tube, 31 de mayo; Khabar News Agency (Taiz), 21 de abril, You Yube, 21 de abril, al-Arabiya, 26 de marzo).

Problemas en la frontera

No obstante los sucesos, los Houthi y sus aliados continúan manteniendo un estrecho control en el norte de Yemen, incluida Sana´a y las fuerzas de los Houthi han lanzado consistentes ataques en diversas áreas en el sudoeste de Arabia Saudita, en la frontera con Yemen, en particular en las provincias de Najran y Jizan (YouTube,9 de junio, YouTube, 29 de mayo, You Tube, 5 de mayo). Por ejemplo, el 18 de septiembre dos ciudadanos de Bangladesh fueron asesinados cuando algunos golpes de mortero lanzados desde el territorio yemenita atacaron un hospital de Samath, pequeña ciudad del mar Rojo saudita en la provincia costera de Jizan, distante sólo a pocos kilómetros de la frontera (Daily Star [Dahka], 19 de septiembre).

Con anterioridadel 14 de septiembre, Arabia Saudita refirió que un soldado fue muerto en un ataque que se realizó contra un puesto de frontera en Jizan, (SPA, 14 de septiembre). El día anterior, cuatro soldados fueron asesinados en otro ataque tras-fronterizo en Nairan (SPA, 13 de septiembre). Este flujo de ataques, si bien no comprometen seriamente el control saudita en la zona que llega a ser más o menos constante, ejerce una notable presión sobre la población civil de la región, en particular a través del uso de ataques con misiles indiscriminados por parte de los Houthi.

Un nuevo desafío para Arabia Saudita es el último foco de conflicto para los Houthi, que podría dar inicio a nuevas tensiones inactivas o calladas en las provincias de Najran y Jizan. Las políticas locales en estas áreas son guiadas en modo significativo por ligámenes sectarios y tribales que conviven- con notable malestar- con el Estado saudita. Najran y JIzan, que son gobernadas por la dinastía al-Saud sólo en vía formal desde 1934, mantienen una fuerte identidad territorial propia, a menudo en oposición consciente con las rígidas tradiciones al-Saud/wahabitas de Arabia central impuestas por la fuerza. Además hay fuertes ligámenes fronterizos entre las tribus en Najran y Jizan, a las cuales se agregan las zonas al norte de Yemen en las cuales es más fuerte el apoyo de los Houthi (YouTube, 29 de marzo, al-Akhbar [Beirut] 12 de noviembre de 2014).

Consciente de estas potenciales tensiones, al inicio de la campaña de la coalición de Yemenel gobierno saudita desplegó una fuerte y altamente simbólica Guardia nacional (Saudi Arabian National Guard, Sang) en las provincias sud-occidentales que confinan con Yemen (You Tube, 27 de abril). Najran, que por su historia tiene una mayoría musulmana chiíta Ismaili y un significativo porcentaje de Saydi Shi´a, población con ligámenes socio-culturales con las zonas del norte de Yemen bajo el control de los Houthi, fue escenarioen el pasado de protestas de un cierto peso contra el régimen saudita, así como de las violencias confesionales entre sectas sunnitas (abril, al-Riyadh, 1 de abril, AP,12 de mayo; Okaz (Riyadh) 1 de abril, al-Akhbar [Beirut], 12 de noviembre de 2014, BBC, 25 de abril de 200). Aparentemente preocupados por demostrar fidelidad a la población local Najrani, los medios sauditas han mostrado filmaciones de ceremonias de bienvenida a las fuerzas Sang elaboradas por los tribales, en particular por parte de Bani Yam, la más importante confederación de tribus Ismaili en el gobierno (YouTube, 26 de abril, You Tube, 28 de marzo). El ministro saudita de la Guardia Nacional, el príncipe Mu´atib bin Abdullah Aziz al-Saud, hijo del rey Abdullah bin Abdul Aziz al- Saud, desaparecido recientemente, figura en primer plano dentro de la familia real saudita, y fue personalmente a Najran para participar en la fiesta de la asignación de las tropas Sang junto a las potentes tribus locales de la región (YouTube, 14 de junio). El Estado saudita, difunde un mensaje más amplio de que la zona está tranquila y demuestra además que las fuerzas Sang están en el territorio para proteger a la población local contra la amenaza Houthi.

Es necesario agregar que anteriormente surgieron relaciones no confirmadas - sobre todo por parte de los medios iraníes de Estado - según las cuales en la región habría fuerzas de la oposición organizadas que se llamarían Ahrar al-Najran, obra de las fuerzas anti-sauditas (Shaam Times,[Damasco], 18 de junio; Fars News[Teherán],15 de junio), You Tube, 15 de junio.  Periódicos pro-iraníes además han sostenido que el movimiento conquistó una base militar, abatiendo un helicóptero saudita, realizando numerosos enfrentamiento con las fuerzas gubernamentales y creando una organización llamada “Los jóvenes de Najran” (Fars News, 1 y 2 de julio). Además, las fuentes de estos medios han sostenido que la aviación saudita estaba conduciendo ataques contra grupos armados de la oposición en Najrani, pertenecientes al movimiento de Ahrar al-Najran (Fars News, 22 de ju8lio; Tasnim News Agency [Teheran], 2 de julio. No hay pruebas independientes que confirmen estos hechos. Por otro lado a partir del verano las voces iraníes de presuntas fuerzas de oposición internas al gobierno saudita en Najran se callaron. Esto lleva a pensar que tales fuerzas, si por casualidad existieron, se volvieron menos activas o el gobierno iraní decidió que promover este tipo de propaganda ya no revestía mayor interés.

La amenaza secesionista del sur de Yemen

Para complicar aún más el panorama para la coalición liderada por los sauditas activa en Yemense da el resurgimiento de un movimiento secesionista en el sur del país por un largo tiempo en silencio. Un movimiento conducido principalmente por las fuerzas locales de resistencia popular anti-Houthi, que se llaman a sí mismos "la resistencia del Sur"; estas fuerzas están tratando de apoyar a gritos la independencia del sur de Yemen, reunido a la fuerza con el norte tras la guerra civil de 1994 con la ayuda de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos, aunque este movimiento va en dirección opuesta el objetivo de la coalición Saudita para restaurar un gobierno fuerte y pro-saudí en Sana'a (Al-Jazeera 29 de noviembre de 2014; YouTube 23 de diciembre de 2013; 19 de marzo 2013 YouTube).

Mientras que la coalición liderada por Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos busca construir una estructura semi-nacional de gobierno capaz de resistir a los Houthi, estas llamadas locales por parte de los principales actores en el sur de Yemen, que empujan a la secesión (combinado con el creciente rechazo del Presidente Hadi, un estado yemení unitaria o incluso una estructura del federalismo descentralizado) son un dilema político creciente para Arabia Saudita (Aden al-Ghad, 16 de septiembre, al-Ghad Adén, 08 de septiembre, al-Akhbar [Beirut] 30 de enero, YouTube, 25 de Marzo, 2013). Como socios locales esenciales de Arabia Saudita y los Emiratos Árabes Unidos en la coalición anti-Houthi y sus fuerzas aliadas, la resistencia del sur y especialmente los movimientos secesionistas - animados por un sentimiento anti-Houthi y en contra de Saleh - no se pueden hacer en ciertas partes con facilidad.

Ellos son defendidos con firmeza por los grupos políticos más pragmáticos de los Emiratos, que incluyen la necesidad de responder a la sensibilidad de los separatistas del sur y las cuestiones relacionadas con ellos (al-Youm al-Saba [Aden], 15 de septiembre; Yemen Akhbar [Aden] 14 de septiembre; Ababiil [Aden], 3 de septiembre, YouTube, 23 de septiembre de 2014). Aquí, entonces, Arabia Saudita se enfrenta a un gran dilema en el sur de Yemen: tiene necesidad de las fuerzas del sur para combatir a los huthis; sin embargo, de esta manera la fuerza de los movimientos separatistas, cuyos objetivos a largo plazo contrastan con los de Riad, está destinado a crecer.

Perspectivas

El nuevo monarca saudita, el rey Salman, hizo una apuesta incierta y de alto riesgo al emprender una intervención militar, en un Estado que ha sido tradicionalmente considerado un satélite suyo, para derrotar lo que Arabia Saudita percibe como expansionismo iraní y para restituir la presidencia a Hadi. Hasta ahora, la coalición liderada por los sauditas ha logrado expulsar a los Houthi de Aden y de muchas zonas del sur de Yemen. Sin embargo, ha vacilado en sus objetivos a largo plazo, como remover a los Houthi de la capital, bloquear la presión continua que los Houthi ejercen en las regiones próximas a la frontera en el sudoeste de Arabia Saudita, y atenuar el renovado activismo del movimiento separatista en el sur de Yemen, primera consecuencia de la intervención saudita. Los políticos sauditas están, por lo tanto, en una encrucijada.

Por un lado, se ven tentados a continuar manteniendo alta la presión sobre Sana, potencialmente peligrosa, con la esperanza de restituir un espíritu unitario a Yemen, con un gobierno central que hace de satélite de Arabia Saudita, y con el presidente Hadi frente al timón. Sin embargo, la potencial reticencia de las milicias meridionales en su avance en el norte de Yemen, a fin de expulsar a los Houthi, parece limitar, y mucho, estas ambiciones. A esto, se agrega la presión ejercida por los ataques Houthi en las fronteras, y el temor de que el conflicto se prolongue y que pueda volver a encender el sentimiento irrendentista tribal, regional y confesional en algunas tribus del suroeste de Arabia Saudita.

Como consecuencia, si Arabia Saudita quiere poner fin al conflicto rápidamente- excepto que el gobierno esté dispuesto a empeñar un gran número de fuerzas en el norte de Yemen, o a encontrar otras vías para movilizar un número significativo de fuerzas dentro de Yemen en contra de los Houthi - debe reconocer alguna forma de auto-gobierno a los Houthi del norte, y una suerte de federalismo con una impronta de devolución, en el sur de Yemen. Esta alternativa, que sería más radical, daría vía libre al nacimiento de un Yemen del Sur independiente, y podría ser favorecida por las facciones más pragmáticas en el seno del gobierno de los Emiratos Árabes Unidos, ya que constituiría, al menos, un fuerte baluarte pro-saudita en el sur.

Ninguna de estas opciones parece ser particularmente apetecible para Arabia Saudita, que es reacia a presenciar el nacimiento de un Estado Houthi a lo largo de la frontera meridional, así como a dar el beneplácito para la participación de un Estado amigo sobre una base semi-confesional, con todas las implicaciones que ello tendría para Irak, Siria y demás. Sin embargo, la alternativa más obvia para el ejército saudita es la de hundirse cada vez más en el pantano yemení, e involucrarse en una batalla, teniendo que luchar contra los aguerridos y capaces guerrilleros Houthi en su propio terreno, con todos los riesgos que ello comporta para la economía de Arabia Saudita, y para su prestigio militar a nivel regional e internacional.